TAVAD: más de 700.000 mujeres en España son adictas a las benzodiacepinas

Los hombres superan a las mujeres en el consumo de todas las drogas legales e ilegales, a excepción de una: las benzodiacepinas (ansiolíticos, tranquilizantes e hipnóticos). Los datos de prevalencia de esta droga reflejan cómo el consumo de las mujeres supera claramente al de los hombres, puesto que de las más de 900.000 personas con problemas de dependencia a los ansiolíticos que calculan los expertos, 700.000 son mujeres, según datos del Plan Nacional sobre Drogas.

Son las mujeres de entre 35 a 64 años las que más recurren a este tipo de fármacos que pueden crear adicción y dependencia. Entre los motivos que alegan para su consumo destacan la ansiedad o angustia que les provoca la incertidumbre de ciertos eventos cotidianos, la dificultad en las relaciones interpersonales o la necesidad de huir de los problemas familiares, conforme apunta el Instituto de la Mujer.

El consumo de benzodiacepinas que realizan estas mujeres influye directamente en el de sus hijos de edad escolar, tal y como ha señalado el Plan Nacional sobre Drogas. El 17,3% de estudiantes de edades comprendidas entre los 14 y los 18 años había consumido tranquilizantes en 2008.

Los expertos calculan que alrededor del 3% de la población española es dependiente a los tranquilizantes. En nuestro país, los hipnosedantes -benzodiacepinas en su mayoría- son la tercera droga más consumida por los españoles de entre 15 a 64 años, estando por delante únicamente el alcohol y el tabaco.

El Dr. Legarda, especialista en adicciones y director general de Tavad (Tratamientos Avanzados de la Adicción) afirma que «este consumo, que debería de estar limitado a días o escasas semanas y bajo un estricto control, se convierte en habitual en un considerable número de personas, dando lugar a una dependencia».

«Cuando la dependencia física se ha desarrollado, además de sentir incapacidad para dejar estos medicamentos, estas personas padecen el peor síndrome de abstinencia tanto por su duración, como por su intensidad. La ansiedad, la tensión, el insomnio, los temblores o incluso las convulsiones, convierten los días y las semanas en una experiencia traumatizante para estas personas, que suelen volver al consumo y, por tanto, a la cronificación de esta enfermedad», explica el Dr. Legarda, quien además señala cómo los adictos a las benzodiacepinas tienden a identificar los síntomas del síndrome de abstinencia con la manifestación de sus problemas personales, siendo esta asociación errónea.

«Empecé a tomar benzodiacepinas porque dormía mal, tenía insomnio. Él médico me mandó ansiolíticos y yo me tomaba los que creía que eran necesarios. Me asusté cuando llegó un momento en el que me di cuenta de que no podía dejar de tomar mis pastillas. Si no las tomaba, sentía que me iba a morir de la ansiedad que tenía. Y cuando las tomaba, no podía tener una conversación porque no me acordaba de las palabras. Decidí hacer un tratamiento de desintoxicación.», manifiesta M.P., de 58 años, con una dependencia a las benzodiacepinas de más de 15 años.

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