España tuvo un papel trascendental en el seguimiento de la llegada a la luna

  • La estación de Fresnedillas de la NASA, situada a unos 55 kilómetros de Madrid, tuvo un papel "trascendental" en el seguimiento de la misión espacial a bordo del Apolo 11, que permitió al hombre pisar la Luna por primera vez en lo que fue un logro histórico, del que se cumplen este lunes cuarenta años.
EFE
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Así lo ha explicado a Efe el físico Luis Ruiz de Gopegui, ex director de proyectos de la NASA en España, quien se ha referido a aquel primer alunizaje el 20 de julio de 1969, como un momento "e;de gran nerviosismo y preocupación, aunque también de emoción, por el temor entre los responsables de la misión a que las cosas no salieran perfectas"e;.

"e;Entonces no era consciente de que estaba viviendo un hito histórico; sólo pensaba en que las cosas salieran bien"e;, según Ruiz de Gopegui.

Durante la semana de duración de aquella misión, que permitió que el astronauta estadounidense Neil A.Armstrong pisara la Luna por primera vez, tres estaciones espaciales se fueron pasando el relevo en su seguimiento, con intervalos de ocho horas cada una de ellas, garantizando la observación las veinticuatro horas del día. Estas estaciones eran la de Fresnedillas, en Madrid, junto con otras dos en Estados Unidos y Canadá, respectivamente.

Los datos obtenidos desde Fresnedillas durante aquella misión fueron de tres tipos. Unos de seguimiento de la nave, con el objetivo de tenerla siempre localizada en el espacio, y asimismo controladas su velocidad y trayectoria de vuelo, según Ruiz de Gopegui.

Otros datos obtenidos permitían la medición de los parámetros de la nave y del estado de los tres astronautas a bordo, es decir, su ritmo cardíaco o su respiración.

El tercer grupo de datos consistía en un chorro de información inversa, es decir, desde la Tierra hasta la nave, mediante comandos de órdenes para encender un interruptor, aumentar o reducir la temperatura en cierto lugar, entre otros.

Ruiz de Gopegui se ha felicitado de que España ya estuviera presente en "e;los comienzos de la aventura espacial"e;, un reto que al inicio compartían "e;sólo unos pocos"e; y que ahora une a muchos países, no tanto por la carrera por el poder, como antiguamente, ha precisado, sino por motivos científicos.

De cara al futuro, Ruiz de Gopegui advierte de que no ve factible ideas como el establecimiento de "e;un puente aéreo"e; desde la Tierra a la Luna, dados los altos costes que todavía recaen sobre las misiones espaciales.

En Europa, los esfuerzos espaciales se canalizan preferentemente a través de la Agencia Espacial Europea (ESA), un organismo constituido en 1975, y del que España fue socio fundador.

La primera contribución española a la ESA en 1980 fue de 1.418 millones de pesetas (equivalentes a unos 8,5 millones de euros), lo que suponía el 2,5 por ciento de la contribución total al organismo.

Con los años, España ha ido elevando su presupuesto a la ESA; a mediados de los noventa lo estabilizó en torno a los 100 millones de euros anuales, y en los últimos años lo ha incrementado para ganar peso en la industria espacial europea.

Así, en 2005 los fondos aportados superaban los 153 millones de euros, y en 2008 estuvieron por encima de los 206 millones de euros.

Para el período entre 2009 y 2011, está prevista una inversión española en programas espaciales de más de 677 millones de euros, reforzándose el papel de España en quinta posición en la ESA, con una contribución media equivalente al 8 por ciento de los fondos.

Desde el punto de vista tecnológico, España viene participando en estudios para la preparación de futuras misiones a la Luna en lo relativo a sondas de exploración, desarrollo y equipamiento de bases lunares.

Recientemente la ESA ha aprobado el programa Luna Lander, cuya misión es desarrollar un vehículo espacial y su aterrizaje en la Luna, y aun encontrándose en fase muy preliminar, está suscitando gran interés en la industria y la comunidad científica españolas.

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