"Votaré a Dilma, por Lula"

  • Tiene las elecciones prácticamente ganadas. Aunque su adversario, el socialdemocráta José Serra, amenazó con recuperarse de su deventaja tras la primera vuelta, ahora Roussef le saca entre 10 y 15 puntos. No cabe duda de que el carismático Lula ha introducido a su delfín poco a poco hasta conseguir que los brasileños quieran a Dilma Rousseff casi con los ojos cerrados. Pero, ¿quién es Dilma?
El carismático Lula ha introducido a su delfín poco a poco hasta conseguir que los brasileños quieran a Dilma con los ojos cerrados, hasta que han sabido que él está detrás.
El carismático Lula ha introducido a su delfín poco a poco hasta conseguir que los brasileños quieran a Dilma con los ojos cerrados, hasta que han sabido que él está detrás.
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Solana Pyne | GlobalPost | lainformacion.com

(Río de Janeiro, Brasil). Por primera vez desde el retorno de Brasil a la democracia en 1985, Luiz Inácio Lula da Silva no participará en los próximos comicios electorales. Pero nadie lo diría, a tenor de las últimas semanas de campaña.

La propaganda que se distribuye entre los ciudadanos muestra a los candidatos codo con codo con el actual presidente brasileño. La sonrisa de Lula adorna los laterales de los autobuses de campaña que inundan con sus altavoces las calles de música. Incluso el principal candidato de la oposición, José Serra, ha hecho unos anuncios de televisión en los que se vincula al político más famoso del país.

Pero es la sucesora elegida personalmente por Lula, Dilma Rousseff, quien parece estar beneficiándose del historial de su jefe. Hace siete meses estaba a unos 10 puntos porcentuales detrás de Serra en las encuestas. Una encuesta difundida a mediados de octubre la colocaba 25 puntos por delante de su principal rival, y con el 51 por ciento de la intención de voto. Ni siquiera una serie de escándalos de corrupción en los que aparece implicado su formación, el Partido de los Trabajadores, le ha pasado factura en la carrera hacia la presidencia de Brasil.

Tras la primera vuelta de las presidenciales un mes atrás, Roussef perdió puntos de ventaja frente a su rival, pero los últimos sondeos muestran que le saca entre 10 y 15 puntos a Serra.

Todos los analistas coinciden en que Roussef no habría llegado a donde está ni habría obtenido el apoyo popular que se ha ganado en los últimos meses si Lula no hubiera estado detrás de su campaña. O más bien delante, en primer plano.

"Es realmente el liderazgo de Lula. Se ha implicado tanto en la campaña que podría haber designado a su mujer, y probablemente habría ganado", asegura Riordan Roett, director del Latin American Studies Program de la Universidad Johns Hopkins.

Rousseff, de 62 años, que ha sido ministra de Energía y jefa de gabinete en los gobiernos de Lula, tiene reputación de ser una administradora combativa pero efectiva. No tiene el carisma de Lula, y hasta ahora nunca se había presentado a unas elecciones.

"En principio esto se percibió como una misión imposible", dice David Fleischer, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad de Brasilia. "Pero Lula se movió en función de las encuestas. Y las encuestas decían que una gran mayoría de las personas decían: 'Sí, voy a votar por el candidato de Lula'. Pero estas personas no sabían que la candidata era ella".

Mucho antes de que comenzara el periodo de campaña electoral, Lula comenzó a aparecer junto a Rousseff en eventos públicos, poniéndola al frente de un programa multimillonario de alto perfil, destinado a mejorar las carreteras, puertos e infraestructuras del país. Algunos dicen que se ha pasado de la raya, y las autoridades electorales le multaron varias veces por hacer campaña por Rousseff antes de tiempo.

"Fue promovida como si el jefe de gabinete fuese alguien al mismo nivel que el presidente", asegura Amaury de Souza, un consultor político que trabaja en Río de Janeiro y Sao Paulo. "Es como si durante los últimos años ejerciese de presidente en funciones".

Pero estos últimos años han dejado buenas sensaciones entre muchos brasileños, algo que indudablemente impulsa las posibilidades del partido del gobierno en las encuestas electorales.

El estruendoso crecimiento económico de Brasil, que se calcula será de un 7 por ciento este año, ha ayudado a restaurar la imagen del país como una superpotencia en desarrollo, junto con los otros países denominados del BRIC (Rusia, India y China). Bajo el gobierno de Lula, Brasil ha logrado ser designado sede del Mundial de Fútbol de 2014 y de los Juegos Olímpicos de 2016, y su creciente papel internacional ha sido respaldado con importantes avances domésticos.

La economía fuerte y programas sociales sin precedentes como la Bolsa Familia (el mayor programa de préstamos del mundo) han reducido la desigualdad de ingresos y ayudado a sacar a millones de personas de la pobreza. El programa comenzó siendo un proyecto piloto con el predecesor de Lula, pero fue éste quien lo expandió y se ha llevado gran parte del reconocimiento por su éxito. 

En las calles de Río de Janeiro, Bolsa Familia ha decidido el voto de Dania Ferreira, una vendedora de 50 años con dos hijos a su cargo. Ferreira no podría comprar comida ni medicinas sin ese programa, asegura, lo que hace que su decisión electoral sea cosa de pura lógica. "Votaré a Dilma, por Lula", asegura mientras atiende a unos clientes. "Lula creó la Bolsa Familia".

Pero aunque unos cálculos aparentemente tan simples puedan servir para que la candidata elegida por Lula gane las elecciones, el trabajo al que se enfrentará Rousseff no dejará de ser duro.

Heredará los ya retrasados proyectos para construir la infraestructura necesaria para las Olimpiadas y el Mundial de Fútbol. Además de tener que lidiar con viejos temas como los impuestos y la reforma de las pensiones, también tendrá que ver cómo Brasil gestiona unas reservas petrolíferas en alta mar que según algunos podrían ser mayores que las de Rusia o Kuwait. Lula quizá haya contribuido a que Brasil se siente en la mesa de las grandes naciones, pero los analistas dicen que será Rousseff quien tendrá que asegurarse de no perder ese puesto.

"Si Dilma comete algún error político serio, toda la imagen de Brasil como BRIC se colapsará", dice Roett. "Este no es un país fácil de gestionar".

Pero Moises Furtado de Morais, un vendedor callejero de 70 años que recorre el barrio de Centro en Río, asegura que poco de eso le importará cuando vaya a votar. Él apoya a Rousseff, dice,  "porque es de Lula, de su partido". De hecho, al hablar de las próximas elecciones, ni siquiera menciona directamente el nombre de Rousseff. Cuando un extraño le pregunta a quién va a votar, Morais simplemente contesta: "Lula".

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