Agosto, el mes de la tormenta financiera

  • Es el mes en el que se han desatado algunas de las crisis financieras más importantes de la historia. Algunas pasajeras tormentas de verano como las de 1997 o 1998; otras duraderas como la actual, que estalló en agosto de 2007.
R. J. L.
R. J. L.

Es agosto, mes vacacional por excelencia y la época perfecta para que se desate una crisis. Las empresas, las autoridades económicas o los propios inversores bajan la guardia en la época estival pese a las medidas de vigilancia que se puedan adoptar. "e;Es un periodo apto para los especuladores agresivos"e;, que aprovechan la baja actividad para incrementar su actividad en determinados mercados, tanto al alza como a la baja, y "e;romper los precios"e;, como lo califica un gestor español de un fondo de inversión.

También, dicen los expertos, es un momento habitual en el que se producen giros o cambios de tendencia en la evolución del precio de un activo. Ahora, las bolsas afrontan un escenario de renovada incertidumbre después de que se hayan disparado cerca del 60% en los últimos cinco meses. No obstante, todavía se encuentran un tercio por debajo del valor que tenían en octubre de 2007.

"e;Tras la vertical subida que han registrado los índices [de bolsa] en los últimos meses, cualquier dato que arroje nuevas dudas sobre la recuperación económica provocará una corrección en los mercados"e;, explican a lainformacion.com desde un broker español. Ese dato que despierte una duda razonable es el PIB del segundo trimestre en EEUU, que pese a situarse en el 1% de caída frente al 1,2% previsto revela una fuerte caída del gasto de los consumidores.

Otro de los interrogantes es la sostenibilidad de los resultados empresariales, después de que entre abril y junio se haya producido una mayoría de sorpresas positivas entre las grandes multinacionales de"e;Además, gran parte de las sorpresas positivas que se han dado en los resultados empresariales han sido provocadas por recortes de costes y no por una reactivación de la demanda"e;, añaden.

Un vistazo al pasado

El octavo mes del año es, tras octubre, el que peor fama tiene en el mercado. Pese a ello, de los últimos quince ‘agostos’, la bolsa española ha cerrado el periodo mayoritariamente al alza o en tablas salvo en 1998 y 1997. Sin embargo, es en este mes cuando se gestan algunos acontecimientos que tendrán su eco y desarrollo posteriomente.

Fue en agosto de 2007 cuando la Reserva Federal (Fed) de EEUU abandonó las subidas de tipos de interés al percibir síntomas de falta de liquidez como consecuencia del inicio de la turbulencia subprime. Precisamente, la actual crisis en curso tuvo su periodo de incubación entre febrero y julio de 2007, cuando diversos fondos de inversión que invertían en activos de alto riesgo -tales como bonos basura o hipotecas subprime- comenzaron a tener dificultades de liquidez a la hora de reembolsar el dinero a sus partícipes, es decir, devolver el dinero a los inversores.

La suspensión de salida del dinero en fondos como Bear Stearns o BNP Paribas en esos meses fueron los primeros estornudos de una gripe financiera que estalló en agosto. La caída de las dos agencias Fannie Mae o Freddie Mac, el corazón del sistema hipotecario de EEUU, se convirtió en el epicentro de la crisis de crédito. Fue también en agosto del 2008 cuando comenzaron a

Pero las dos tormentas financieras más famosas ocurridas este mes ocurrieron hace más de una década.

En el verano de 1997, la devaluación de la divisa de Tailandia, el bhat, provocó una reacción en cadena sobre otras economías y divisas de Asia como Indonesia o Filipinas. La inestabilidad generada por estas monedas generó una salida masiva de capitales de estos países y provocó fuertes movimientos en los mercados de acciones y bonos de todo el mundo. Fue la crisis financiera de los tigres asiáticos o los países que orbitan económicamente alrededor de Japón y China.

En agosto de 1998, las bolsas occidentales se desplomaron entre un 10% y 15% como consecuencia del efecto vodka, o la crisis de la economía de Rusia. Durante un año, el fuerte crecimiento de la inflación y la caída del valor de las materias primas -su principal fuente de ingresos- desembocó en la devaluación del rublo, su moneda. Como efecto colateral su caída disparó el valor de la deuda en moneda extranjera del país y puso a Rusia al borde la suspensión de pagos.

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