Un astrofísico reivindica con sus novelas la ciencia frente al oscurantismo

  • El astrofísico y novelista Enrique Joven cree que la ciencia se encuentra en una situación "terrorífica" y por eso, con su novela "El templo del cielo", quiere hacer una llamada de atención sobre el papel fundamental del conocimiento científico en la historia de la Humanidad frente al oscurantismo.

Madrid, 18 may.- El astrofísico y novelista Enrique Joven cree que la ciencia se encuentra en una situación "terrorífica" y por eso, con su novela "El templo del cielo", quiere hacer una llamada de atención sobre el papel fundamental del conocimiento científico en la historia de la Humanidad frente al oscurantismo.

"Entre los investigadores hay un desánimo absoluto no solo por los recortes sino por las generaciones perdidas. Hay un auténtico pánico, es una situación terrorífica", ha indicado en una entrevista con Efe este científico, que se hace eco de una frase que ha leído en las redes sociales en relación a esta situación: "a este paso, la tierra volverá a ser plana".

Así, alerta sobre un período muy crítico para la investigación científica en la que la sociedad "se juega mucho", sin que a nadie parezca importarle.

Por eso, "El templo del cielo", publicado por Rocaeditorial, es una novela de ficción que explica la realidad científica de otra época con el objeto de llamar la atención de los lectores respecto a la necesidad de no abandonar el interés de la divulgación.

Joven (Zaragoza, 1964) es doctor en Ciencias Físicas y compagina sus tareas en el Instituto de Astrofísica de Canarias con la divulgación científica y la creación literaria.

El científico zaragozano retoma en su nueva obra el manuscrito Voynich, un documento sin descifrar que existe realmente y cuyo misterio atrae a los investigadores, pero da un salto atrás en el tiempo respecto a su novela anterior, "El castillo de las estrellas", que situó en el Renacimiento, y viaja a China con las misiones jesuitas.

Además del misterioso manuscrito, la mayoría de los personajes son históricos, de tal forma que el único elemento ficticio de "El templo del cielo" son las cartas que un joven misionero escribe a sus compañeros en Roma sobre China, donde acude un grupo de elegidos intelectuales jesuitas, indica Joven.

La primera expedición de misioneros jesuitas llegó en 1618, aunque tuvieron que esperar en Macao hasta conseguir entrar en el casi inaccesible imperio chino con el objetivo último de convertir al cristianismo a 200 millones de almas.

Pero fueron sus vastos conocimientos, en concreto sobre astrología, los que posibilitaron a estos jesuitas acceder a las más altas cotas de poder, llegando al emperador Wanli, al aprovechar los errores de las predicciones de los astrólogos chinos sobre los eclipses: "fue la ciencia la que les permitió la entrada a China".

En esa época, el Ministerio de Ritos suministraba al emperador los sucesos astronómicos que regían el día a día de los chinos, pero su calendario tenía errores de cálculo graves. "Si los astrónomos, y por tanto el emperador, se equivocaban en la predicción de la fecha de un eclipse de sol, signo de mal augurio para los chinos, su autoridad quedaba en entredicho".

De esta forma, los jesuitas "consiguieron hacerse con el control del calendario imperial, el más alto cargo político. Es sorprendente la cantidad de cosas que pudieron hacer en una época y en un país tan hostil hacia lo occidental", asegura el autor.

El paso que la ciencia abrió a estas expediciones es para el astrofísico Enrique Joven un ejemplo de la influencia del conocimiento en la Historia, a pesar del fracaso de la misión jesuita que, asegura, no culminó con la evangelización de millones de personas no por problemas en China sino por los planteados desde la propia Iglesia en Roma.

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