Aunque el problema del consumo de energía es aplicable a todo tipo de ordenadores, su importancia es mayor si cabe entre los ordenadores más grandes como servidores, que pueden requerir sistemas de refrigeración que consumen aún más electricidad que ellos mismos, y los más pequeños, aquellos destinados a funcionar con baterías, como teléfonos móviles, tablets o portátiles, en los que un menor consumo significa una mayor autonomía.
Errores de funcionamiento a bajo voltaje
Pero la progresiva disminución en el tamaño físico y en el consumo de los microprocesadores trae parejo un problema: se incrementa el número de errores en los procesos internos y de intercambio de información.
Al haber menos electrones circulando por los circuitos la pérdida de alguno o de unos pocos de ellos puede suponer la pérdida de la información que se está procesando, según recoge Technology Review,
Es como intentar ducharse con la lavadora y el lavavajillas funcionando. Igual que esa mayor demanda de agua puede reducir la presión en la ducha, con los microprocesadores funcionando a bajo voltaje puede suponer la pérdida de tensión circulando entre los miles de millones de transistores que lo forman, y esto puede llevar a errores en su funcionamiento.
Además este tipo de circuitos de bajo voltaje están más expuestos al ruido, a interferencias en su funcionamiento y son más vulnerables a los cambios de temperatura.
Para solucionar esto Intel explora varias vías a través de su programa Energy-Efficient Systems Architecture, que entre otras soluciones desarrollo un mecanismo de control de errores que es capaz de variar el voltaje de funcionamiento del procesador, incrementándolo si detecta que se está produciendo una pérdida de datos y reduciéndolo cuando los procesos se están ejecutando con normalidad. De este modo se logra reducir el consumo sin comprometer a la fiabilidad.
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