UNA ALMEJA LONGEVA REVELA LA HISTORIA CLIMÁTICA DEL HEMISFERIO NORTE EN EL ÚLTIMO MILENIO

La almeja de Islandia, que es el animal más longevo del mundo, permite reconstruir la historia climática del Atlántico Norte en los últimos 1.000 años y determinar cómo el papel de los océanos en el clima atmosférico del hemisferio norte ha cambiado drásticamente en el último milenio.
Así lo afirma un equipo internacional de investigadores liderado por expertos de las universidades de Cardiff y de Bangor (Reino Unido), que han publicado un estudio en la revista ‘Nature Communications’. Estos expertos han extraído sus conclusiones al estudiar la química de los anillos de crecimiento en las conchas de la almeja de Islandia (‘Arctica islandica’), que es un molusco comestible que se encuentra en la plataforma continental de Norteamérica y de Europa y puede vivir más de 500 años.
Los anillos de crecimiento de sus conchas (similares a los de los árboles) pueden actuar como un sustituto de la composición química de los océanos, lo que permite a los investigadores reconstruir cómo han cambiado los océanos en los últimos 1.000 años con una precisión sin precedentes.
El estudio consistió en recoger almejas de esta especie en el norte de Islandia por ser sensores climáticos bajo el mar gracias a los anillos de sus conchas y en reconstruir ese archivo marítimo en un análisis que incluyó la datación por radiocarbono y la determinación de isótopos de oxígeno.
Después de diez años de trabajo, los investigadores dataron isótopos de oxígeno marino en un periodo de 1.488 años (de 953 a 2000). Se trata de elementos con números variables de neutrones. Los más pesados en los anillos de crecimiento de las conchas se asocian generalmente con agua marina más fría y más densa, y los más ligeros, con agua más caliente y menos densa.
El estudio indica que el océano desempeñó “un papel activo” en la variabilidad del clima en el último milenio, tanto en el periodo climático medieval de 950 a 1250 como en la Pequeña Edad de Hielo en Europa entre 1550 y 1850, aproximadamente.
Alan Wanamaker, uno de los investigadores, subraya que “durante los primeros 800 años de datos, los cambios en el océano parecían causar los principales cambios atmosféricos” y que, “después de 1800 y la revolución industrial, la atmósfera parecía tomar el control completo”.
ARCHIVO CLIMÁTICO
Entonces, los autores indican que los cambios en el Atlántico Norte, provocados por las variaciones en la actividad solar y las erupciones volcánicas, impulsaron el clima y provocaron cambios en la atmósfera antes de que la revolución industrial llegara allá por 1800, pero esto cambió a partir de esa fecha y los cambios en ese océano están ahora sincronizados con las variaciones en la atmósfera, que los científicos achacan a la influencia de los gases de efecto invernadero.
El estudio indica que la variabilidad marina ha desempeñado un papel activo en impulsar cambios en las temperaturas atmosféricas del hemisferio norte en la era preindustrial. “Esta tendencia no se observa durante el periodo industrial, donde los cambios de temperatura en el hemisferio norte impulsados por forzamientos artificiales, preceden a la variabilidad en el medio marino”, apuntan.
Hasta ahora, las observaciones instrumentales de los océanos sólo se extendieron a lo largo de los últimos 100 años, mientras que las reconstrucciones que utilizan núcleos de sedimentos marinos tienen incertidumbres temporales significativas, lo que ha limitado la capacidad de los investigadores para remontarse atrás en el tiempo y examinar el papel que el océano juega en el sistema climático.
“Si bien es probable que capturen un elemento de variabilidad natural, las fuertes tendencias antropogénicas observadas en las últimas décadas probablemente enmascaran los verdaderos ritmos naturales del sistema climático. Estos datos proporcionan, por tanto, un inestimable archivo del estado natural del sistema oceánico y la expresión de los cambios antropogénicos en los últimos 1.000 años”, subraya Ian Hall, de la Escuela de Ciencias de la Tierra y el Océano de la Universidad de Cardiff.

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