El papel negociador y el aval de las bases: las claves de Sánchez ante su 'día D'

    • Aún si la investidura resulta fallida, el socialista encara una semana definitiva para fortalecer su liderazgo.
El secretario general del PSOE y candidato a la investidura, Pedro Sánchez.
El secretario general del PSOE y candidato a la investidura, Pedro Sánchez.

Pedro Sánchez llega a su día decisivo, el que lleva esperando desde el pasado 20-D. Entonces, el PSOE aplaudió el que era el peor resultado de su historia: 90 escaños que, a la vista de aquellas encuestas que anticipaban un fracaso de órdago, fueron considerados un 'mal menor'. Entonces, interpretaron en Ferraz, no todo estaba perdido. Había margen para intentar formar gobierno, "un gobierno de izquierdas", se repetía. O, al menos, para intentarlo.

Hubo quien quiso verlo así-la dirección socialista-y hubo quien abrió la caja de los truenos. Ferraz se fracturó aún más en dos liderazgos. El de Sánchez y el de Díaz, la perenne dicotomía desde que el primero fuese elegido- paradójicamente aupado por la segunda-para pilotar el destino de un socialismo en crisis.

Pero en este tiempo, Sánchez ha sabido acompasar los ritmos para recoger la investidura, acallar algunas voces, e, incluso, hacer avanzar las negociaciones. Insuficientes, sí, pero al fin y al cabo acuerdos en tiempos de desacuerdos.

El líder socialista llega a esta semana con la práctica seguridad de que la investidura resultará fallida-necesita de una mayoría absoluta en la primera y simple en la segunda- pero con una prueba superada. La militancia, la misma que ha de pronunciarse el próximo 5 de mayo para elegir secretario general, avala su gestión hacia la presidencia.La arriesgada consulta a la militancia

La apuesta por la consulta, un claro desafío a los dirigentes críticos, era sin duda arriesgada. En primer lugar, por la premura de los plazos. El líder socialista no inició las conversaciones negociadoras hasta que Felipe VI le tendió el encargo de formar gobierno y desde ese día las reuniones avanzaron en direcciones encontradas. Más fluidas con Ciudadanos y a duras penas con Podemos, el partido que todos presuponían como aliado natural y el mismo que levantaba ampollas entre los barones, en especial, en la presidenta andaluza, Susana Díaz.

Lo ajustado de los tiempos provocó incluso que la pregunta que se habría de trasladar a la militancia se cerrase sin acuerdo anunciado. Calculada o no, no fue una mala táctica para Sánchez: la pregunta era lo suficientemente abierta-El PSOE ha alcanzado y propuesto acuerdos con distintas fuerzas políticas para apoyar la investidura de Pedro Sánchez a la presidencia del Gobierno. ¿Respaldas estos acuerdos para conformar un gobierno progresista y reformista?- como para avalar acuerdos presentes, o futuros, con distintas fuerzas políticas."Razonablemente satisfechos"

Por Ferraz circuló ayer durante todo el día un temor no disimulado. Una abstención elevada podría ser interpretado como un revés para Sánchez, en tanto demostraría su incapacidad para motivar y activar a las bases. Con un 51'70% la dirección respiró aliviada. Más incluso que con el 78'97% de respaldo, rotundo, al pacto con Ciudadanos. "Razonablemente satisfechos" se resumió al final de la jornada.

En las federaciones 'rebeldes', tremendamente molestas con el secretario general por haber aceptado la supresión de las diputaciones- la crítica se expresó más con abstenciones que con un rechazo expreso. Pero los datos no fueron lo suficientemente rotundos para que se pudiese interpretar un triunfo de Díaz frente a Sánchez, como todos se afanaron a comprobar una vez finalizado el escrutinio.

Desde Andalucía se ha tratado en las últimas semanas de acallar el ruido de sables que tanto resonó en los primeros días tras las elecciones. "España le necesita", arengó incluso este sábado Díaz, en un guiño claro al secretario general.

Existe malestar, sí- disgusta no sólo el tema de las diputaciones, también el acuerdo con Compromís que supondrá el "pago de la deuda histórica" y que se interpreta como una discriminación con otros territorios- pero las críticas de los barones se han ido templando conforme avanzaba la sensación de que las bases, al menos la mayoría, estaban con Sánchez.

Incluso entre aquellos afiliados que en su momento no le apoyaron su salto a la secretaría, se valoraba que el secretario general hubiese asumido la "responsabilidad" de intentar formar gobierno. Se admite también que ha sabido liderar con buena mano las negociaciones.

Ello, pese a que nadie duda de que las investiduras acabarán-salvo que Podemos o PP se decanten, en una sorpresa in extremis, por la abstención- en fracaso. El candidato no tiene los apoyos suficientes para salir elegido presidente-131 escaños- y por ello, la sesión en el Congreso será más bien una teatralización de las posturas de cara a una posible convocatoria de elecciones.

Blindaje ante los procesos internos

La estrategia es clara: si Podemos no se suma, quedará igualado al PP. "Son tan de izquierdas, tan de izquierdas, tan de izquierdas, que son capaces de que siga Rajoy", repite Sánchez con insistencia estos días.

Los de Iglesias no han movido un ápice la postura desde que el miércoles, horas después de conocido el acuerdo con Rivera, rompiesen la mesa de negociaciones. Podemos no tratará ahora de buscar el 'entente' con Sánchez, pero sí el 6-M cuando, entienden, el marcador de la negociación se pondrá de nuevo a cero. Entonces, el partido emergente pretende explorar de nuevo con los socialistas la posibilidad del pacto de izquierdas, ahora encallado.

Ciudadanos, por su parte, no descarta entonces abrir conversaciones con el PP, más aún si el partido de Rajoy recibe el testigo de la investidura. Los de Rivera siempre han sostenido que es al partido más votado al que corresponde formar gobierno o, al menos, intentarlo. El clima entre el líder 'naranja' y el presidente en funciones es cordial y existe buena disposición a encontrar puntos de acuerdo. Al mismo tiempo, Ciudadanos quiere evitar que el acuerdo con los socialistas empañe su papel mediador y le desplace del centro-derecha, el ámbito ideológico en el que se sienten más cómodos.

Con una convocatoria electoral aún en incógnita, Sánchez habrá salido reforzado para sus propios procesos internos. O, al menos, así lo interpreta la dirección socialista. El PSOE celebrará en mayo el Congreso en el que se habrán de renovar liderazgos y al que el líder socialista podría concurrir incluso en solitario. Para Díaz, que siempre ha temido la palabra de la militancia, la consulta de este fin de semana es una prueba de que las bases pueden suponer un revés poco deseable.

La próxima semana se abrirá otro debate: si es el momento de pactar con Podemos, y si la militancia así lo ha avalado. La pregunta de la militancia era lo suficientemente abierta-El PSOE ha alcanzado y propuesto acuerdos con distintas fuerzas políticas para apoyar la investidura de Pedro Sánchez a la presidencia del Gobierno. ¿Respaldas estos acuerdos para conformar un gobierno progresista y reformista?- para que Sánchez pueda justificar en ella las futuras negociaciones con Iglesias. Esa será la nueva batalla que amenaza con reabrir las fracturas socialistas.

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