El MAB, un mercado demasiado alternativo

  • La burocracia y el escaso interés de los inverores lastran este mercado, al que sólo han saltado ocho empresas en un año. Demasiado pocas para competir con el resto de plazas europeas.
Capital / Rafael Pascual

Ya ha pasado un año desde que Pocoyó tocara la campana que anunciaba la inauguración del Mercado Alternativo Bursátil (MAB), la plataforma de la bolsa española dedicada a pequeñas empresas con deseos de expansión.

A Zinkia, la creadora del popular personaje de dibujo animado, le han seguido otras siete compañías (Imaginarium, Gowex, Medcomtech, Negocio, Bodaclick, Neuron y AB-Biotics), constituyéndose así una sólida parrilla de salida que permite valorar los aciertos y errores de este vehículo de financiación hecho en España a imagen y semejanza del AIM inglés y del Alternext francés.

Ocho empresas son pocas para una herramienta ideal para el tejido empresarial español, constituido en un 90% por compañías con estructura de pymes. De hecho, según un estudio de PriceWaterhouseCoopers, hay más de 5.000 empresas que, por su tamaño, podrían ser candidatas a dar el salto.

Además, resulta difícil considerar un éxito la cotización de ocho empresas si se tiene en cuenta que la delicada situación económica, con cerrojazo incluido a la financiación empresarial por parte de los bancos, es un escenario ideal para un mercado bursátil cuyo principal objetivo es ese: abrir una vía para que las pequeñas empresas encuentren la financiación necesaria que les permita acometer sus planes de expansión y crecimiento.

Hasta ahora, el MAB se ha mostrado como un mercado malo para los inversores (escaso movimiento de capital y liquidez), malo para la cotización de las empresas (casi todas han caído en picado desde el día de la salida a bolsa), regular para la financiación, y sólo bueno para la notoriedad de las empresas.

Para aumentar el interés por este mercado, habría que alcanzar las 30 ó 40 empresas cotizadas, algo que se conseguiría aumentando el ritmo de colocaciones por parte de los asesores registrados (entidades de nueva creación que diseñan y dirigen la salida).

Más burocracia que agilidad

Resulta evidente que al proceso de salida al parqué, que dura de cuatro a seis meses y cuesta más de un millón de euros, le sobra burocracia y le falta agilidad. Y mucho más si se tiene en cuenta que en Inglaterra o Francia se puede saltar al AIM o al Alternext, los referentes del MAB, sólo para financiar un plan de negocio.

¿Resultado? Con 15 años de vida, el alternativo inglés presenta 1.300 cotizadas, con una capitalización bursátil de 45.000 millones de euros.

Además, la falta de interés de los inversores viene provocada porque las colocaciones van dirigidas a inversores institucionales nacionales e internacionales, dejando al particular de lado

Con la notoriedad no basta. Las empresas buscan financiación y los inversores que suban sus acciones. Sin esto, el MAB se podría convertir en una réplica del ya fallecido Nuevo Mercado. Toca acelerar.

 

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