Indonesia prepara un gran salto en internet

  • Con 40 millones de usuarios, las redes en Indonesia están hasta los topes. Además, la sociedad indonesia se caracteriza por ser joven y la clase media es cada vez mayor, lo que le hacer ser un país fértil para los emprendedores. Y un buen campo de cultivo para las grandes empresas.
Con 40 millones de usuarios, las redes en Indonesia están hasta los topes.
Con 40 millones de usuarios, las redes en Indonesia están hasta los topes.
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Sara Schonhardt, Nusa Dua (Indonesia) | GlobalPost

Los apasionados de la tecnología en Indonesia recibieron una inyección de confianza el pasado fin de semana, cuando el jefe de Google, Eric Schmidt, les prometió que la tecnología transformará su país.

Indonesia es un mercado emergente de 240 millones de habitantes, con la segunda comunidad en tamaño en Facebook, la tercera en Twitter y cerca de 40 millones de usuarios de internet. Y todo ello gracias al crecimiento del mercado de teléfonos móviles con conexión a internet.

"El futuro va a ser de Asia", dijo Schmidt ante centenares de emprendedores indonesios y fans de Google en una conferencia celebrada en Bali.

La gran cantidad de jóvenes (el 30 por ciento de la población del país tiene entre 15 y 24 años) y su creciente clase media, con unos ingresos per cápita que han aumentado a 3.000 dólares al año, convierten a Indonesia en un terreno fértil para los emprendedores.

Si se suma eso a la era de internet en la que vivimos, dice Schmidt, el resultado es un actor regional muy poderoso. "Vais a tener una explosión de internet, y esa explosión va a cambiar el país", les dijo.

Esa explosión supone desafíos (como las infraestructuras, que están en el primer lugar de la lista), pero la mayor parte de los especialistas aseguran que los beneficios superan los aspectos negativos.

La enorme extensión de Indonesia, su pesada burocracia y amplia disparidad en los ingresos de las familias suponen algunos de los mayores obstáculos.

La mayor parte de los indonesios acceden a internet a través de sus teléfonos móviles o en cibercafés, porque no pueden permitirse tener ordenadores en casa. Esto significa que, pese a que se esté registrando una mayor conectividad, Indonesia sigue teniendo la menor penetración de internet en el sureste asiático (18 por ciento).

El que 40 millones de personas accedan a internet no es ninguna tontería, pero esa cifra es abultada en gran parte porque Indonesia tiene una enorme población y no porque el nivel de conectividad sea alto.

Lograr que esas cifras de conexión aumenten supone una enorme oportunidad empresarial, según Schmidt.

El año pasado Google generó 64.000 millones de dólares en ganancias para los negocios de EEUU. "Eso os da un ejemplo de la escala que se puede alcanzar si construís vuestros negocios en torno a internet".

Los retornos de inversión que aporta internet son ciertamente positivos. Pero algunos analistas dicen que el aumento del acceso a internet también puede acabar en abusos.

Muchos activistas utilizan las nuevas tecnologías para expresas sus opiniones y distribuir información, pero los grupos radicales también las están usando para traducir propaganda y difundir sus mensajes extremistas a través de la red.

"Internet puede ser utilizada para muchas cosas, buenas o malas. Puede ser usada por activistas pacíficos o radicales islamistas", afirma Andreas Harsono, un investigador indonesio que trabaja para Human Rights Watch.

Al mismo tiempo, la gente en Japón utilizó internet para encontrar a parientes perdidos y organizar la ayuda después del terremoto y el posterior tsunami de marzo.

En Indonesia los activistas han usado Facebook para protestar en contra de la corrupción y lograr apoyo para varias causas. El año pasado miles de personas se sumaron a un movimiento online para pagar la multa de 33.000 dólares impuesta a Pritya Mulyasari, una ama de casa condenada por difamación por enviar un correo electrónico a amigos criticando el tratamiento que había recibido en un hospital local.

Iniciativas como este demuestran la capacidad de internet para movilizar a la gente desperdigada por las 17.000 islas que conforman Indonesia, afirman los activistas pro derechos humanos.

A principios de julio cientos de trabajadores se declararon en huelga en la mina Freeport McMoRan de Grasberg, Papúa, una de las mayores reservas de oro y cobre del mundo. Muchos dijeron que se habían enterado a través de internet de lo bajos que eran sus sueldos en comparación con los de otras operaciones de Freeport, y que estaban horrorizados.

"Sin internet no se habrían enterado de ese desequilibrio", asegura Harsono, que recibe frecuentemente noticias de abusos a través de su comunidad online. El 22 de julio, por ejemplo, se enteró a través de un amigo en Facebook que dos activistas en el sur de Papúa habían sido detenidos.

Algunos aseguran que este mayor acceso a la información podría espantar a los inversores extranjeros, que no buscan huelgas y demandas de sueldos más altos cuando precisamente la mano de obra barata en Indonesia es una de las razones por las se ha convertido en una base manufacturera atractiva que compite con China.

Gita Wirjawan, presidente de la Junta de Coordinación de Inversiones de Indonesia, dice que el Gobierno es consciente de esos desafíos y que será capaz de afrontarlos. "Si se observa la fotografía en todo su conjunto, si se miran los números, lo que se ve es  muy seductor", asegura.

De hecho, la mayor economía del sureste asiático está consiguiendo llamar la atención de inversores deseosos de acceder a su enorme base de consumidores y su riqueza en recursos naturales, especialmente cuando los precios en ascenso del carbón, el caucho y el aceite de palma prometen importantes dividendos.

El crecimiento rápido sumado a una floreciente sociedad civil y medios de comunicación libres también favorece un entorno propicio para la creación de nuevas empresas en internet.

Rama Mamuaya, fundador del blog tecnológico indonesio DailySocial.net, cree que hay más de 700 "startups" tecnológicas, a ritmo de una nueva por semana.

Pero con el crecimiento explosivo también llegan nuevos problemas. Mamuaya teme que se produzca una burbuja tecnológica debido al gran número de inversores locales dispuestos a invertir en empresas nuevas.

"Crear una empresa cuesta tan sólo unos 100.000 dólares. Y estas personas están ofreciendo desde un millón a 10 millones de dólares por compañías que tienen menos de un año. Es demasiado dinero demasiado pronto", advierte.

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