Begoña Huertas explora en un thriller psicológico la capacidad del autoengaño

  • Carmen Naranjo.

Carmen Naranjo.

Madrid, 27 sep.- Aunque nunca se planteó escribir un thriller, Begoña Huertas ha creado en su última novela, "Una noche en Amalfi", una obra de creciente tensión psicológica en la que explora "la capacidad del cerebro humano para autoengañarse", con una cuidada narrativa con la que defiende las reglas de su "oficio".

Begoña Huertas (Gijón, 1965) sitúa su obra, como indica el título, en la turística costa amalfitana, cerca de Nápoles, a la que viaja un joven matrimonio para disfrutar de una semana de vacaciones.

"Un paisaje maravilloso, que recuerda al encanto de los años cincuenta, pero que se puede convertir en algo opresivo: un montañón que te encierra con el mar. Todo es gigantesco y la medida humana se queda empequeñecida", explica a Efe la escritora y filóloga.

A diferencia de sus tres novelas anteriores, en las que empezaba "tirando de un hilo sin saber exactamente a dónde iba a ir", esta última "la vi antes de escribirla, como una película".

Un pequeño hotel rural aislado en el que no hay cobertura telefónica ni de internet comienza a dibujar el ambiente claustrofóbico que acompañará al lector durante toda la novela.

La mujer, Lidia, decide ir hasta el pueblo en autobús para transmitir un informe al trabajo y Sergio se queda en la habitación contemplando el mar y bebiendo una botella de vino. Pasan las horas y su mujer no regresa por lo que inicia su búsqueda acompañado de otro cliente del hotel.

A partir de ese momento, Huertas juega con la ceguera del protagonista ante todas las evidencias, "con su capacidad de engañarse y no ver cosas que tiene delante".

"Otro de los temas que me interesaba también reflejar es el de la crueldad de quien tiene el poder de saber", del que dota al personaje que acompañará a Sergio en su búsqueda.

Y, por supuesto, la escritora reflexiona sobre "las relaciones de quita y pon. Lo que yo llamo las relaciones Ikea, aquella que antes de que te canses, se desmonta, la haces y la deshaces en cuanto te da algún problema".

Consciente de que, con 154 páginas, "es una novela que está en los huesos", explica que ha querido evitar "grandes digresiones, el irme y abrir de pronto 20 páginas sobre un episodio pasado, me he ceñido a la trama".

Como lectora y escritora, Huertas expresa su predilección por los libros de divulgación científica y, en concreto, de neurociencia: "El último que he leído habla de cómo se aprovechan de los magos del auto engaño. No hay magia, lo que hay es un tipo que sabe manipular el cerebro para que veas lo que no hay, o al revés, para que no veas lo que hay".

También se confiesa seguidora de la novela psicológica y fan de fan de escritores como Patricia Higsmith o Ian Mc Ewan, autores que trabajan la psicología de los personajes, pues las "peripecias" la dejan "un poco fría".

Como filóloga, la novelista asegura que "en el escribir hay una parte de impulso, pero luego hay otra parte muy de oficio. Ahí hay que actuar como un profesional. El impulso y la inspiración ha venido pero tienes que mirar el texto y decidir si funciona".

Huertas, que imparte talleres de escritura creativa, asegura que "hay un método, hay unas reglas, unos recursos que están en tu mano utilizar bien o mal".

Con una visión muy perfeccionista del resultado, la novelista está sorprendida porque sólo haya tardado un año en llevar a cabo este libro, porque, reconoce, es muy lenta y reescribe mucho.

"Nunca escribes lo que quisieras haber escrito", reflexiona Huertas que confiesa, no obstante: "Ahora estoy en un momento raro de enamoramiento de 'Una noche en Amalfi'".

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