Rock Band 4: este revival sí que mola

    • Los juegos musicales han vuelto por la puerta grande.
    • Tienen ante sí el reto de no saturar el mercado y convertirse en un proyecto de largo recorrido.
Rock Band 4 supone la primera piedra del renacer del juego musical. (Harmonix)
Rock Band 4 supone la primera piedra del renacer del juego musical. (Harmonix)

Como si de una banda de los ochenta o noventa que decide volver a los escenarios, Rock Band ha vuelto después de seis años de silencio lúdico. Seis años que se dicen pronto, pero que equivalen al doble del tiempo en el que aparecieron los tres juegos de la saga, que vieron la luz entre 2007 y 2010.

Y como una banda que vuelve tras años retirada, pocas cosas cambian en el fondo. Algunas arrugas por aquí y unas viejas rencillas por allá pero, en el fondo, todo se mantiene igual. Y ese es el gran triunfo de Rock Band, un juego cuya pérdida de fuelle se puede definir con una palabra: saturación. Lanzar tres juegos al mercado en pleno inicio de la crisis y pedir a los jugadores que se gastaran del orden de los 100 o 150 euros por entrega si tenían que hacer un desembolso extra por instrumento -no hay que olvidar que Rock Band 3, el más ambicioso hasta la fecha, contaba con un teclado y hasta tres guitarras diferentes- fue demasiado para las economías caseras.

Pero para aquellos que se hicieron con un instrumento en su día y que simplemente compraba cada nueva entrega junto a sus diferentes DLCs, el parón de Rock Band fue un jarro de agua fría. Demasiado fría, especialmente cuando el cambio de generación arrinconó poco a poco a nuestras PS3, Xbox 360 y Wii en favor de las máquinas de nuevo cuño.

Rock Band 4 ha vuelto y lo ha hecho sin perder un ápice de los rasgos que le hicieron famoso. Para el que esto escribe, el juego es una oportunidad de ponerse frente a una batería -de plástico, sí- y pretender durante un par de horas al día que forma parte de una banda que gira alrededor del mundo. Las bases del juego son las mismas aunque hay algunos matices que, para bien, han lavado la cara del juego.Improvisaciones menos improvisadas

Uno de ellos es el hecho de que las zonas reservadas a la improvisación, que en anteriores Rock Band se dejaban a gusto del usuario para que tocara las notas que creyera oportunas, ahora ofrecen su propia secuencia de botones, diferentes del ritmo habitual, y que premian al jugador que sabe improvisar en el momento oportuno.

Otro punto a favor del título son unos instrumentos que han ganado algo en calidad. Los pads de la batería no son tan ruidosos como antaño -aunque no son precisamente silenciosos- y el tacto del pedal ofrece más confianza que el de hace un lustro. Es una pena que Madcatz, colaborador del estudio Harmonix en la creación de periféricos, y el estudio responsable del título hayan pecado de prudentes: la batería sólo se puede adquirir en el pack completo del juego mientras que la guitarra sí se puede comprar por separado, lo que penaliza a un cierto tipo de jugador.

Pero en lo que es un guiño que encantará a los seguidores de la serie, aunque el proceso sea un dolor de muelas, es la capacidad de poder importar canciones de los dos primeros títulos de la saga así como los contenidos descargables adquiridos con el tiempo. El proceso debería ser más sencillo pero en favor de Harmonix hay que decir que es gratuito y que el estudio no ha querido ensañarse con el usuario cuando muchos otros estudios, o fabricantes de consola, habrían aprovechado para sacar una pequeña tajada.

¿Qué le espera a Rock Band en el futuro? Harmonix ya ha dejado entrever que el futuro son pocos juegos y muchas actualizaciones por software. Cuanto más se acerque la experiencia de juego a la de una banda real, más se ganará el cariño de los usuario. Por el momento, el añadido de bises y canciones pedidas por los fans es un avance en la buena dirección.

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