Un estudio científico confirma el dimorfismo sexual hace casi 6.000 años

  • Un estudio integral realizado en una tumba colectiva de 3.700 años antes de Cristo confirma el dimorfismo sexual de hombres y mujeres en ese momento del Neolítico, ha informado a los periodistas en el XVII Congreso Mundial de Prehistoria y Protohistoria el profesor Manuel Rojo.

Burgos, 5 sep.- Un estudio integral realizado en una tumba colectiva de 3.700 años antes de Cristo confirma el dimorfismo sexual de hombres y mujeres en ese momento del Neolítico, ha informado a los periodistas en el XVII Congreso Mundial de Prehistoria y Protohistoria el profesor Manuel Rojo.

El profesor Rojo, de la Universidad de Valladolid, ha dirigido el estudio con el apoyo de investigadores alemanes y de un laboratorio que se ha encargado de las pruebas de ADN y de isótopos radiactivos, que son tan caras que "hacen difíciles este tipo de investigaciones".

El resultado es la obtención del primer estudio integral con métodos científicos de la Arqueología, Antropología Física y Genética sobre las condiciones de vida de la comunidad enterrada en una tumba durante un siglo, lo que equivale a tres o cuatro generaciones.

Aunque se han identificado restos de 49 individuos, sólo se ha podido trabajar sobre diez hombres y doce mujeres.

Su estatura media era de unos 160 centímetros en los hombres y 150 en mujeres y "todos los hombres eran más grandes que la mujer de mayor tamaño".

Los enterrados, hombres y mujeres sin discriminación por sexo o edad, presentaban una serie de patologías y marcas de estrés producidas por actividades físicas intensas, entre ellas varias fracturas consolidadas y traumatismos craneales bastante habituales, aunque tenían poca incidencia de caries.

El profesor Rojo ha explicado que los análisis de genética molecular han revelado relaciones o vínculos de parentesco entre linajes, lo que es indicio de que era un grupo bastante endógeno, ya que sólo tres de los individuos del enterramiento parecían haber pasado parte de su vida en un entorno algo alejado de la tumba.

Otro dato llamativo es que no se han observado diferencias de alimentación por sexo o edad y que su aporte de proteínas procedía tanto de especies vegetales, como el trigo o la cebada; y animales, sobre todo cerdos, pero también ovejas, cabras, aunque no de bóvidos.

Las excavaciones en este enterramiento se realizaron hace seis años durante dos campañas consecutivas, aunque la complejidad de los estudios ha provocado que las conclusiones no se hayan podido presentar hasta la sesión de hoy del congreso.

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