El banco del futuro será más pequeño, aburrido y estará estrechamente vigilado

  • Una retribución con límites y dentro de lo razonable, eliminación de los blindajes abusivos, incremento del control público e independiente sobre sus actividades, así como mayores y más fuertes cimientos de capital. Son algunas de las nuevas reglas que tendrán que cumplir los bancos del futuro.
¿Cómo serán los bancos del futuro?
¿Cómo serán los bancos del futuro?
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R. J. Lapetra
R. J. Lapetra

Dice Enrique Goñi, director general de Caja Navarra, que "la banca del futuro será cívica, o no será". No es una cuestión baladí. Goñi se lo ha tomado tan en serio que su bonus anual depende de lo que digan y puntúen los clientes de la caja. Es un caso único y algo que hubiese provocado carcajadas no hace mucho en Wall Street. Precisamente, la función social de las cajas de ahorro españolas -que destinan el 30% de sus beneficios a obra social en beneficio de la comunidad- es uno de los paradigmas a nivel mundial del rol que debe adquirir también los bancos privados.

Es parte del debate sobre la nueva regulación financiera que viene tras los fallos en la supervisión del sistema que desató la actual crisis. El particular juicio a la banca comienza este jueves en Bruselas. Los jefes de Estado de la Unión Europea (UE) se reúnen como previa a la cumbre del G-20 el 24 y 25 de septiembre en Pittsburgh (Estados Unidos)  La actual crisis financiera ha puesto de manifiesto otra vez la capacidad de un sólo sector, el bancario, para tumbar toda una economía. No es nuevo. De las crisis pasadas se puede extraer una lección evidente: habrá nuevas reglas y nuevos policías para hacerlas cumplir.

Ya ocurrió en la de 1907 (con el nacimiento de la Reserva Federal), 1929 (cuando nació la SEC) o en los años 80 en EEUU o España, dónde se desató una profunda reestructuración del sector. La complacencia y laxitud durante años se transformó tras las respectivas crisis de bancos en un férreo control del sistema. Un ejemplo cercano se encuentra en la década de los 60 en España, cuando la mano de hierro del Estado sobre los bancos logró la tasa de morosidad más baja de la historia, en el 0,26%. Los expertos esperan que nazcan nuevos órganos reguladores y de vigilancia.

Una de las voces que sonarán más alto en la construcción de la nueva regulación es española. Se llama Jaime Caruana y ha sido gobernador del Banco de España, así como director del servicio de estudios del Fondo Monetario Internacional (FMI). Ahora su trabajo le ha llevado hasta Suiza, donde se encuentra la sede del Banco Internacional de Pagos de Basilea (BIS), la autoridad internacional más influyente en materia de regulación. Sus dictamenes márcan, por ejemplo, las cotas mínimas de capital que debe tener las entidades financieras en cada coyuntura.

Caruana se ha hecho un nombre en la escena internacional en esta crisis debido a la estricta regulación del Banco de España sobre los bancos españoles durante su mandato, continuando con el legado de Luis Ángel Rojo en materia de provisiones genéricas por los créditos, es decir, esa pequeña parte de dinero guardada en la despensa por cada crédito concedido. Ese es el secreto, entre otros, de que la banca en España sea, hasta el momento, la única que ha toreado la crisis a nivel internacional.

Con Caruana, por ejemplo, prácticamente se prohibieron los vehículos especiales de inversión (SIV) que comenzaron a quebrar en cadena por las hipotecas basura (subprime) y desencadenaron la situación de iliquidez e insolvencia en la banca de negocios. La caída de Bear Stearns, Lehman, Merrill o los problemas de otros como UBS son sólo algunos ejemplos de lo que puede ocurrir si se empiezan a acumular instrumentos financieros sofisticados fuera del balance de las entidades. El BIS será el encargado de emitir el informe de referencia sobre qué condiciones y requisitos deben cumplir los bancos del futuro.

Entre las propuestas básicas, según los analistas consultados, que se debatirán en el próximo G-20 y partir de mañana en Bruselas se encuentran:

Coto a los bonus: los cobros de decenas de millones cada año por miles de ejecutivos de la banca de inversión ha levantado las alarmas entre las autoridades políticas. Desde la UE salen las voces más críticas que quieren limitar los salarios para que no sean despropocionados. El informe Cuomo es la lectura de noche de esta corriente crítica.Más capital: las entidades deben tener más proporción de capital en relación a su volumen de negocio y a los créditos que conceden. El actual nivel mínimo de referencia de core capital se sitúa en el 5%, aunque podría subir hasta el 8% progresivamente durante los próximos años, según apuntan desde una casa de análisis.¿Prácticas exóticas? Convertir en bonos cotizados los créditos que concedían los bancos y cajas tendrá más limitaciones. Es decir, que se limitará el sacar fuera de balance el riesgo de clientes. También pondrán nuevos límites a la financiación de hedge funds y los grandes fondos de inversión. Los bancos serán menos sofisticados y más aburridos.

Transparencia total. Que una entidad tenga su negocio excesivamente concentrado en torno a un gran cliente le convierte en vulnerable. Por eso, algunas voces exigen que la banca dé a conocer la composición de clientes sobre créditos y depósitos para evitar que la salida de un cliente se convierta en un riesgo.Cuestión de tamaño. Otra de las grandes preocupaciones de las entidades financieras es el enorme tamaño que han llegado a tener algunos bancos y por eso también pretenden poner puertas al campo en este territorio. Por ejemplo, el Santander, que tiene presencia importante en Reino Unido, Brasil, EEUU o España, posee un balance de 1,1 billones de euros, equivalente al PIB español.

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