
El jueves de la semana pasada, el 'bingazo' parlamentario echó a rodar como tantas otras veces, solo que, en esta ocasión, el escándalo sobrevolaba los escaños de sus señorías.
El jueves de la semana pasada, el 'bingazo' parlamentario echó a rodar como tantas otras veces, solo que, en esta ocasión, el escándalo sobrevolaba los escaños de sus señorías.
El ministro de Consumo se ha quedado más solo que la una en su discurso sobre la carne. Cuando el Gobierno en pleno no sale en tropel en tu apoyo ha llegado el momento de marcharse a casa.
La gallega está construyendo su propio personaje para dar el salto a esferas más altas, hasta el irónico punto de arriesgarse a que la cabeza le dé vueltas al pisar el Vaticano, como una niña cualquiera de 'El Exorcista'
Franco señaló a Juan Carlos I como heredero de la Jefatura del Estado. Y este, a Suárez como primer espada para desmontar la estructura franquista y gestar la Carta Magna. Pudo haber sido de otra forma, pero no lo fue.
La ministra ha pisado el acelerador social en el Gobierno de Sánchez mientras el Pontífice pide renta básica mundial y reducir la jornada laboral, como si hubiera un peligroso comunista en el sillón de San Pedro.
Ni la edad ni el sexo son garantía de sabiduría, capacidad y equilibrio. Tan criticable es un gobierno solo de hombres como otro formado por mujeres, jóvenes o no, si los elegidos no están a la altura que se precisa.
Han pasado 42 años. Algunos quieren hoy cambiar la Carta Magna: convendría leerla primero y saber cómo se gestó en la España gris de 1978.
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