Putin Manía o la obsesión de los rusos por el culto a la personalidad de su líder

En camisetas, chapas, pins, tazas, en las tiendas de souvenirs, en fundas para el móvil…el rostro del presidente ruso, Vladimir Putin, está por todos lados. Allá donde mires aparece él. Putin , el ex oficial de la KGB, que ha dirigido Rusia con eficacia durante los últimos 16 años, es omnipresente. Su penetrante mirada te persigue en Sochi. Su retrato cuelga de las paredes de los edificios gubernamentales, en las escuelas y algunas comunidades hasta erigen monumentos es su honor.

“Lo está haciendo muy bien”, “es el único coherente” o “nos ha devuelto Crimea”, son algunas de las razones que repiten aquí en Sochi para justificar el culto a la personalidad del presidente ruso.

Putin, que salió de la oscuridad para reemplazar al presidente Boris Yeltsin en 1999, ha encontrado la manera de proyectar una imagen de gobernante imperioso y enérgico, en una país con historia de liderazgos autoritarios. En cuidadas sesiones de foto, aparece montando a caballo en Siberia, supervisando armamento en militar en complejo militar o siguiendo expediciones de tigres.

Sus discursos oficiales han ayudan a proyectar esa imagen de hombre fuerte gracias a los pronunciamientos desafiantes contra un orden mundial liderado por EEUU y que alimentan su apoyo en casa. Deportista nato y cristiano ortodoxo, a mediados de este año registró una popularidad récord en su país del 89 por ciento que ya quisieran muchos líderes.

El culto a la persona del presidente ruso también se escucha . La cantante Dilara Umarova se convirtió en un fenómeno vira tras publicar una canción “Un hombre como Putin” con los músicos callejeros “Zlachnoe Mesto”