(AMPLIACIÓN) EL REY ALERTA DE QUE NINGÚN CAMINO EN DEMOCRACIA PUEDE CONDUCIR A LA RUPTURA DE LA CONVIVENCIA

El rey Felipe VI alertó este miércoles en el Congreso de los Diputados, en su discurso con motivo de la conmemoración de los 40 años transcurridos desde las primeras elecciones democráticas, de que ningún camino emprendido en democracia puede llevar a la ruptura de la convivencia, a la división entre españoles o a la quiebra del espíritu fraternal.
Pese a "errores" o a "luces y sombras", aseguró que los españoles "podemos sentirnos orgullosos" de lo construido en esos 40 años, un "patrimonio moral y materia que no debemos silenciar ni ignorar, que no podemos dividir, ni mucho menos destruir".
CONVIVENCIA, PAZ, LIBERTAD Y PROGRESO
Pidió que los valores representados en esa fecha de las primeras elecciones, en 1977, sigan presentes en la realidad política y subrayó que el bien más preciado en una democracia es la convivencia, en la que se fundamentan la paz, la libertad y el progreso.
Por ello, alertó sin mencionar a Cataluña ni el desafío soberanista, "ningún camino que se emprenda en nuestra democracia puede, ni debe, conducir a la ruptura de la convivencia, al desconocimiento de los derechos democráticos de todos los españoles o a la negación de los valores esenciales de la Europa a la que pertenecemos, y menos aún, un camino que divida a los españoles o quiebre el espíritu fraternal que nos une".
Añadió que la convivencia tiene su mayor garantía y su mejor protección en las normas que la amparan, cuyo respeto no es una "amenaza o advertencia" para los ciudadanos, sino "una defensa de sus derechos", ya que dentro de la ley cobran vigencia los principios democráticos y es donde se deben encauzar los antagonismos y resolver los desacuerdos y las diferencias mediante el diálogo y el debate. Fuera de la ley, afirmó, la historia enseña que solo hay "arbitrariedad, imposición, inseguridad, y la negación misma de la libertad".
CONSOLIDAR LA DEMOCRACIA
El Rey comenzó su discurso citando palabras de su padre en la apertura de la legislatura constituyente, el 22 de julio de 1977: "La democracia ha comenzado. Ahora hemos de tratar de consolidarla". "A él, junto a toda aquella generación que abrió el camino de nuestra democracia, quiero ofrecerles hoy y aquí el testimonio más profundo de nuestra gratitud, homenaje y admiración", dijo.
Se remontó al periodo histórico anterior a esas elecciones para subrayar que a partir del referente de 1812 España vivió una época "convulsa e incierta" en la que se sucedían los golpes de Estado, las guerras y la violencia, y se derribaba una y otra vez todo lo que antes se había construido.
"La intransigencia y la eliminación de la discrepancia determinaron gran parte de la vida nacional", recordó, y los españoles "se oían pero no se escuchaban, se veían pero no se miraban, se hablaban pero no se entendían, y menos aún se respetaban".
A pesar de avances que no se pueden olvidar, insistió el Rey, "la intolerancia, la discordia y la falta de entendimiento entre españoles constituyen una realidad innegable de ese periodo político de nuestra historia", y por ello reconoció la "responsabilidad histórica" a la que se enfrentaron esos primeros parlamentarios de la democracia: "Dar la respuesta política a nuestros errores del pasado y superar las diferencias entre los españoles, convencidos de que la guerra civil y la dictadura eran, como se afirmó entonces en estas cámaras, una inmensa tragedia sobre la que no cabía fundar el porvenir de España".
"MUY ORGULLOSOS Y SATISFECHOS"
Procedentes de trayectorias vitales muy diferentes y con ideologías muy alejadas, todos ellos se guiaban por un único espíritu, recordó: "Nadie en España debía volver a ser enemigo de nadie" y la exclusión y la imposición, la intolerancia y la discordia debían ser sustituidas por la renuncia al dogmatismo y la defensa de las propias convicciones con pleno respeto hacia el adversario y hacia las opiniones ajenas o diferentes.
El Rey enfatizó que todos ellos pueden sentirse "muy orgullosos y satisfechos" de su tarea porque, al renunciar "consciente y deliberadamente" a imponer su visión de España o sus convicciones "construyeron con una gran generosidad y voluntad integradora la España que querían construir los españoles".
Subrayó que cumplieron esa tarea a pesar de dificultades, "de incomprensiones e ingratitudes" y del "terrible dolor" causado por el terrorismo, y por ello juzgó "justo" mostrarles públicamente "el mayor respeto, gratitud y admiración a quienes hicieron posible, con responsabilidad y sentido de Estado, este gran avance colectivo".
Gracias a ellos la democracia y la libertad son hoy una "evidencia", y en esa lucha estuvieron acompañados por una España entera movilizada construyendo un proyecto "de todos y para todos" desde la votación en el referéndum para la reforma política y después en las elecciones de 1977 y en la ratificación de la Constitución.
UNIDAD Y RECONCILIACIÓN
Con esas tres decisiones el pueblo español "decidió, sin reservas, caminar unido en la misma dirección", dijo el Rey, para lograr la reconciliación nacional, construir la España democrática y constitucional, y afirmar "nuestra unidad nacional asumiendo la diversidad territorial de España con orgullo y coherencia, reconociendo, como señalé en mi discurso de proclamación, que la diversidad está en nuestra historia y define nuestra propia identidad nacional, y que los sentimientos se deben respetar y comprender, nunca ignorar, enfrentar o dividir".
Así, prosiguió, la Constitución de 1978 "proclamó su voluntad de proteger a todos los pueblos de España en el ejercicio de sus culturas y tradiciones, de sus lenguas y de sus instituciones, y reconoció el autogobierno de sus nacionalidades y regiones, que son también patrimonio de todos los españoles".
El Rey tuvo un recuerdo para las víctimas del terrorismo y para sus familias, y un agradecimiento para quienes se han entregado a combatirlo y quienes lo siguen haciendo ante las "nuevas y diferentes amenazas terroristas que compartimos con otros tantos países".
Recordó aquella fecha de 1977 siendo un niño de nueve años que intuía sentimientos encontrados, inquietud y preocupación finalmente vencidas por el coraje, la valentía, la ilusión y la esperanza, que deben seguir "plenamente vigentes en nuestro ánimo para proyectar nuestra convivencia hacia el futuro y seguir impulsando el progreso de nuestra nación".
El Rey finalizó su discurso reafirmando el compromiso "irrevocable" de la Corona con la democracia, con el entendimiento entre todos los españoles y con su convivencia en libertad", y dando las gracias en castellano, catalán, euskera y gallego. Después de una larga ovación de la mayoría de los parlamentarios, quiso dedicar ese aplauso "a quienes habéis hecho esto posible".

Mostrar comentarios