Coldplay descubre su baza discotequera en el inicio de su gira más intimista

  • Javier Herrero.

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Javier Herrero.

Colonia (Alemania), 26 abr.- La cabra tira para el monte y Coldplay a los estadios, una verdad forjada en tantos discos que ni en "Ghost stories", su próximo trabajo de estudio, anticipado como un empeño más concienzudo por revirar al intimismo, se puede abortar del todo la épica o, incluso, las ganas de juerga discotequera.

Eso es lo que ofrece "A sky full of stars", el ramalazo más claramente bailable de su carrera y futuro sencillo que los británicos interpretaron anoche por primera vez en el inicio de la gira de lanzamiento de su sexto disco de estudio, a la venta entre el 16 y el 20 de mayo, según la zona del mundo.

La ciudad elegida, lejos de la opción fácil de una gran urbe, ha sido Colonia (Alemania), la misma que, según ha destacado un exultante Chris Martin, tan "amistosamente" les recibió en sus primeros tiempos con "Parachutes" (2000), época en que Coldplay apuntaba maneras, sin salir aún del armario de la ampulosidad.

Conocido ya su gusto por la épica, cuando el cuarteto componía "Mylo xyloto" (2011), en sus corazones ansiaba crear un disco acústico, pero la cabeza le devolvía uno pop y colorista, con aquel ejemplo extremo del tema "Every teardrop is a waterfall", que sampleaba el clásico "I go to Rio" de Peter Allen.

Para "Ghost stories", Martin y sus compañeros alumbraron nueve canciones que, a tenor de lo escuchado, esta vez sí les devolvían a las latitudes de "Parachutes", flirteando con el misticismo de Bon Iver en el tema "Midnight" o con un bonito tema de cadencia soul y baile agarrado en la penumbra al estilo de "Magic".

Todo hacía pensar que ese sería el tono predominante en su nueva y reducidísima gira, prevista para recalar en solo seis ciudades (algunas tan icónicas como la histórica Baden-Baden, donde actúan hoy) y en espacios tan íntimos como el E-Werk de Colonia, donde tocaron ante un millar largo de personas apretujadas.

En efecto, hubo anoche lírica intimista en cinco de los seis nuevos temas que interpretaron, como en la inaugural "Always in my head" o la plomiza "Oceans" (que parece un descarte de las lentas de "Mylo xyloto"), pero también desparrame y confetti en los viejos éxitos ("Clocks", "Viva la vida", "Fix you"...) y después, cuando se apagaron los micros de la emisora germana SRF3, en una baza oculta.

"Por favor, esta es la primera vez que vamos a tocar en vivo esta canción y querría pediros que guardéis los móviles para no romper la sorpresa al resto del mundo", reclamaba a su público Martin en tono cómplice, logrando -aparentemente- sofocar todas las luces de las cámaras.

Ahí empezó a sonar "A sky full of stars", título prestado de la frase que pronunció John Lennon en una noche estrellada bajo los efectos del LSD, con un soniquete inicial contagioso y contagiado por "Every teardrop is a waterfall", que acaba mirando menos hacia el leit-motiv urbano y grafitero de su predecesora y más hacia las discotecas, para las que es fácilmente exportable.

A ver cuánto tarda en llegar el remix, que no todo el monte es orégano, ni todo en "Ghost stories" es alta intensidad emocional. A bailar se ha dicho.

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