La historia de Daniel en el mismísimo infierno

  • Nuestro corresponsal en México Ioan Grillo nos ofrece un extracto de su nuevo libro sobre la historia de un joven agente estadounidense infiltrado en un cártel colombiano.

Desarticulan una banda dedicada al tráfico de drogas, falsificación y robo
Desarticulan una banda dedicada al tráfico de drogas, falsificación y robo
Ioan Grillo | GlobalPost

"Toda mi vida he tratado de ser el bueno, el tipo del jodido sombrero blanco. ¿Y para qué? A cambio de nada. No me estoy volviendo como ellos, soy uno de ellos". Johnny Depp en Donnie Brasco, 1997.

Cuando el agente de la DEA (Administración para el Cumplimiento de Leyes sobre las Drogas) Daniel vio la película "Miami Vice" en un cine de Ciudad de Panamá, se le puso el corazón en la boca.

La película , un remake de la serie icónica de detectives de policía Crockett y Tubbs de la década de 1980, trata de una elaborada operación encubierta sobre los traficantes colombianos de cocaína. Vestidos con sus trajes de marca blanca y camisetas, se presentan como transportistas de fármacos independientes para poder organizar el transporte de una carga de Dama Blanca y después apoderarse de ella.

Suena como una divertida contradicción: policías transportando drogas para que puedan trincarles.Pero eso es exactamente lo mismo que Daniel estaba intentando hecer en Panamá en la vida real. 

Daniel también se reunió con los jefazos colombianos de la cocaína y también se hizo pasar por un transportista de drogas por cuenta propia.

Después de meses de cuidadosa infiltración estuvo a punto de convencer a los mafiosos de poner tres toneladas de cocaína en un barco de vela controlado por la DEA en la ciudad de Panamá.

Era la recreación de una oportunidad única.

Si los mafiosos la ven, pensaba Daniel, estoy muerto.

"Eso era malo para mi. Yo la vi y era como: "serán hijos de puta. Estábamos completamente comprometidos. Esto es una mierda. Es la misma jodida cosa que nosotros estamos vendiendo. Porque los agentes hicieron esa película. Por eso estoy tan profundamente jodido. Está muy, muy cerca".

"Entonces tienes que echarle pelotas. A la mierda la película. Éste soy yo. No me importa una mierda. Así lo vi en ese momento: hacer o deshacer".

Este tipo de triquiñuelas puede sonar como un negocio bastante sórdido. Lo es.

Combatir las drogas es un juego sucio.

Y en la guerra contra las drogas modernas, se ha convertido en un mundo francamente asqueroso.

Los agentes tienen que bajar a las trincheras con los criminales psicóticos para adelantarse a ellos. Tienen que contratar a informadores del círculo cercano a estos maleantes.

Y tienen que saber cómo usarlos un cuchillo para hincarlo hasta dentro.

Las grandes redadas de droga no se hacen ni por suerte ni por la fuerza bruta. Se hacen con inteligencia, sabiendo donde va a realizarse el envío o en qué casa de seguridad se ocultarán los capos el próximo martes.

Sólo entonces puedes enviar a los marines a iniciar las explosiones.

Y esta inteligencia, que los agentes de la droga han encontrado después de cuatro décadas de guerra, proviene por lo general  de infiltrados o informadores.

Muchos narco capos están tras las rejas o cosidos a balazos por cometer traición. Y esto hace que los matones sean tan extremadamente violentos con los tránsfugas sospechosos.

En México, ellos llaman a los informadores "soplones" o "charlatanes" y como  cortan sus dedos en rodajas y les sellan la boca, en Colombia les llaman los "sapos".

Pero una vez que los capos son extraditados a Estados Unidos, muchos se convierten en sapos, en super sapos.

Ellos acuerdan ser intermediarios para entregar a otros capos y asegurarse decenas de millones de dólares en activos.

Y luego los agentes de drogas pueden hacer más redadas y atraer a más mafiosos, y los capos encarcelados pueden escribir sus memorias y se convierten en estrellas de cine.

Este espinoso proceso de enjuiciamiento se ha desarrollado durante cuatro décadas en la guerra contra las drogas y es crucial para entender el futuro de El Narco en México.

Porque una pregunta clave es si los agentes mexicanos y estadounidenses pueden vencer realmente a la bestia del tráfico de drogas mediante las detenciones y las redadas.

Los jefes de la DEA y el gobierno de Calderón están interesados en seguir esta táctica. Argumentan que ha sido difícil y que ha habido una gran cantidad de víctimas, pero que si la mantienen entonces prevalecerá la justicia.

Con su reinado del terror, los cárteles aparecen a menudo como organizaciones invencibles, inmunes a los ataques de todo lo que la policía o los soldados lanzan sobre ellos.

Pero si los agentes realmente actúan juntos, ¿se desplomarían los cárteles como tigres de papel? ¿Pueden realmente los chicos buenos ganar la guerra contra las drogas de México y mantener a El Narco tras las rejas?

O por lo menos si los capos de la policía arrestan a suficientes líderes, ¿dejarán de ser los traficantes de drogas una insurgencia criminal que amenaza la seguridad nacional y volverán a ser un problema de delincuencia común?

La propia carrera del agente de la DEA  Daniel ofrece ideas sorprendentes para intentar encarcelar a El Narco.

Se ha infiltrado personalmente en uno de los principales cárteles de la droga de Mexico y en un cártel colombiano. Y ha vivido para contarlo. Su historia muestra lo que significa en las calles de las ciudades fronterizas mexicanas la estrategia contra las drogas diseñada en Washington.

Al igual que muchos soldados, Daniel viene del mismísimo infierno.

Éste es el primero de varios extractos del nuevo libro de Ioan Grillo, "El Narco: insurgencia criminal dentro de México", que publicará la informacion.com.

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