Durante la pandemia

La Tank House filipina: así se convierte un depósito de agua en una casa

El dueño aprovechó la instalación que había construido para convertirla en una atracción turística en Baguio, la ciudad filipina en la que vive. 

The Tank House, el depósito de agua convertido en casa.
The Tank House, el depósito de agua convertido en casa.
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Durante el periodo de las restricciones más duras para combatir la pandemia del coronavirus, varias personas a lo largo del mundo se vieron forzadas a utilizar su creatividad e ingenio para enfrentarse al hecho de no poder salir de sus casas. Otros encontraron el tiempo y la energía para poder desarrollar proyectos que se volverían oportunidades económicas. Y algunos individuos, como el padre de familia y propietario inmobiliario filipino, Ronald “Tonton” Tan, pudieron lograr ambas cosas, como con la construcción de un espacio habitable a partir de un depósito de agua caído en desuso.

La primera motivación de Tan para emprender este proyecto fue pensar en cómo sobrellevaban sus hijos el confinamiento. "Estaba triste por ellos, no podían salir ni podían explorar", dice en una entrevista con el medio Summit OG. Fue así como se le ocurrió la idea de construir una casa en donde tenía el depósito de agua, que a esas alturas resultaba inútil, y un pequeño edificio de depósito que tenía debajo. "No había muchos árboles en la zona, entonces esta podría ser como una casa en un árbol", afirma.

Después de la pandemia, Tan aprovechó la instalación que había construido para convertirla en una atracción turística en Baguio, la ciudad filipina en la que vive. Se trata de una experiencia que busca la gente, dice, al buscar "vivir, al menos una vez en sus vidas, en la casa más pequeña y completa del mundo". Con dos pisos de menos de seis metros cuadrados, esta casa cuenta con una cocina, un baño, un comedor, una sala y un dormitorio. Tan comenta que se preocupó por poner varias ventanas para que el espacio estuviera bien iluminado.

"Es un espacio funcional donde cualquiera puede vivir", afirma el propietario, señalando que el aprovechamiento del espacio permite que la casa tenga muebles de tamaño normal y lugares donde se pueden guardar la ropa y otros objetos sin volverse un lugar que cause claustrofobia. La construcción, dice, le costó 200.000 pesos filipinos, algo más de 3.500 euros. "Estoy seguro de que a varios propietarios les puede interesar hacer algo parecido", dice.

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