(entrevista) "me dicen que hago una literatura de perdedores. ¿y cuál no lo es?"

ImageDefault
ImageDefault

Carlos Zanón triunfa en el Día del Libro con su novela 'Yo fui Johnny Thunders'
MADRID, 26 (SERVIMEDIA/CHEMA DOMÉNECH)

Carlos Zanón ha firmado uno de los libros de la temporada. Da fe de ello la magnífica acogida que público y crítica han dispensado a su novela ‘Yo fui Johnny Thunders’ (RBA Libros), una de las protagonistas del Día del Libro celebrado esta semana. El escritor barcelonés recrea en ella la historia de unos personajes que encadenan fracasos y para quienes no hay posibilidad de redención, ambientada en un barrio de Barcelona que refleja la cruda realidad en la que habitan muchas personas en la España actual. Violencia, drogas, desesperanza y sueños rotos conviven con jubilados que rebuscan en la basura y delincuentes de poca monta. Y, en el fondo de todo ello, el rock.
Ha dicho que esta es la novela que a usted le gustaría encontrar en las librerías. ¿Por qué?
Uno acaba escribiendo lo que le gustaría leer, el libro que le gustaría encontrar en una librería. Cuando era un chavalillo escuchaba una canción y no sabía lo que quería decir, pero sí parecía que para quien lo cantaba era importante, de alguna manera te lo transmitía. Escuchaba a Los Ramones y parecía que habían hecho el tema para mí. En la novela quería captar eso, quería que fuera intensa, rápida y emocional, como una canción de rock.

Pero una canción de rock dura tres minutos. ¿Cómo mantener la intensidad a lo largo de una novela de más de 300 páginas?
He utilizado diversos recursos. Los capítulos son cortos, la escenas cambian, hay muchos personajes, las imágenes son potentes... Supongo que en algunos momentos lograré esa intensidad y en otros no. Pero realmente lo que he pretendido transmitir es que esa historia es importante para mí.

Ha elegido el icono de Johnny Thunders. ¿Lo hizo porque su figura simboliza el malditismo que retrata en la novela, esa subida y bajada a los infiernos ?
La anécdota que cuento sobre lo que le pasó a Johnny Thunders es real, aunque no ocurrió en Barcelona sino en Valladolid. En principio no tenía pensado incluir esa referencia a Johnny Thunders, pero me di cuenta de que era un icono muy potente. Para la gente que lo conoce es un tipo que mantiene cierta pureza y, por otro lado, Thunders encarna el mito del ángel caído, del tipo guapo y talentoso abocado al desastre. Muestra el peor lado del malditismo, acaba siendo mezquino y vendiendo su talento y su vida por un poco de droga. Representa las dos cosas, el sueño del rock’n’roll y también la tontería del rock’n’roll.

Es curioso que el libro se basa en el malditismo de los personajes y a la vez es una crítica a ese malditismo, un poco a la manera del Quijote y los libros de caballería. En un pasaje Francis, el protagonista, entra a su antigua habitación y ve todas sus cintas grabadas antiguas, y piensa, “están todos los payasos, no falta ninguno”.
Sí, es una crítica desde el punto de vista de alguien que en cierta manera ha fomentado estas cosas, porque todos tenemos nuestra mitología en lo que respecta a la música y al rock. En el fondo es una historia bonita, es la historia de unos chavales que no quieren ser como sus padres e intentan crear una realidad distinta a la que viven, y lo hacen a través del arte. El arte es eso, es luchar contra la muerte, tratar de cambiar las cosas. Además es mucho más triste y menos divertido trabajar toda tu vida, meter todos tus ahorros en preferentes y perderlos. Cuando el protagonista del libro vuelve al barrio comprueba que a la gente que se quedó no le ha ido mucho mejor. Él por lo menos vivió la gloria, salió en la tele y se divirtió.

La historia es también un intento de borrar la libreta buscando una redención que no va a ser posible. ¿Por qué no hay esperanza para los protagonistas?
Porque no hay una manera buena de hacer las cosas y diez malas. La vida es una historia que acaba mal. En el fondo es intentar aceptar lo que eres porque lo que eres es lo que te va a pasar. A medida que crecemos mitificamos mucho el pasado, en el sentido de pensar que si hubiéramos seguido con la primera novia hubiéramos sido felices, si hubiéramos hecho esto o aquello.

¿Por eso está tan presente en la novela esa cita: “El carácter del hombre forja su destino”?
Es una frase de Heráclito y es una de las pocas certezas que tengo, cómo eres es lo que te va a pasar. Por eso hay gente que vive en un entorno muy negativo y consigue salir adelante y otra que lo tiene todo a favor y no lo aprovecha.

En todo caso la novela es una sucesión de derrotas. ¿El fracaso es más poderoso que los sueños?
La derrota es literaria, la victoria no. Cuando tú has triunfado crees que todos los pasos en tu vida han sido correctos, con lo cual tú tienes una historia. Por ejemplo, el fundador de Zara. Puede pensar que hizo bien en abrir esta tienda, en casarse con esta señora, en irse a Nueva York... Si tuviera que escribir su historia sería una. Los que no somos el propietario de Zara tenemos como 350 caminos que podíamos haber tomado y no sabemos dónde hubieran ido. Ahí hay muchas más historias y ahí está la literatura, porque la literatura está en lo que pudo ser y no fue. Me dicen que hago una literatura de perdedores, ¿pero cuál no lo es? ¿Moby Dick no lo es? ¿Lolita no es de perdedores? ¿El Quijote? ¿El Gran Gatsby? Son todas historias de perdedores. Lo mismo ocurre con las canciones.

El libro está repleto de referencias musicales. A la hora de afrontar esta novela, ¿tuvo que reescuchar la banda sonora o la tenía en la cabeza? ¿Son canciones que forman parte de su vida?
Sí, las tengo en la cabeza. De hecho, en principio el protagonista era un cantante de un grupo de 'doo wop', que es un estilo que me llegó a gustar pero ya de mayor, por lo que me perdía en muchas referencias, no lo controlaba bien y no me servía. No quería que fuera algo muy pensado, así que acudí a mi memoria emocional para utilizar referencias que no me hicieran levantarme de la silla a comprobar si tal canción iba en tal disco.

En el texto se percibe una crítica a lo políticamente correcto.
Exacto. Yo quería evitar estereotipos porque la realidad es muy compleja. Xavi o Francis son unos tipos egoístas y sin escrúpulos, pero saben quiénes son, en contraste con quienes quieren aparentar algo que no son, como el padre de Francis.

También hay cuadros costumbristas en la novela: el surtido Cuétara, el pañuelo con las iniciales bordadas, las noches de viernes frente al televisor...
Esa es la parte del género negro que me gusta. De hecho el costumbrismo lo hace ahora la novela negra. Y también son escenas que me llevan a la infancia. Esos elementos creo que hacen que la gente perciba que se trata de una novela que está vivida.

Todo se encamina al desastre, pero al menos quedan las canciones, ¿no?
Bueno, quedan las canciones y quedan las vidas vividas. El protagonista ha vivido la vida, ha tenido momentos intensos, la ha disfrutado. No me parece una mala vida la suya. Te puedes morir drogándote o te puedes morir de aburrimiento. Tú puedes tomar un camino a saco o puedes dedicarte a conservar tu trabajo y que te despidan con 55 años. No hay una manera única de hacer bien las cosas. La vida tiene que ser intensa, tiene que valer la pena dure lo que dure. No creo que sea un libro pesimista porque todos los personajes quieren vivir.

Mostrar comentarios