Tokio se prepara para los JJOO de 2020 vacunándose contra la 'turismofobia'

  • Japón es un país de otro mundo pero por aquellas casualidades de la vida se encuentra en el mismo planeta que España, aunque a muchos kilómetros de distancia en casi todo.

    Japón es una isla que adolece de cierto desprecio a lo extranjero -por no hablar de racismo o xenofobia-, aunque su idiosincrasia les obligue a mostrar sumo respeto. 

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Tokio se prepara para los JJOO de 2020 vacunándose contra la 'turismofobia'
Tokio se prepara para los JJOO de 2020 vacunándose contra la 'turismofobia'
José Luis Roig

Escribir desde la planta 45 del Keio Plaza Hotel, mientras anochece y el skyline de Tokio se convierte en el decorado futurista de "Blade runner", te permite observar también con perspectiva futurista lo que a esta mega ciudad de cerca de 14 millones de habitantes le espera hasta que llegue su fecha mítica: los JJ.OO. de Tokio de 2020.

De entrada le espera, que el Gobierno japonés se gaste los 16.800 millones de dólares que costará organizar los Juegos de verano de 2020, aunque sobre todo invertirán mucho más que dinero en mitigar la turismofobia latente que sufre este gran país, difícil de comprender pero también de no querer.

Japón es una isla que adolece de cierto desprecio a lo extranjero -por no hablar de racismo o xenofobia-, aunque su idiosincrasia les obligue a mostrar sumo respeto, cuando no servilismo, por lo ajeno y más por el turismo, que les ha dejado en los últimos años pingües beneficios, más de un billón y medio de yenes. Según el diario económico Nihon Keizai Shinbun (Nikkei), “el turismo está sosteniendo la economía japonesa a una escala comparable a las exportaciones de semiconductores u otros componentes electrónicos (3,6 billones de yenes)" .Las propinas 

Este país resulta muy extraño a los ojos de un español. Por ejemplo, las propinas, algo tan frecuente en nuestro país y en nuestro entorno, no existen en ningún servicio, ni taxis, ni restaurantes, ni en nada. No conciben que alguien tenga que pagar un extra, aunque sea voluntario, por un servicio ya cobrado.

Igual sucede con las peculiares huelgas a la japonesa, o con su obsesión por la tecnología o la modernidad, aunque tienen la virtud de no olvidar ni aparcar su gran respeto por la tradición, y por el bien común social, incluidos los más jóvenes.

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En Japón la delincuencia y los ladrones escasean, tanto que parece que no existe la policia. Puedes dejar el móvil sobre una mesa de un bar mientras vas a por las bebidas, y nadie lo tocará. Y es que aquí a los turistas les tratan con la misma consideración, no les asustan, ni les timan, ni les agreden como sucede últimamente en España. Aquí saben cuidar muy bien a su nueva gallina de los huevos de oro.

Tampoco digo que los japoneses sean extraterrestres, tienen sus defectos humanos -pocos- y sus vicios mundanos -algunos-, pero corroboro lo que alguien dijo sobre ellos: son la sublimación social del hombre blanco.Ni un papel en el suelo 

No ves un papel en el suelo ni aunque lo busques, ni una papelera, porque nadie considera que deba ensuciar el preciado espacio público. Se lo guardan y lo tiran luego en casa. Cuidan su ciudad tanto o más que sus hogares. Son silenciosos por naturaleza y respeto a los demás, y no gritan ni cuando se emborrachan. Si llevan unas copas de más de saque a lo sumo se ríen mucho y sueltan tonterías erótico festivas pero sin voceríos estridentes. Todo se debe a que valoran mucho esa elevada conciencia social que lucen a todas horas y al alto respeto que tienen por los demás. No se tocan ni para darse la paz, y hacen reverencias a todas horas en señal de consideración y gratitud.

Esta manera de ser tan peculiar y exclusiva les convierte en refractarios al turismo, ya que consideran sabiamente que por allí afuera no hay cosas mejores, sino más bien lo contrario; de ahí que ahora se vean en la encrucijada de saber rentabilizar la curiosidad e interés que despiertan en el mundo, y sobre todo teniendo como anfitriones unos Juegos Olímpicos. Quizá después de 2020 se arrepientan de su aperturismo y se cierren de nuevo en sí mismos para recuperar sus esencias.

Sin embargo, como también son de lo más obedientes y de lo más capitalistas, no dejarán que su futuro nacional se vea dañado por una posible "turismofobia" caprichosa y antisistema. Antes muertos -se harán el harakiri si es preciso-, que perjudicar a su país o a sus empresas, que valoran tanto como a sus familias.20 millones de turistas para los JJOO

Su objetivo de cara a los JJ.OO. de 2020 era conseguir 20 millones de turistas, pero ese objetivo ya lo lograron el año pasado gracias a los más de seis millones de chinos que les visitaron, y al turismo asiático en general.

Según la Oficina de Turismo de Japón en Madrid, cada vez hay más españoles que viajan al país del sol naciente, pero el número de momento sólo ronda los 95.000 visitantes al año. Sin embargo, y a pesar de los buenos datos generales, el objetivo del Gobierno nipón es mejorar los servicios y la calidad de ese turismo, pero principalmente la mentalidad de los ciudadanos antes de que pueda brotar algún sentimiento de turismofobia.

El Gobierno del primer ministro Shinzó Abe y su responsable de turismo, Ishii Keiichi, están de lo más contentos porque en 2016 ya hubo más extranjeros que visitaron Japón que japoneses viajaron al extranjero, por inverosímil que parezca.

Pero la satisfacción es doble porque un gran porcentaje de esos visitantes extranjeros repiten su viaje a Japón. Por algo será, quizá se deba a la gran amabilidad de su gente, a su excelente gastronomía, por la seguridad de sus calles, por su riqueza y variedad cultural, sabiamente combinadas con la ferviente modernidad.

Sí, es cierto, en verano puede hacer demasiado calor y humedad, y no puedes fumar mientras caminas por las calles, pero sin embargo sí lo puedes hacer en infinidad de lugares públicos y privados, e incluso en cualquier esquina del barrio de Ginza, por ejemplo, mientras no tires la ceniza y la colilla en el suelo. A maniáticos no les gana nadie, pero la mitad de sus "manías" ya me gustaría a mí que las tuviéramos en España.

En fin, llevo pocos días por estas tierras pero ya tengo claro que Japón no es sólo lo que se ve, sino sobre todo es lo que te hace sentir... y de momento no se siente la turismofobia por ningún lado, más bien lo contrario.

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