Las cadenas de televisión deben pagar a la SGAE en concepto de derechos de autor por el repertorio de canciones que utilizan. Cada emisora, registra su repertorio musical, pues su uso conlleva diferentes tarifas. Pero, para recuperar parte de este gasto extra que surge de la emisión, las cadenas idearon lícitamente la creación de sus propias editoriales musicales. Así producían sus composiciones y cobraban los propios derechos de difusión que generaban los mismos.
De ahí que las madrugadas de las cadenas de televisión se llenaran de shows con música de fondo. Primero, hace más de una década, fueron los shows de adivinas y tarot; más tarde, los concursos telefónicos y, siempre, diversos espacios minutos musicales, con los que las cadenas también saldan cuota de integrar espacios musicales en su programación.
El problema surgió cuando, para recuperar parte de los gastos que supone emitir música, acudieron a unos autores que modifican repertorio musical clásico, que está exento de derechos de autor. Ahora la Policía investiga la presunta ilegalidad de aquellos autores que supuestamente realizan arreglos falsos en temas clásicos -sin derechos- para convertir la obra en propia y, de esta forma, cedérsela a la cadena a cambio de alguna contraprestación, como un porcentaje de los beneficios que genera la emisión del tema.Comunicado: La SGAE colabora con la investigación del Juzgado de Instrucción nº 2 de Madrid https://t.co/ulb2ppT30S pic.twitter.com/FRKFKOq6MA— SGAE (@sgaeactualidad) 20 de junio de 2017Una artimañana que retrata también la habilidad de las cadenas de emitir fondos musicales de baja o nula calidad para intentar compensar el coste en derechos de autor que propicia los usos de canciones y bandas sonoras en el negocio del espectáculo televisivo.
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