Enseñar sin enseñar, o cómo dejar que el niño descubra las cosas por sí mismo

  • Psicólogos cognitivos comprueban que los niños se interesan más por un juguete y descubren más funciones si se les deja explorarlo de forma independiente que si reciben una explicación concisa de cómo funciona. El estudio analiza el delicado equilibrio entre dar instrucciones directas y promover la exploración independiente.
Una de las niñas jugando durante el experimento (Patrick Gillooly)
Una de las niñas jugando durante el experimento (Patrick Gillooly)
Patrick Gillooly
lainformacion.com

Alguien te ofrece el último cacharro tecnológico del mercado y te explica cómo funciona, pero sólo te enseña una función. ¿Seguirías investigando hasta descubrir qué más hace? Ahora imaginemos la misma situación con niños. Es lo que ha hecho un grupo de psicólogos cognitivos, cuyo estudio publica la revistaCognition y resume la web del MIT.

Para el experimento, los investigadores construyeron un juguete con tubos de colores y cuatro funciones diferentes (un chirrido, luces, música y un espejo) y lo dejaron al alcance de 85 preescolares en el Museo de la Ciencia de Boston. Para controlar las reacciones, la entrega del juguete se hizo en cuatro situaciones: en la primera el investigador era explícito (enseñaba el juguete y explicaba la función de chirrido sin mencionar las otras), en la segunda hacía lo mismo pero simulaba que la explicación era interrumpida, en la tercera simulaba encontrar el juguete y descubrir la función por casualidad y en la última simplemente se sorprendía por encontrarlo y se iba.

Después de cada situación, los experimentadores dejaban a los niños solos con el juguete y anotaban cuáles eran sus reacciones. El resultado mostró que en la primera situación - la más explicativa - la mayoría de los niños solo descubrían la función que les indicaba el investigador, mientras que en las otras tres situaciones los niños se interesaban por el juguete y descubrían al menos una o dos funciones más.

Además, de media, los niños a los que les explicaban todo jugaban mucho menos tiempo que el resto, por debajo de los dos minutos. Cuando el investigador simplemente dejaba el juguete y se iba, los niños pasaban más de tres minutos explorándolo.

Los resultados, indica el estudio, muestran lo sensibles que son los niños al escenario y contexto en que se les enseña algo: si creen que ya se lo han enseñado todo se muestran mucho menos motivados. En realidad, apuntan, no se trata de argumentar contra la instrucción directa - hay cosas que no puede uno aprender explorando, como leer, el cálculo o conducir un coche-, pero los profesores deberían aprender a enseñar dejando algunas puertas abiertas a nuevas posibilidades.

Más información: Don't show, don't tell? (MIT News)

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