Intel encuentra un problema en los sistemas Sandy Bridge que le obliga a parar su producción

  • Esto supondrá retrasos en la disponibilidad de estos nuevos procesadores hasta que el ritmo de fabricación pueda ponerse al día
Wicho / Microsiervos
Wicho / Microsiervos

Presentados en el Consumer Electronics Show (CES) de Las Vegas, celebrado a principios de enero, la nueva familia de procesadores Sandy Bridge de Intel promete mejoras en las prestaciones de los chips de dos, cuatro, seis y ocho núcleos del fabricante al estar fabricados con tecnología de 32 nanómetros.

Esto permite a Intel meter más transistores y por tanto más capacidad de proceso en los chips, que además consumen menos energía que los anteriores.

Otros cambios incluyen la incorporación de tarjetas gráficas integradas -aunque aquí ciertamente sea inapropiado utilizar el término tarjeta porque no existen como tal- lo que permite también un menor consumo y menor generación de calor, aunque los más aficionados a los juegos probablemente querrán seguir utilizando tarjetas gráficas independientes.

En cualquier caso, y aunque Intel se las pintaba muy felices con esta nueva generación de procesadores, hoy mismo ha tenido que anunciar que detiene la producción de los chips Sandy Bridge porque ha detectado un problema con uno de los circuitos integrados de apoyo de esta arquitectura, no con los microprocesadores propiamente dichos.

En concreto se trata del encargado de las comunicaciones con los dispositivos SATA, cuyo funcionamiento, según informa Intel puede ir degradándose con el tiempo, haciendo que el acceso a discos duros, lectores de DVD y similares vaya a peor.

Por lo visto el problema está ya identificado, y aunque Intel ya ha parado la producción de los circuitos afectados para ponerse a fabricar un nuevo diseño que corrige el problema, aquellos que hayan comprado ordenadores con procesadores Core i5 y Core i7 de segunda generación de cuatro núcleos podrían verse afectados.

No está claro si la solución pasará por cambiar esos equipos o instalarles un nuevo chip que corrija el fallo detectado, pero en cualquier caso en esta ocasión al menos Intel parece haber aprendido de los problemas que tuvo cuando negó empecinadamente que existiera un error de división con los Pentium allá por 1994.

En aquel entonces tuvo que ser un usuario el que sacara a la luz el tema, y tras varios meses de negarlo Intel al final se vio obligada a ofrecerse a cambiar los procesadores afectados a cualquiera que lo solicitara, lo que se calcula que le costó unos 475 millones de dólares.

En esta ocasión se calcula que el problema causará unas pérdidas de unos 300 millones en el primer trimestre de 2011, pero que en el global del año no tendrá efecto.

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