Cuando el producto estrella de un continente son los golpes de Estado

  • África occidental produce un abundante número de golpes de Estado, como demuestran las recientes destituciones de los gobiernos de Mali y Guinea Bissau. En los últimos 60 años el oeste de África ha registrado más de40 motines en contra las autoridades.
Los rebeldes tuareg declaran un alto el fuego en Mali
Los rebeldes tuareg declaran un alto el fuego en Mali
Boston (EEUU) | GlobalPost

Aunque el oeste de África ha registrado más de 40 golpes de Estado en los últimos 60 años, su frecuencia está decreciendo. Si bien Mali y Guinea Bissau están muy cerca geográficamente y han sufrido golpes de Estado con muy pocas semanas de diferencia, son dos casos muy diferentes.

En Mali, unos militares de rango medio derrocaron a una democracia estable que lleva 20 años funcionando. Guinea Bissau, en cambio, ha pasado por tantos golpes de Estado que ninguno de sus presidentes ha cumplido un mandato completo desde la independencia del país en 1974.

Mali estaba a unas semanas de celebrar elecciones presidenciales cuando unos oficiales del Ejército se rebelaron por el escaso apoyo recibido por parte del Gobierno de Amadou Toumani Toure en su lucha contra los rebeldes tuareg en el norte del país. Se quejaban del desvío de recursos militares y de que las tropas desplazadas al inhóspito desierto del norte no tenían comida ni equipos adecuados.

El 22 de marzo oficiales indignados dispararon contra autoridades del Gobierno, que huyeron. Los oficiales se encaminaron después hacia la radiotelevisión estatal, que también huyeron, y después hacia la casa del presidente. Él también huyó. Los militares se encontraron entonces al frente del país, sin una visión o un plan de lo que querían conseguir. Podría decirse que fue un golpe accidental.

Los militares de Mali se hicieron cargo rápidamente del poder, pero fueron los rebeldes tuareg del norte quienes realmente sacaron provecho de la situación. Mientras los militares intentaban en la capital Bamako, en el sur, aclarar sus siguientes pasos, los tuaregs aprovecharon para tomar el control de las principales ciudades en el norte, incluyendo Gao y Tombuctú, casi sin tener que hacer ni un disparo.

Presionada por el bloque regional de 15 naciones, la Comunidad Económica de Estados África Occidental (ECOWAS), la junta militar de Mali acabó devolviendo el poder al Gobierno, pero no a Toure, sino al portavoz del parlamento. Mali está planificando de nuevo sus elecciones para determinar quién gobernará el país de forma democrática.

El problema más desconcertante es qué hacer con los rebeldes tuareg. Una derrota militar de los rebeldes, desperdigados por todo el desierto, es virtualmente imposible, según los expertos, así que se tiene que llegar a algún tipo de acuerdo con ellos.

En contraste, el golpe en Guinea Bissau no ha sorprendido a nadie. El débil Gobierno también iba camino de unas elecciones, tras la muerte del presidente Malam Bacai Sanha en París en enero. Los militares de Guinea Bissau son percibidos ampliamente como un cuerpo sobredimensionado y corrupto, especialmente debido a su supuesta implicación en el tráfico internacional de drogas.

En 2009 se movieron a través de Guinea Bissau unas 35 toneladas de cocaína, casi todo ello gracias a los militares, según un reciente informe de la ONU. Así que cuando el candidato favorito, Carlos Gomes Junior, hizo campaña a favor de acabar con la corrupción y con el narcotráfico, los militares decidieron pasar a la acción.

La junta militar ha sido denunciada por el ECOWAS, la Unión Africana y la ONU, que han urgido a la reinstauración de un Gobierno civil.

"El golpe de Guinea Bissau no resultó sorprendente. El de Mali fue una sorpresa total; nadie lo predijo", afirma Alex Vines, jefe del programa para África del Real Instituto de Asuntos Internacionales en Londres.

"Pero lo que podemos ver en ambos casos es que el ECOWAS ha sido más robusto en la gestión de estos dos cambios inconstitucionales de Gobierno. Ambas juntas van camino de celebrar elecciones, y no de establecer un Gobierno militar".

Pero Vines advierte que se pueden trazar unos cuantos paralelismos entre las dos acciones militares.

"El catalizador para Mali fue de rebote la caída de Gadafi en Libia", dice. "Varios cientos de tuaregs que habían luchado a favor de Gadafi regresaron a Mali con infinidad de armas. Esos combatientes formados, comprometidos, cambiaron la ecuación de fuerzas en el norte de Mali". Además, el norte de Mali es parte de "un corredor de inestabilidad en el Sahel", que incluye a Mauritania, Níger y Chad.

Además existe la amenaza del extremismo religioso, particularmente por parte de Al Qaeda del Magreb Islámico.

"No existe una solución rápida para la revuelta de los tuaregs en el norte de Mali. No puede ser una solución militar", apunta Vines. "¿Quién podría permitirse desplegar soldados por todo ese ingente territorio? Debe ser un proceso negociado. Es importante para toda la región".

Por el contrario, Vines señala que Guinea Bissau es "consistentemente inestable" y es un problema "contenido".

¿Es África occidental generadora de golpes de Estado? Depende, hay algunos ejemplos de lo contrario.

El mes pasado Senegal estuvo al borde de la inestabilidad cuando dio la impresión de que el presidente Abdoulaye Wade no respetaría su derrota en las urnas. Pero ECOWAS y otros actores internacionales advirtieron a Wade de que no reconocerían su gobierno si intentaba extender su mandato.

El año pasado Costa de Marfil ahondó en la división étnica y el conflicto cuando el presidente Laurent Gbagbo se negó a aceptar su derrota en las urnas. Pero en el último momento la intervención de la ONU y de fuerzas francesas evitó que el país se adentrase en un conflicto a gran escala.

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