El que lleva diez años al frente de Siria, Bashar al Asad, es un médico frustrado. Tras la repentina muerte de su hermano en 1994, Bashar se vio obligado a cambiar su carrera médica por una política y militar exprés.
En el momento del cambio de rumbo, Bashar se encontraba en Londres. Vivía como uno más, bajo otro nombre y sin escolta, al margen de la intensa formación diplomática que recibía su hermano mayor, el que debía ser sucesor de Hafez al Asad.
Para continuar con la línea sucesoria y ante el interés que su hermano mostraba por alcanzar el poder, Hafez al Asad tomó a su hijo mediano Bashar como delfín. Los galones y despachos militares comenzaron a crecer en el pecho de Bashar. Su escalada fue tan rápida que dos años después ya controlaba a los oficiales alauís (minoría siria que controla el partido gobernante, Baaz) y también a algunos suníes responsables de los cuerpos de seguridad sirios.
Un mes después de fallecer su padre, Bashar al Asad se hacía con el poder, en junio del año 2000. Bashar heredaba (con el 97 por ciento de los votos) el Ejecutivo de su padre, que durante tres décadas también era controlado por el Baaz.
La figura del dictador popular
La campaña de popularización de Bashar, incluía motrarle como un líder benigno, relajado y tímido. Entonces trascendieron sus aficiones por la música pop (en concreto por el cantante Phil Collins) y las nuevas tecnologías. Los periodistas que le trataron durante esa época estaban de acuerdo: Bashar era un hombre educado, cortés y buen comunicador, pero sin la personalidad y el ego exclusivista que se esperaba del futuro jefe de estado.
La figura del Baaz es la más fuerte y estable de Siria, pese a que los responsables del mismo representan a la minoría siria de alauís y suníes (menos del diez por ciento de la población) frente al 74 por ciento de chiíes. El partido nació como cabez de la oposición al "imperialismo occidental", su lema: "Unidad, libertad, socialismo".
Bajo promesas de nuevas libertades y apertura económica, Bashar al Asad daba esperanzas de cambio a los sirios. El régimen de su padre había dejado miles de presos políticos desde la imposición del estado de emergencia impuesto en 1963 y aún vigente.
Reflejos democráticos
Cuando llevaba menos de un año en poder, Bashar excarceló a 600 presos políticos. Pese a esto, en el año 2009 la situación de los derechos humanos en Siria era una de las peores y más deterioradas del mundo, según la ONG Human Rights Watch (HRW).
Pese a los rumores democráticos que siempre han rodeado a Bashar, el estado de emergencia sigue siendo una herramienta usada por el Gobierno. Los manifestantes protestan ahora por las restricciones a las libertades individuales que la familia Al Asad ha impuesto a los sirios durante 40 años.
La respuesta del Gobierno a las manifestaciones que comenzaron el 16 de marzo, reflejan la "pobre" situación de los derechos humanos en Siria, denuncia HRW.
Pese a que Bashar aseguraba que las revoluciones árabes no alcanzarían a Siria, la ciudad de Deraa es la que ha registrado las mayores protestas. Al término de un homenaje fúnebre por los fallecidos en las revueltas de 2011, los manifestantes han llamado "cobarde" a Maher al Asad, hermano del presidente y jefe de la Guardia Republicana.
Desde Europa se ha criticado la mala gestión de Bashar: "Siria es una dictadura sin dictador", decía un diplomático de la UE en Damasco. En respuesta, Bashar explica en una entrevista que "no puedes ser un dictador sin controlar. Si eres un dictador tienes todo el control … Mi autoridad me la ha dado la Constitución siria", sentencia con confianza Bashar.
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