Layer y Reyal

Rafael Santamaría (Reyal Urbis): el ladrillero de la gallina de huevos de oro

La empresa ha vuelto a encabezar el ranking de morosos presentado por la Agencia Tributaria este lunes. Su cuenta pendiente con Hacienda es de 341 millones de euros.

Rafael Santamaría, presidente de Reyal Urbis.
Rafael Santamaría (Reyal Urbis): el ladrillero de la gallina de huevos de oro.

Con un juego de palabras -Reyal y Layer-, el empresario Rafael Santamaría dominó el mundo inmobiliario y el negocio de la venta de huevos al por mayor. Su éxito le otorgó un lugar en los 'rankings' de las 100 personas más ricas de España durante la década de los 2000, pero su imperio se desplomó por completo en 2013, cuando no consiguió llegar a un acuerdo con sus acreedores para refinanciar la deuda de su inmobiliaria Reyal Urbis y se vio obligado a presentar un concurso. Después de siete años, la empresa ha vuelto a protagonizar titulares este lunes por ocupar el primer lugar entre los deudores a Hacienda, con un pasivo de 341 millones de euros.

En sus 'años de gloria', su reino inmobiliario contaba con un banco de suelo de 7,8 millones de metros cuadrados de edificabilidad y una cartera de activos en renta que llegó a valer más de 459 millones de euros, y contaba con oficinas, centros comerciales, locales, naves industriales y hoteles de la marca Rafaelhoteles ubicados en las localidades más prestigiosas del país. Uno de los pasos más importantes, y letales, que dio Santamaría para llegar a esto fue la fusión en 2007 -justo antes de la crisis- de su constructora Reyal con la inmobiliaria Urbis. Sin embargo, de todo esto solo quedan migajas y el recuerdo de lo que pudo ser y nunca fue. Ahora el patrimonio inmobiliario se vende al mejor postor en el portal de subastas del  Consejo General de Procuradores de España.

Las pujas buscan compensar al Estado las deudas. Pero, en conjunto, los bienes que no han sido adjudicados hasta ahora suman menos de 170 millones de euros, mientras que las cuentas pendientes de la empresa con Hacienda alcanzan los 341 millones de euros, según la última lista de morosos publicada por la Agencia Tributaria este lunes. De hecho, esta empresa es la que acumula una deuda más alta con las arcas públicas. 

Las deudas de Reyal Urbis no 'tocan' de forma directa el patrimonio del empresario, pero él decidió despojarse de sus lujos personales para hacer caja frente a la lluvia de reclamaciones en su escritorio por el descalabro de la empresa. Santamaría puso en el mercado su lujosa mansión en Chamartín, Madrid, por 3,5 millones de euros; sus fincas de caza y cultivo, que se extienden en una superficie de 3.000 hectáreas; y su barco personal.

El empresario era uno de los hombres fuertes del ladrillo... incluso llegó a ocupar la silla en la que ahora ocupa Juan Antonio Gómez Pintado como presidente de la patronal de promotores de Madrid (Asprima). La historia de su empresa exhibe un recorrido que va desde una de las operaciones corporativas más grandes del momento -la opa a Urbis- hasta su quiebra por el pinchazo de la fiebre del ladrillo. En su momento, Santamaría no lo podría creer y defendía ante los medios que se recuperaría porque España ya había pasado por otras crisis económicas. El tiempo no le dio la razón y le arrebató de las manos la propiedad de otras joyas como los Centros Comerciales de Madrid, La Esquina del Bernabéu, el ABC de Serrano y un edificio en Paseo de la Castellana 200 que soñaba con convertir en un complejo residencial con un hotel y comercios, que finalmente los bancos transformaron en oficinas.

Aún así, Rafael Santamaría no fue el único empresario cuya ambición lo llevó a expandir su actividad inmobiliaria hasta más no poder y se vio sorprendido por la crisis inmobiliaria de 2008. Y es que la quiebra de Reyal Urbis fue la segunda mayor de la historia empresarial de España, declarada con un pasivo de infarto cifrado en 4.600 millones de euros. Martinsa Fadesa, a cargo de Fernando Martín, otro magnate del sector inmobiliario, protagonizó la más aguda, tras acumular un pasivo de 7.000 millones de euros. Otros 'pesos pesados' del ladrillo como la familia Nozaleda, al mando de Nozar, y Luis Portillo, de Zent Inversiones, también tuvieron que dar la cara por los excesos en que incurrieron antes de un 'boom' inmobiliario que pocos supieron ver.

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