Las 5.000 víctimas olvidadas de Dexia que podrían llevar a Francia a la recesión

  • Las últimas víctimas de la crisis económica son los pequeños ayuntamientos franceses. Al menos 5.500 ciudades francesas tenían préstamos tóxicos con el quebrado banco franco-belga Dexia. Y ahora se ven de repente con el agua al cuello.
La filial belga de Dexia, desmantelada y nacionalizada
La filial belga de Dexia, desmantelada y nacionalizada
Clea Caulcutt, Ansiers (Francia) | GlobalPost

Las últimas víctimas de la crisis económica son miles de ayuntamientos franceses.

 5.500 pequeñas ciudades francesas tenían préstamos tóxicos con el rescatado banco franco-belga Dexia. ¿Qué harán ahora?

"Si la crisis en la zona euro continúa, es muy posible que algunas ciudades en Francia se vayan a la ruina, como en EEUU", afirma Sofiane Aboura, profesor asociado de la Universidad Paris Dauphine.

Dexia fue el primer banco cayó en la Eurozona como consecuencia de la crisis de la deuda. En 2008, Francia, Bélgica y Luxemburgo asumieron el control de Dexia pagando un rescate de 8.400 millones de dólares. Pero tres años más tarde, el banco necesitó otra operación de rescate para sortear la crisis de la deuda soberana.

En octubre del año pasado Francia y Bélgica acordaron dividir las operaciones de Dexia.

Pero con Dexia desaparecida, las ciudades francesas se enfrentan a un abismo para acceder a créditos. No tienen nadie a quien recurrir para financiar sus inversiones.

A diferencia de lo que ocurre en otros países, los ayuntamientos franceses no tienen capacidad para emitir bonos. Y se apoyaban fuertemente en Dexia para sus necesidades de financiación.

Dexia Credit Local, la rama de Dexia encargada de los préstamos municipales, vaticina una enorme contracción en el crédito este año. Las ciudades francesas necesitan unos 30.000 millones de dólares en préstamos, y tan sólo han logrado de momento 15.000.

Por otra parte, los ayuntamientos sostienen que no tienen ni el personal ni la sofisticación necesaria para entender los riesgos que estaban asumiendo.

Una de las afectadas es Asnières, una ciudad con 83.000 habitantes a las afueras de París. Dexia le había vendido a la anterior corporación municipal unos complejos préstamos con tasas de interés ajustadas a la tasa de cambio yen/dólar o a las tasas de los bonos municipales de EEUU.

Pero en 2009 las autoridades locales de Asnières descubrieron algo terrible: el 91 por ciento de su deuda de 250 millones de dólares era "tóxica". Les "vendían" los préstamos a una tasa de interés baja, pero con un plan progresivo hacia tasas variables.

Cuando entraron en vigor las tasas de interés variable, la deuda de la ciudad se disparó a un nivel imposible de asumir por las arcas municipales.

"Dexia engañó a los ayuntamientos. Les vendió estos productos financieros exóticos y las pequeñas ciudades no sabían que estaban asumiendo grandes riesgos", denuncia el alcalde de Asnières, Sebastien Pietrasanta.

Se calcula que la pequeña ciudad tendrá que pagar 76 millones de dólares (la mitad de su presupuesto anual) para garantizar su deuda. Y todo eso antes aún de que empiecen a pagarla.

"No tengo una habitación llena de 'traders' en el sótano", dice Pietrasanta. "Algunos de los préstamos son tan complejos que no podemos garantizarlos, nadie los entiende y nadie los quiere".

En las calles de Asnières los vecinos intentan entender las cifras detrás de la crisis de los préstamos de alto riesgo. Pero sí hay una cosa que todos entienden: los impuestos municipales han subido un 17 por ciento.

"Es preocupante, porque sabemos que tenemos que devolver nuestra deuda, pero al mismo tiempo eso significa menos dinero para construir escuelas y centros de día", dice la consultora Anne Lucchini.

Los primeros recortes: la restauración del elegante castillo de Asnières y la construcción de un gimnasio municipal.

Las autoridades locales creen que lo peor todavía está por llegar. Algunos de los préstamos todavía tienen que entrar en su fase más peligrosa. En octubre, las tasas de interés de algunos activos pasarán a ser variables, y fácilmente podrían alcanzar cifras de dos dígitos.

Para recomprar sus préstamos, la ciudad tendría que aumentar los impuestos municipales en un 66 por ciento, algo a lo que el actual alcalde se niega. Como último recurso, si el ayuntamiento no puede equilibrar sus cuentas, el estado tendría que intervenir.

Mientras tanto, las autoridades intentan negociar un retraso en las fechas de pago.

Una auditora contratada por el ayuntamiento cree que Asnières no podrá garantizar préstamos bancarios en bastante tiempo. Con la crisis golpeando a los vecinos, la ciudad necesita incurrir en más gasto social, lo que está afectando aún más a sus finanzas.

"Es como si estuviésemos paseando con una bomba y retrasando siempre el día de su explosión", admite Pietrasanta. "Pero sabemos que eventualmente explotará".

Pietrasanta espera que el Gobierno y los legisladores encuentren una salida a esta crisis. La Asamblea Nacional francesa está estudiando actualmente una ley que podría abrir un camino para renegociar los préstamos tóxicos a nivel estatal.

La restricción crediticia también está afectando a otras instituciones, como autoridades regionales, hospitales o compañías de agua y luz, que solían negociar préstamos con Dexia.

El diario francés Le Monde asegura que muchas ciudades como Asnières están retrasando inversiones y trabajos en infraestructuras. La región de Nord-Pas-de-Calais supuestamente ha paralizado las obras de siete hospitales.

Sumado a la caída en el ritmo de crecimiento, la falta de crédito podría llevar a Francia a la recesión y a la destrucción de más empleo.

En el último trimestre de 2011 Francia no entró por poco en recesión.

Un grupo que representa a empresas que trabajan en obra pública, FNTP, calcula que más del 8 por ciento de las firmas de su sector se han ido a la quiebra en el último año.

Miles de puestos de trabajo están en riesgo en los próximos meses.

 

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