Reportajeel campo magnético de la tierra se debilita


Aunque no podemos verlo, el campo magnético terrestre envuelve nuestro planeta y nos protege de la radiación solar y de los rayos cósmicos que vienen del espacio interestelar. Es un eficaz sistema de defensa muy difícil de encontrar en otros planetas pequeños como el nuestro. Pero desde hace años el campo se está debilitando y sus polos se están moviendo de forma acelerada. Expertos de la Universidad Complutense explican a Servimedia qué está pasando.
El campo magnético envuelve nuestro planeta y lo protege de la radiación dañina. Si desapareciera, no sobreviviríamos por mucho tiempo. Y no es algo imposible: se cree que Marte lo tuvo en el pasado y lo perdió y, en consecuencia, perdió también la mayor parte de su atmósfera (que quedó reducida a una capa muy fina), el agua y las condiciones favorables para la vida.
María Luisa Osete, catedrática de Física de la Tierra de la Universidad Complutense de Madrid (UCM), destaca a Servimedia el papel tan relevante que tiene el campo magnético: “Es muy importante para el desarrollo de la vida. Nos está protegiendo de la radiación que viene del Sol y de los rayos cósmicos. Es un escudo protector que no deja que pasen las partículas de alta energía”. Osete prosigue: “Cuando hay erupciones solares, se producen emisiones de partículas de alta energía, pero muchas de ellas no alcanzan la superficie del planeta porque el campo magnético las desvía”.
Por su parte, Maurizio Matesini, profesor titular de la Facultad de Física de la UCM e investigador del Instituto de Geociencias (IGEO), explica cómo se genera y se mantiene el campo magnético: “El núcleo interno del planeta es una esfera sólida de hierro y está rodeada de una capa de hierro líquido, el núcleo externo. En el núcleo externo se producen corrientes que generan y mantienen el campo magnético por un mecanismo denominado geodinamo”.
Matesini es más preciso: “El núcleo interno sólido de la Tierra va creciendo un milímetro por año, porque el núcleo externo se va cristalizando y solidificando capa por capa. El núcleo externo está compuesto de hierro y de otros elementos, cuando se va enfriando, se cristaliza y purifica el hierro líquido, mientras que los otros componentes más ligeros suben y producen un movimiento de convección que, junto a las variaciones de temperatura, genera esos movimientos en el núcleo externo líquido que son el origen del campo magnético terrestre”.
Este es el proceso, que funciona y se retroalimenta como una dinamo. “Tenemos un generador que es el motor térmico y luego corrientes eléctricas que están en movimiento. Esas corrientes interaccionan y producen un campo magnético”, señala Osete.
EL CAMPO SE DEBILITA
Por su importante función de escudo protector, el campo geomagnético es observado con suma atención por parte de los científicos. En 1968 se creó el primer modelo IGRF (International Geomagnetic Reference Field), con el fin de describir el campo magnético y sus variaciones. La Asociación Internacional de Geomagnetismo y Aeronomía (IAGA) se reúne cada cinco años y, con los datos de todos los observatorios terrestres y los satélites, se fija un nuevo modelo de referencia para el siguiente lustro.
Desde hace décadas hay observatorios magnéticos distribuidos por diversos puntos del globo para medir la intensidad y dirección del campo magnético. Pero el gran avance de estas mediciones llegó con las misiones espaciales. La NASA envío la primera, llamada Magsat, en 1979. La ESA, por su parte, lanzó la misión Cluster en el año 2000 para el estudio del viento solar y su interacción con la magnetosfera y en la actualidad tiene desplegada la ambiciosa misión Swarm, con la que recoge información de la evolución del campo magnético a través de las observaciones de tres satélites.
De este modo, los científicos han detectado que el campo magnético se está debilitando. De media, ha disminuido un cinco por ciento en los últimos 100 años. Los datos recogidos en los primeros meses de la misión Swarm han confirmado este debilitamiento general pero también revelan algunas anomalías sorprendentes, por ejemplo, que hay una región situada al sureste de África y al sur de la India donde el campo se está reforzando.
“El campo disminuye más en toda América, y en el Atlántico Sur tenemos un mínimo donde cada vez se acelera más esa disminución”, comenta María Luisa Osete. Esa zona donde el campo magnético es sumamente débil se ha bautizado como ‘Anomalía del Atlántico Sur’. Más del 90 por ciento de los problemas técnicos que sufren los satélites ocurren cuando atraviesan esa zona.
Con los datos de Swarm, los científicos también han podido comprobar cómo el polo norte magnético (que está situado en el polo sur geográfico) está acelerando su movimiento hacia el norte geográfico. La media era de entre 10 y 20 kilómetros al año pero en 2013 se desplazó a una velocidad de entre 50 y 60 kilómetros.
INVERSIÓN DE LOS POLOS
Muchos científicos creen que ese debilitamiento del campo podría indicar el comienzo de una inversión de los polos magnéticos. Se trata de un proceso natural que se ha producido en numerosas ocasiones a lo largo de la historia del planeta. Se conocen más en detalle las inversiones ocurridas en los últimos 160 millones de años a partir del estudio del suelo oceánico y se observa que es un proceso que no sucede de forma regular. La última reversión geomagnética ocurrió hace 780.000 años, si bien las inmediatamente anteriores se produjeron hace 900.000 años y hace 1.060.000 años, respectivamente.
Sobre el peligro que entrañaría este fenómeno para las distintas especies que habitan la Tierra, no hay muchas certezas. María Luisa Osete responde: “Lo que parece que ocurre cuando hay una inversión no es que el campo se reduzca a cero, es decir, la Tierra no se queda nunca totalmente desprotegida, pero el campo es más pequeño. El dipolo disminuye, se da la vuelta y vuelve a aumentar”.
“No es algo completamente catastrófico a escala planetaria –continúa esta catedrática de la UCM–. No se han registrado grandes desapariciones de especies sobre la Tierra asociadas a cada inversión, pero no sabemos qué influencia concreta puede tener sobre una especie en particular. El hombre de Atapuerca vivió un proceso de inversión del campo magnético”.
La inversión de polos es un proceso largo y gradual, dura miles de años (se calcula que entre 1.000 y 3.000), y la vida se adapta. Aunque hay algunas especies a las que les puede afectar. Por ejemplo, hay bacterias, aves o especies marinas que se orientan gracias al campo magnético. No se sabe a ciencia cierta en qué medida les perjudicaría una inversión de los polos.
En lo que a los seres humanos respecta, lo más probable es que podamos sobrevivir a una inversión de los polos magnéticos. Sin embargo, una fuerte disminución del campo magnético terrestre afectaría completamente a nuestra forma de vida debido a la fuerte dependencia que tenemos de las tecnologías. Un aumento de la actividad solar (que se produce cada 11 años), unido a una disminución del campo geomagnético, tendría importantes efectos en las comunicaciones, el suministro eléctrico, así como otros problemas para los que no estamos preparados.

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