Pensaron que sus hijos las cuidarían cuando fuesen mayores, pero en una sociedad tan competitiva como la coreana, ya no tienen tiempo, ni dinero, para preocuparse de sus madres. Ellas, ya con 60 o 70, se han tenido que dedicar a la prostitución para poder comer tres veces al día. Es la dura realidad que vive la tecnológica Corea del Sur.
Corea del Sur, dónde las abuelas, en lugar de cuidar a sus nietos y disfrutar de su vejez después de año de trabajo -dentro y fuera de su hogar- tienen que vender sus cuerpos a otros ancienos.
Kim Eun-ja tiene 71 años y es una de las mujeres surcoreanas conocidas como Chicas Bacchu, que son mujeres adultas que viven de vender pequeñas botellas de una popular bebida energética conocida como Bacchu. No es el caso de Kim Eum-ja, pero muchas venden algo más que esta conocido bebida energética coreana.
"Los hombres me proponen cosas cuando camino por la calle con mi bolso. Pero siempre respondo que no", señala Kim Eun-ja gana 5.000 wons (3,7 euros) al día vendiendo botellitas y asegura que no puede que en que sus hijos la ayuden. "Ellos tienen que prepararse para enfrentar su propia vejez. Y todos aquí tenemos la misma situación".Los clientes, de la misma edad
"Tomamos un trago, después deslizamos un poco de dinero en sus manos y las cosas pasan", continúa Kim, "a los hombres nos gusta tener mujeres a nuestro lado, sean viejas o no, sexualmente activas o no. Es simple psicología masculina".
Otro hombre, que confiesa tener 81 años, muestra animado una botellita de Bacchu.
"Esto es para tomar con mis amigos", explica. "También podemos encontrar alguna compañía de aquellas mujeres que están paradas allí. Ellas nos piden que las dejemos jugar, pero también nos dicen 'pero, yo no tengo nada de dinero'. El sexo con ellas cuestan poco más de 13 euros, pero en algunas ocasiones te pueden hacer algunas rebajas si te conocen".Prostitutas por primera vez
Según recoge la página web de la BBC, la mayoría de las Chicas Bacchu empezaron a vender sus cuerpos cuando ya eran más adultas, como resultado de una nueva clase de pobreza de la tercera edad.
Así lo define la doctora Lee Ho-Sun, quien es tal vez la única persona que ha estudiado el tema en detalle.
Una de las personas que entrevistó para su investigación fue una mujer que comenzó a prostituirse a los 68 años. Son cerca de 400 las mujeres que trabajan en el parque Jongmyo, ubicado en el corazón de Seúl, a las que desde pequeñas les enseñaron que el respeto y el honor son lo más importante del mundo.
"Una Chica Bacchu me dijo 'tengo hambre, no necesito el respeto ni el honor. Sólo quiero comer tres veces al día", señala Lee.
La policía, que patrulla con regularidad la zona, no realiza muchos arrestos. Privadamente dice que el problema nunca se solucionará con represiones,
mientras los ciudadanos de la tercera edad necesiten un lugar para desahogar sus necesidades sexuales. Para que eso deje de ocurrir, debe darse un cambio en la política del país.Sexo y riesgo de infección
En los maletines que cargan estas mujeres, además de las botellitas, también llevan una inyección que supuestamente ayuda a mejorar el desempeño de los hombres –la mayoría con más de 60 años- en la cama.
El tema es que las agujas para aplicar las inyecciones son utilizadas 10 o 20 veces. Un foco de infecciones.
En una encuesta local encontró que al menos el 40% de los hombres tienen alguna enfermedad de transmisión sexual, con el agravante que las enfermedades más comunes no estaban dentro de la encuesta.
Por esa razón, algunos gobiernos locales han empezado a ofrecer educación sexual a los adultos mayores.
El lugar donde termina este viaje solitario está ubicado al lado de una autopista. Allí, por un corredor, se llega a un cuarto gris, que se abre cuando llega la pareja.
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