La inseguridad en Río aumenta por la crisis de Brasil, a 100 días de los JJ.OO.

  • El país sudamericano, inmerso en una profunda crisis institucional y económica, teme que el rebrote de violencia en las calles de la ciudad organizadora afecte a los Juegos.

    El pasado año ha cerrado en Río de Janeiro con 1.202 homicidios y 37.133 casos de robos a transeúntes, muchos cometidos por la temida modalidad del 'arrastoe' (robos masivos).

Militares en una favela de Río de Janeiro.
Militares en una favela de Río de Janeiro.
Diego Caldentey

Brasil hoy muestra muchas facetas, casi todas negativas desde la óptica internacional. Inmerso en una severa crisis institucional y económica, el país se encamina hacia una más que probable destitución de su presidenta, Dilma Rousseff. En paralelo, todos los indicadores económicos de los últimos tiempos se han tornado desesperanzadores para el gigante sudamericano (paro, pobreza, inflación...).

En este contexto asoman en el horizonte los próximos Juegos Olímpicos. Brasil será el primer país en organizar un evento de esta magnitud en América del Sur en su historia, del 5 al 21 de agosto próximos.

Mientras faltan poco más de 100 días para el comienzo de esa cita planetaria, muchas de las miradas se depositan hoy con preocupación en Río de Janeiro, la sede de los Juegos. Un rebrote de la delincuencia preocupa (y mucho) a las autoridades brasileñas. La crisis, el proceso de 'impeachment' contra Rousseff, y las agitadas y convulsionadas calles que miden el termómetro social de los cariocas se refleja en el ambiente.

Hay datos irrefutables que muestran una tendencia para, al menos, ser cautelosos con lo que ocurre hoy en Río de Janeiro. A falta de datos concretos y oficiales del pasado trimestre, puede tomarse como referencia la estadística oficial, desde que el país entró en una espiral económica de consecuencias impredecibles.

La sensación de inseguridad en Río ha aumentado con la crisis. Eso es imposible de disimular. En 2015, la ciudad de Río de Janeiro cerró con números alarmantes: 1.202 homicidios y 37.133 robos a transeúntes, según datos del Instituto de Seguridad Pública (ISP). El estado, por su parte, registró 4197 homicidios y 65.560 robos.

Los brotes de criminalidad vuelven a danzar en el ambiente. La conflictividad en las infinitas favelas de Río ha vuelto a crecer al son del ajetreo social y cambiante que padece hoy Brasil. Allí, las fuerzas de seguridad intentan que no vuelva a dispararse la modalidad delictiva que hace escasos meses volvió a estremecer a vecinos y turistas: los temidos 'arrastoes' (arrastrones, en español).

Este sistema de robos es histórico en Río de Janeiro: consiste en robos masivos protagonizados por decenas de delincuentes juntos, que arrasan a su paso con todo lo que encuentran en las playas de Copacabana, Ipanema y Leblon. 

El fenómeno del 'arrastoe' es un clásico del comienzo de cada verano en las playas masificadas de Río de Janeiro. En grupos de hasta 50 jóvenes, los delincuentes suelen bajar descalzos de las favelas y sistemáticamente recorren las arenas asaltando a todo aquel que se encuentre en su camino, portando armas blancas y, en menor medida, de fuego. En ocasiones incluso llegan a interrumpir el tráfico en calles enteras para robar en el interior de vehículos y autobuses.

Ya en noviembre de 2013, en la antesala del Mundial de Fútbol de Brasil, los asaltos masivos en la región de Arpoador, entre las playas de Ipanema y Copacabana, se recrudecieron. Esto obligó a la creación de comisarías móviles por la Delegación Especial de Apoyo al Turismo y el refuerzo con 260 miembros del Batallón de Choque de la Policía Militar, antes de esa cita deportiva.

A comienzos de este año, el asesinato de la turista argentina Laura Pamela Viana, en Copacabana, volvió a poner bajo la lupa el tema de la seguridad en Río de Janeiro. Desde ese momento, fueron instaladas 42 Unidades de Policía Pacificadora (UPP's) en las favelas. Se trata de comisarías comunitarias permanentes que atienen directamente a las poblaciones de los barrios más humildes, donde antes los agentes sólo entraban para actividades puntuales. Hoy Río de Janeiro muestra una tasa de homicidios que sigue siendo muy elevada: 18 por cada 100.000 habitantes.

En tanto, las próximas semanas pueden tornarse claves: el destino de Rousseff y del país están en el aire, a medida que avanza la cuenta atrás para los Juegos. 

Mostrar comentarios