El asesinato de un militar despierta al fantasma de la dictadura en Brasil

  • El asesinato de un coronel retirado que admitió su participación en torturas durante el último régimen militar que imperó en Brasil (1964-1985) despertó hoy los fantasmas de la dictadura y puso en alerta a los grupos de derechos humanos.

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Eduardo Davis

Brasilia, 26 abr.- El asesinato de un coronel retirado que admitió su participación en torturas durante el último régimen militar que imperó en Brasil (1964-1985) despertó hoy los fantasmas de la dictadura y puso en alerta a los grupos de derechos humanos.

El coronel retirado Paulo Malhães, de 74 años, fue asesinado por supuestos ladrones que irrumpieron en su casa el pasado jueves, un mes después de que reconoció ante la Comisión Nacional de la Verdad, que investiga violaciones de derechos humanos durante la dictadura, que en aquella época participó en torturas y secuestros.

La Policía admitió que el asesinato ocurrió en "circunstancias extrañas", confirmó que los ladrones permanecieron nada menos que diez horas en la casa del coronel, que revolvieron todo el lugar, y dijo que no descarta ninguna hipótesis en relación al caso.

En el momento del suceso, en la residencia también se encontraba la esposa de Malhães, Cristina, quien dijo que ambos fueron amarrados en habitaciones distintas y que no supo en qué momento murió su marido, que según una primera versión de la Policía fue asfixiado.

No obstante, el certificado de defunción, obtenido hoy por el diario O Globo, dice que el militar murió por causa de un infarto, sin precisar si antes fue víctima de maltratos o asfixiado por los ladrones.

A pesar de ese dato, la Policía ratificó que trata el asunto como un asesinato.

Según las autoridades, los asaltantes robaron dos computadores, algunas armas de la colección personal del militar y otros objetos, aunque varios fueron encontrados luego en un terreno vecino.

Activistas de derechos humanos manifestaron hoy su "preocupación" frente al asesinato y afirmaron que pudiera haber sido motivado por su decisión de declarar ante la Comisión de la Verdad, creada en 2011 por la presidenta Dilma Rousseff, quien en su juventud estuvo dos años presa y fue torturada por los represores de la dictadura.

En su testimonio frente a la Comisión de la Verdad, prestado el 25 de marzo pasado, Malhães aportó escalofriantes detalles sobre los martirios que sufrían los opositores que caían en manos de los torturadores.

Precisó que en un centro de detención conocido como "Casa de la Muerte", que funcionó en la localidad de Petrópolis, cercana a Río de Janeiro, los cadáveres de quienes no resistían a las torturas eran mutilados a fin de impedir su identificación.

Dijo que incluso, con ese mismo objetivo, a los restos se les arrancaban las arcadas dentales y las puntas de los dedos, con lo cual era imposible que luego se estableciera la identidad.

Una de las víctimas de Malhães habría sido el diputado Rúbens Paiva, muerto durante la dictadura y cuya hija Vera Paiva aseguró hoy que está convencida de que el asesinato del militar tuvo como único objetivo el de callar su voz.

"Fue una 'quema de archivos'", declaró Vera Paiva al diario O Día, y afirmó que el asesinato de Malhães prueba que la "dictadura no acabó" y que agentes del antiguo régimen se mantienen activos y pretenden impedir que se reconstruya la "verdad histórica".

Recordó además que, en 2012, cuando comenzaba a funcionar la Comisión Nacional de la Verdad, fue asesinado en un supuesto asalto el coronel Julio Miguel Molina Días, también implicado en el secuestro y muerte del diputado Paiva, ocurrido en 1971.

La Comisión de Derechos Humanos del Senado se pronunció sobre el hecho y exigió una "urgente y rigurosa" investigación, a fin de que se esclarezcan "las dudas" que existen "sobre la real autoría y las circunstancias que cercan el caso".

Los miembros de la Comisión de la Verdad en el estado de Sao Paulo, ante quienes declaró Malhães el mes pasado, manifestaron su "sorpresa y preocupación" con la muerte del coronel, que pudiera ser un "mensaje" para los militares que decidan ayudar a establecer la "verdad histórica" sobre la última dictadura brasileña.

La muerte de Malhães, el primer militar de alto rango que decidió colaborar con esas investigaciones, ocurrió 25 días después de que viejos adeptos a la dictadura celebraron el 50 aniversario del golpe que, en 1964, asaltó el poder y privó de democracia al país durante 21 años.

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