Hay que remontarse a 1608 para encontrar el origen de la acogedora Quebec. El año en que, con el beneplácito de Enrique IV de Francia, el explorador Samuel de Champlain desembarcó en un punto estratégico del río San Lorenzo y bautizó el asentamiento como Quebec, un nombre que viene del indio y que significa ‘donde el río se estrecha”.
En la imagen, vista de la costa de la isla Havres aux Maisons, en el archipiélago de las Islas Magadalena.
Imagen del cauce del Río San Lorenzo, de 1,200 km de largo, que separa Canadá de Estados Unidos.
En cuanto a los emblemas de la ciudad, puede sorprender que una ciudad con tantos monumentos y una historia tan solemne tenga como edificio representativo un hotel. Sin embargo, en Quebec es así. Su nombre es Fairmont Château Frontenac y no se trata, por supuesto, de un edificio común, sino de un verdadero monumento de 17 plantas, encaramado encima del Cap Diamant, construido a imitación de los castillos de Loira. Fue edificado a finales del siglo XIX, cuando la línea ferroviaria del país, la Canadian Pacific Railway, decidió dotar a la capital de un lujoso edificio que pudiese competir con los del viejo continente.
En la imagen, el Hotel Fairmont Château Frontenac, en Quebec.
Además de monarcas, primeros ministros y premios Nobel, en él se han hospedado estrellas como la cantante Edith Piaf, el aviador Charles Lindbergh –quien pernoctó una sola noche, en pleno invierno, tras haber volado durante horas para socorrer a un amigo gravemente enfermo- o la actriz Elizabeth Taylor, quienes con sus visitas han ido consagrando Quebec como un plato habitual para filmes hollywoodienses, sobre todo en películas ambientadas en la posguerra.
Tommaso PalazziLa relación con el cine no se limita a Quebec, sino que incluye también a Montreal, la capital económica y cultural de Canadá (aproximadamente 3.500.000 habitantes), donde es igualmente fácil toparse con rodajes de películas, entre las que podemos mencionar ‘The strange case of Benjamin Button’.
Tommaso PalazziEn el lugar en el que Champlain decidió asentarse surgió pronto una pequeña plaza cuadrada con una iglesia de piedra, la Place Royale, hoy en parte reconstruida, rodeada de callejuelas llenas de comercios, que la fueron convirtiendo en la actual Ville de Quebec, una ciudad de medio millón de habitantes, tan hermosa como abarcable.
Tommaso PalazziMontreal también es el lugar idóneo para el rodaje de largometrajes de época. En los callejones adoquinados del Vieux-Montreal todavía circulan calesas, pasando entre las fachadas decimonónicas y los antiguos muelles de la época victoriana, ahora destinados a bares de diseño, así como a sofisticados restaurantes.
Tommaso PalazziCon la celebración de la Exposición Universal en 1967, Montreal se convirtió en una ciudad de numerosas facetas arquitectónicas, que van desde la Biosphère del pabellón americano -homenaje al entonces inminente desembarco en la Luna- hasta las instalaciones realizadas para los Juegos Olímpicos de 1976.
Imagen: Estatuas frente al Banco Nacional de París.
Los apasionados de los Beatles no pueden, por otra parte, dejar de peregrinar hasta la habitación 142 del Hotel Fairmont Queen Elizabeth, donde en 1969 John Lennon y Yoko Ono protagonizaron una singular y famosa protesta: cinco días de permanencia en una cama, completamente blanca, en señal de protesta contra la Guerra de Vietnam. Otra atracción de este hotel es su semisótano, desde donde se accede directamente a la estación principal de metro de la ciudad.
Tommaso PalazziBajo las edificaciones existe otro Montreal, en este caso subterráneo, conocido como Ville Intérieure, una pequeña urbe de 32 km de extensión –surgida como alternativa vivible a los rígidos fríos de sus largos inviernos- que se ha convertido en una de sus principales atracciones, sobre todo porque es totalmente peatonal y se puede disfrutar de sus calles, conocidas como Resó, de una vida sin sol, pero por lo demás es exactamente igual que la que hay en la superficie, helada durante varios meses de los duros inviernos canadienses.
Tommaso Palazzi