Alfonso Guerra anuncia que dejará su escaño en el Congreso cuando acabe la legislatura

    • Guerra es el diputado más antiguo de España y lleva en el Congreso desde 1977, sin faltar en ninguna legislatura desde el comienzo de la democracia.
Guerra pide el "control intervencionista de las entidades financieras" porque es donde está hoy "el enemigo"
Guerra pide el "control intervencionista de las entidades financieras" porque es donde está hoy "el enemigo"

El exvicepresidente del Gobierno y diputado por el PSOEAlfonso Guerradejará su escaño en el Congreso.Guerra ha realizado elanuncio este miércolesen la Comisión de Presupuestos del Congreso de los Diputados, de la que es presidente, al afirmar que era su"último presupuesto", dejando entrever que abandona el Congreso y su escaño antes de final de año.

Ante esta declaracion uno de los presentes le ha replicado: "Eso nunca se sabe". Y él tajante ha dicho con una sonrisa: "sí se sabe, sí". Después, ante la prensa,ha explicado, al término de la presente legislatura no irá "en ningún caso" en las listas que el PSOE presente a las próximas elecciones generales y abandonará la política después de haber estado "cotizando 50 años a la Seguridad Social".

"Ya está bien", ha bromeado el otrora vicepresidenta del Gobierno con los periodistas, a los que ha augurado que "nadie" de las generaciones más jóvenes conseguirá cotizar medio siglo, "tal y como están las cosas".

Al final de la sesión ha añadido"vayan con mucha felicidad".Guerra ha sido diputado desde 1977, convirtiéndolo en el político más 'veterano' del hemiciclo y el único que permanecía de la época de la Transición. En esta última legislatura ocupaba en escaño por Sevilla.

El histórico político ha querido dejar claro que su decisión de abandonar la Carrera de San Jerónimo es "personal" y ha subrayado que ya ha llegado ese momento tras su intento de no ir en las listas del PSOE en dos ocasiones anteriores, cuando la "presión" le impulsó de nuevo a hacerlo. "Pero esta vez ya no", ha remarcado.

De hecho, ha señalado que él ya avisó hace un año de su decisión al entonces secretario general del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba, quien el día que anunció su decisión de dejar la política le comentó entre bromas que se le había adelantado.

Guerra ya dejó entrever la posibilidad de no volver a concurrir a unas elecciones en la entrevista que Europa Press le hizo en junio de 2013. En todo caso, sí comentó que lo que no haría sería dejar de trabajar en caso de jubilarse de la política. "Sólo estaré jubilado en la tumba porque estaré haciendo cosas siempre, hasta que me muera, que no sé cuándo será, pero todavía queda", manifestó.El brazo de hierro de Felipe González

En sus memorias publicadas este año, fiel a su trayectoria, su fama y su conciencia, ajustaba cuentas con algunos de los que fueron sus compañeros en el partido y abundaba en los errores de una derecha que durante décadas ha sido el blanco preferido de sus dardos dialécticos.

Consecuente con esa confesión, quien era hasta ahora el único político que había conservado su escaño desde las primeras elecciones democráticas y quien dio nombre durante años a un sector del partido, ya no estará en las listas del PSOE en las próximas elecciones generales.

Serán una candidaturas encabezadas por el quinto secretario general del PSOE con el que Guerra ha sido diputado, Pedro Sánchez, y que no era su favorito en las primarias celebradas antes del verano porque respaldó a Eduardo Madina.

Pero asegura que su decisión nada tiene que ver con la nueva dirección del PSOE a pesar de que en uno de sus últimos actos públicos (junto a González, Sánchez y José Luis Rodríguez Zapatero con motivo de la conmemoración del 40 aniversario del Congreso de Suresnes) cuestionó la viabilidad de la reforma constitucional que ahora defiende su partido.

Alfonso Guerra se va en un ambiente de renovación política generalizada, con fuerzas como Podemos disputando al PSOE la hegemonía de la izquierda y cuando siguen goteando casos de corrupción que rememoran la etapa que vivió hace casi un cuarto de siglo desde la vicepresidencia del Gobierno.

Uno de ellos, el relacionado con las actividades de su hermano Juan en su despacho de la delegación del Gobierno en Sevilla, fue el detonante de su salida del Ejecutivo de González, una persona a la que une ya una relación bastante alejada de la foto que protagonizaron juntos en una ventana del hotel Palace de Madrid y que fue uno de los símbolos de la victoria socialista de 1982.

Ácido en sus críticas, era (y hasta ahora seguía siendo) el dirigente socialista más demandado por las organizaciones territoriales del partido para unos mítines en los que siempre oía la misma petición: "Alfonso, dales caña". Y él, no defraudaba.

Su dureza dialéctica contrasta con su confesión de que es tierno y romántico. Quizás esa veta es la que vertía en los versos que a mediados de los ochenta aseguraba escribir todos los días como una forma de alejarse de los problemas de la política. Sin duda que a esa meta le ayudaba también el músico por el que siempre ha dicho sentir pasión: Gustav Mahler.

Ahora tendrá más tiempo para disfrutar de todo ello y de observar con algo más de distancia un día a día político en el que lamenta que cada vez más proliferen voces contra la Transición porque lo considera injusto.

Guerra se marcha, pero queda la impronta del guerrismo que nunca admitió abiertamente que existía en el partido. Alfonso cede el paso convertido en una página socialista difícil de olvidar.

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