Philip Ball: la banda sonora del mundo actual es más de Wagner que de Mozart

  • La economía podría aprender mucho de la física, pero según Phillip Ball, editor de la revista Nature durante 20 años, los mercados financieros se han fijado en modelos erróneos que han provocado una crisis mundial con una banda sonora que suena "más a Wagner que a Mozart".

Sergio Andreu

Barcelona, 17 mar.- La economía podría aprender mucho de la física, pero según Phillip Ball, editor de la revista Nature durante 20 años, los mercados financieros se han fijado en modelos erróneos que han provocado una crisis mundial con una banda sonora que suena "más a Wagner que a Mozart".

Ball, un divulgador que ha dedicado gran parte de su vida a analizar la interacción entre ciencia, cultura y artes, afirma a Efe que aunque la economía podría aplicar mejor el conocimiento logrado por la física sobre sistemas complejos, "por desgracia estos campos se han distanciado muchísimo porque los economistas se resisten a cualquier cambio".

Licenciado en Químicas por Oxford y doctor en Físicas por la Universidad de Bristol, Ball (1962) -que ha pasado por Barcelona invitado por el Institut d'Arquitectura Avançada de Catalunya- asegura que la Física utiliza herramientas exportables a la economía y a otros ámbitos sociales.

Pone el ejemplo del tráfico. "Si vemos la circulación como unas partículas que se mueven e intentan no colisionar, nos damos cuenta de que comportamientos complejos como los atascos se pueden explicar de forma simple: vehículos que van más o menos a la misma velocidad y no pueden cambiar de carril; si una persona frena demasiado rápido puede generar el atasco", explica.

El autor de "Masa crítica", obra en la que abordaba la relación entre las ciencias naturales y sociales, advierte no obstante a los utópicos que la economía está "fuera del sistema de equilibrios" y que ésa es su naturaleza fundamental.

"Las fluctuaciones son una parte esencial de cómo funciona el sistema y esto no quiere decir que no se puedan controlar, pero si no las reconocemos no se logrará", indica.

El científico comprende la desconfianza y enfado de la ciudadanía con los economistas y "la gente que toma decisiones" muchos de los cuáles "siguen" en el cargo después de haber implementado políticas catastróficas.

Aunque reconoce que existen ramas útiles de la economía, remarca que ésta, en general, no ha sabido responder a la cuestión básica: cómo gestionar un sistema de libre mercado con esas fluctuaciones tan grandes. "Partimos de un punto de vista totalmente erróneo y por ello es lógico que algunos se cuestionen si la economía es una ciencia de verdad", asevera.

Los años dedicados a la reflexión no le han hecho -señala- más racional que cualquier otra persona a la hora de tomar decisiones personales.

"Quizás tengo mayor consciencia de que estamos más influidos de lo que pensamos por el exterior, que somos parte de una red de interacciones y que esto va a condicionar nuestra forma de pensar", insiste.

Ball, que ha tratado en sus trabajos aspectos tan variados como el "recurso precioso" del agua en un planeta en proceso de calentamiento y superpoblado, ha dedicado su última obra "Unnatural: The Heretical Idea of Making People" al largo camino recorrido por la ciencia hacia la genética y la creación de vida humana.

Para él, las tecnologías genéticas conllevan nuevas preguntas éticas así como la necesidad de plantear una regulación, pero no ve razones para que no se desarrollen con el marco adecuado.

"Lo que me preocupa es que esas preguntas éticas se debatan con ideas que se derivan del mito: del mito de Dios, de los dioses, pero también de 'Frankenstein' como mito moderno, como en un 'Mundo feliz', porque existen ideas míticas sobre la existencia del alma dentro del cuerpo que no son necesariamente religiosas", afirma.

Como editor de la revista Nature durante décadas, a este británico no le sorprende la extensión del creacionismo en EEUU, la corriente que niega la teoría de la evolución y "que en este país siempre ha estado muy extendida".

"Para los europeos es difícil comprender, pero es importante no verlo como una objeción a la ciencia en general. Esta gente tienen una gran habilidad para tener pensamientos totalmente contradictorios: creer en la ciencia que les conviene y rechazar el resto y ése es el problema fundamental, pensar que la ciencia se puede dividir en aspectos que aceptas y otros que no", argumenta.

Ball es autor también de "El instinto musical" (Taurus) un tratado sobre cómo funciona la música "y por qué no podemos vivir sin ella", donde explicaba la diversidad de usos que las culturas dan a esta forma de expresión.

Si se le pregunta qué banda sonora pondría hoy al convulso momento social, el investigador se lo piensa un poco: "Wagner, estamos tratando casi temas teológicos, dramáticos; estamos muy lejos del disfrute de la vida que nos ofrecía Mozart", contesta.

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