"Las armas sónicas son el nuevo juguete de la policía"

  • En los últimos días los cañones de sonido han sido utilizados contralos manifestantes de la cumbre del G-20 y para perturbar a losinquilinos de la embajada brasileña en Honduras. Las armas sónicasempiezan a ser una herramienta de uso generalizado para el control demasas.
El cañón de sonido en la cumbre del G-20 (Margaretkilljoy, Flickr)
El cañón de sonido en la cumbre del G-20 (Margaretkilljoy, Flickr)
margaretkilljoy (Flickr)
Antonio Martínez Ron
Antonio Martínez Ron

Una furgoneta de la policía se detiene en una esquina, dirige sus altavoces a la multitud y dispara su cañón de sonido. En pocos segundos los manifestantes se dispersan, se tapan los oídos y tratan de refugiarse como pueden de ese puñal que se clava en sus cerebros.

La situación ha sido vivida hace apenas unos días por los manifestantes ante la cumbre del G-20 en las calles de Pittsburgh. Los vídeos de la multitud desconcertada circulan desde hace días por la red y provocan una sensación inquietante. Por primera vez en la historia, las fuerzas de seguridad de EEUU han utilizado los cañones sónicos contra sus propios ciudadanos, lo que supone un serio precedente en lo referente a derechos civiles.

 

Una sacudida insoportable

El cañón en cuestión es conocido como LRAD (las siglas en inglés para "Dispositivo Acústico de Largo Alcance")  y es capaz de emitir sonidos de hasta 150 decibelios que dejan aturdido a cualquiera que se interponga en su camino en una distancia de más de 100 metros.

"Es como una navaja afilada", asegura Chiu Longina, antropólogo experto en acústica y coordinador de la plataforma Escoitar.org. "Esta nueva tecnología permite emitir un rayo de sonido por encima de los 120 decibelios, de forma que obliga a la gente a tirarse al suelo y a taparse los oídos". "La forma más fácil y aséptica", resume, "de decirle a alguien "arriba las manos" sin necesidad de acercarse demasiado".

Los cañones de sonido habían sido empleados hasta ahora por el ejército en lugares como la guerra de Irak, la invasión israelí de Gaza o contra los piratas de Somalia. Hace una semana, los soldados a las órdenes del gobierno golpista de Hondurasutilizaron el mismo cañón sónico para acosar a los miembros de la embajada de Brasil, en la que se refugia el presidente depuesto, Manuel Zelaya.

"Lo están utilizando en todas partes", asegura Longina. "Para la policía y los ejércitos es un juguete nuevo y se han dado cuenta de que es muy fácil disolver una manifestación con él". "Han conseguido focalizar el sonido, casi como un haz de luz, lo que les da la capacidad de apuntar, como con una pistola".

Dolor, mareo, desorientación

La efectividad del sistema se basa en los efectos que produce. Dolor en la base occipital, opresión en el pecho, y una sensación tan intensa en el cerebro que "hace que sigas oyéndolo aunque pasen varias horas". A máxima potencia, el rayo de sonido altera el líquido del oído interno de forma que el sujeto se marea y tiene que echarse al suelo porque el sonido hace que le vibren hasta los ojos.

Sin embargo, es dudoso que el cañón pueda provocar los graves daños cerebrales que algunos le atribuyen. Es muy difícil que pueda causar, como se ha dicho, aneurismas cerebrales. Y para protegerse basta con unos buenos tapones para los oídos, como los que utilizan los propios agentes cuando lo ponen en marcha.

Lo más inquietante, quizá, está en la capacidad de este nuevo sistema de invadir nuestro espacio vital y personal a larga distancia y sin previo aviso. "El sonido", añade Longina, "tiene la virtud de no dejar marca, de modo que no hay forma de reclamar ante un juez por los daños, a pesar de que produce un deterioro y una alteración evidente".

Desde hace unos años, la compañía Holosonics ha desarrollado un sistema parecido al LRAD pero con algunas diferencias. El cañón "holosónico" es capaz de dirigir los sonidos y hablarle a una persona en concreto sin que el individuo de al lado se dé cuenta. La diferencia está, según Longina, en que el sonido de estos cañones "hace que te resuenen los huesos craneales", de modo que el sujeto elegido escucha una voz como si le hablara dentro de la cabeza". "Exactamente igual que la escuchan los esquizofrénicos", asegura. Una característica que, aplicada en el terreno del control de masas, tiene implicaciones mucho más perturbadoras que la mera dispersión de manifestaciones.

Imagen: Margaret Killjoy (Flickr)

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