La fiesta nacional que vivía España no alentó a la bolsa. El Ibex se dejó un 1,29%, en su sexta sesión consecutiva a la baja y con este retroceso marca un nuevo mínimo anual y desde noviembre de 2020. Se queda en los 7.261,1 puntos, y acumula unas pérdidas desde el comienzo de año del 16,67%, golpeado por la inestabilidad del mercado de deuda en el Reino Unido por la temperatura de los datos macroeconómicos de Estados Unidos, que no hablan, por el momento de que los tipos de interés vayan a dejar de subir.
Los inversores están preocupados por la crisis en el Reino Unido, un mercado al que el Ibex está muy expuesto a través de sus compañías. Los esfuerzos del Banco de Inglaterra por estabilizar el mercado de deuda están siendo infructuosos y las ventas de bonos persisten. Son muchas las voces que apunta a que el banco central del Reino Unido prolongará su 'rescate', pero su negativa a confirmarlo continúa pasándole factura.
El bono a 10 años británicos se acercó este miércoles a los niveles que provocaron la intervención del Banco de Inglaterra a finales de septiembre, al llegar la rentabilidad a escalar al 4,68%. Al cierre del Ibex, la situación se relajaba algo, pero el bono rozaba el 4,5% y las dudas sobre qué sucederá el viernes, cuando el organismo que gobierna Andrew Bailey retire su programa de compra de deuda está latente.
Medios como el 'Wall Street Journal', apuntan que, en este contexto, algunos fondos de pensiones, que tradicionalmente son grandes inversores en este tipo de productos, se están dando prisa en incrementar sus posiciones de liquidez para hacer frente a un posible shock. Es habitual que en momentos de tensión se multipliquen los reembolsos y el Banco de Inglaterra lleva días advirtiendo al sector que debe prepararse.
El contexto macroeconómico tampoco ayuda a tranquilizar a los inversores. A lo largo del miércoles se fueron publicando una serie de datos que confirman el escenario negativo dibujado por el FMI un día antes: la debilidad de la economía europea es cada vez más evidente. Las previsiones presentadas por Alemania, el motor económico de la Eurozona, no ayudan. Además de un inflación del 8%, el gigante se contraerá el año que viene. La Guerra en Ucrania y la dependencia energética de Rusia está pasándole factura y es una situación que por el momento no parece que vaya a resolverse en el corto plazo.
Esta debilidad, unida a la subida global del precio del dinero, es poco alentadora y el mercado está pendiente especialmente de la inflación estadounidense, que se publica este jueves. El mercado está volcado en buscar indicios de hasta dónde puede subir los tipos de interés la Reserva Federal, y el IPC de septiembre ya debería dar indicios de si se está produciendo una reacción al cambio de política monetaria en Estados Unidos. Por el momento, el empleo sigue fuerte.
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