Correlación bolsa y bonos

¿Preparándose para un despegue de la volatilidad? La ocasión frente al miedo

Los mercados registraron una única dirección en 2022: bajista en bonos, acciones, materias primas... pero la estabilización en los tipos de interés ahora puede reactivar el comportamiento tradicional de los activos.

La volatilidad ha vuelto a terreno normalizado en este 2023.
La volatilidad ha vuelto a terreno normalizado en este 2023.
L. I.
La volatilidad ha vuelto a terreno normalizado en este 2023.

Durante las últimas décadas, la correlación negativa entre la renta variable y la renta fija ha proporcionado un excelente equilibrio a muchos inversores. El año pasado, ambos mercados bajaron, y esta correlación positiva hizo que la relación entre acciones y bonos pasara de mitigar el riesgo a potenciarlo.

El cambio de correlación fue impulsado por la evolución del entorno económico. Durante la última década, los mercados acabaron asumiendo que los bancos centrales responderían a cualquier deterioro de las condiciones macroeconómicas recortando los tipos de interés y haciendo, como dijo una vez el ex del BCE, Mario Draghi, “lo que sea necesario”.

“Esto ayudó a mantener la correlación negativa: una economía en dificultades es negativa para la renta variable, pero positiva para la duración cuando la respuesta es la bajada de tipos”, dice Natasha Brook-Walters, codirectora de estrategia de inversión en la gestora Wellington. 

Pero ahora los bancos centrales se enfrentan a un aumento de la inflación, lo que plantea la posibilidad de una difícil elección: relajar la política monetaria si las perspectivas económicas empeoran o subir los tipos para frenar la inflación. Los bonos tendrán dificultades en este entorno, especialmente si se percibe que los bancos centrales van por detrás en la lucha contra la inflación.

¿Es momento de aprovechar la volatilidad y la dispersión para cuando llegue a escena? Según Book-Walters, cabría esperar que el aumento de la volatilidad y la divergencia económica entre países contribuyan a una mayor diferenciación de los precios de los activos. “Creemos que se trata de un entorno potencialmente atractivo para los gestores activos y especialmente para las estrategias macroeconómicas globales”, explica. También refuerza la necesidad de centrarse en liquidez en las carteras.

Nuevo régimen en los mercados

Una de las cuestiones que planean es si estamos en medio de un cambio de régimen, es decir, que los cambios económicos que estamos presenciando son probablemente estructurales y no cíclicos. Teniendo esto en cuenta, 2023 podría ser un año para que los gestores se aseguren de estar posicionados para el cambio.

Tras los descensos del mercado en 2022, las hipótesis del mercado de capitales (CMA) a medio y largo plazo parecen más atractivas, impulsadas por unas valoraciones más bajas. “Este puede ser un buen punto de entrada para los inversores a largo plazo, así como un buen momento para evaluar la propia asignación estratégica de activos a la luz de esta oportunidad”, comenta la experta de Wellington Managment. También cabe señalar que nuestros CMA incorporan riesgos relacionados con el clima (físicos y de transición), que se espera que contribuyan a una mayor inflación”, añade.

En este sentido, para ayudar a construir la resistencia a la inflación en una cartera, creemos que los gestores deberían considerar el origen de la presión inflacionista, lo que puede orientar las decisiones sobre las estrategias de mitigación. “Por ejemplo, la falta de inversión en la producción de varias materias primas ha limitado los suministros y ha hecho subir los precios, lo que nos hace ser más positivos estructuralmente en cuanto a las materias primas”, matiza la experta.

Además, una posibilidad frente a un repunte de la volatilidad es centrarse en las tendencias seculares que estimulan la innovación y la disrupción en la economía mundial, creando lo que creemos son oportunidades atractivas de inversión. Por ejemplo, la inclusión financiera.  El impulso mundial para garantizar que las personas tengan acceso a productos y servicios financieros útiles y asequibles- cuenta con un amplio apoyo político en todo el mundo y ha recibido un impulso de la digitalización de las finanzas.

“Estas tendencias pueden dar lugar a atractivas oportunidades de inversión en ámbitos como los préstamos al consumo, la microfinanciación, los seguros, el acceso a los mercados de capitales y el ahorro/inversión”, asegura Brook-Walters. En un régimen más volátil, los niveles de riesgo de las asignaciones de crecimiento y valor pueden ser menos estables, lo que podría hacer que las asignaciones defensivas sean aún más importantes para equilibrar el riesgo a lo largo del ciclo.

“Además, como ha señalado nuestro equipo de factores fundamentales, cabe esperar más volatilidad/menos sostenibilidad en los márgenes, más atención a los balances, más oportunidades de selección de valores en todo el espectro de capitalización del mercado y más oportunidades de reversión a la media”, cuenta la codirectora de estrategia de inversión. “Esperamos que esto beneficie al análisis fundamental ascendente (bottom-up) y apoye la gestión activa”, concluye.

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