Cuba abre el debate a la privatización

  • El periódico oficial de Cuba, Granma, está publicando críticas abiertas de sus lectores al régimen de Raúl Castro. Las "Cartas a la dirección" están reproduciendo un debate sobre la privatización o no de parte de los servicios y negocios cubanos. Algunos cubanos tienen la esperanza de que esto suponga el anuncio a una apertura de la economía castrista al libre mercado, pero otros preferirían dejar el sistema tal como está. Unas y otras opiniones se pueden leer reflejadas en Granma.
Portada de la edición impresa de Granma, periódico oficial del régimen castrista (11/02/2010)
Portada de la edición impresa de Granma, periódico oficial del régimen castrista (11/02/2010)
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Nick Miroff | GlobalPost

(La Habana, Cuba). Algo poco habitual está sucediendo últimamente en las páginas de Granma, el principal periódico de Cuba y medio oficial del Partido Comunista de la isla.Sin ningún tipo de anuncio comercial e impreso en tinta negra y roja, Granma suele tener ocho páginas de formato tabloide, dedicadas a informar con adulación sobre los principales dirigentes de Cuba y a relatar, entre otras cosas, las últimas injusticias del imperialismo yanqui. Su principal función es promocionar al Gobierno cubano. Pero en los últimos meses, Granma se ha convertido en un foro inusual de debate que parece presagiar reformas en la economía estatal cubana.

Últimamente han aparecido en la sección de "Cartas a la dirección" una serie de artículos de opinión defendiendo posiciones a favor y en contra de lo que algunos cubanos denominan "privatización", medidas de liberalización a pequeña escala que podrían generar más iniciativas emprendedoras y negocios particulares. En realidad, se trata de un debate sobre cómo revitalizar la anémica economía cubana, que ya era ineficiente e improductiva antes de que llegase la crisis global.

Lo más sorprendente, al menos tratándose de las páginas de Granma, es que muchos de los editoriales incluyen críticas abiertas a los males de la economía de Cuba, como las corruptelas, el robo generalizado de los bienes estatales y un sistema de salarios bajos que obliga a los cubanos a trabajar en el mercado negro para poder llegar a final de mes."¿Qué representaría para el Estado la eliminación de la actual farsa de propiedad estatal?" se pregunta González de la Cruz en la carta "Para salvar nuestro socialismo" del pasado 29 de enero. Los hurtos son tan comunes en los negocios controlados por el Estado que en realidad ya están privatizados, argumenta.

"En la situación actual, no se trata de privatizar nada porque en la práctica ya ocurrió, pero no de una manera racional y pensada, sino anárquica y perversa", escribe González. "¿Qué clase de propiedad social son los centros de servicio y gastronomía en que los gastos corresponden al Estado, mientras los beneficios, con todo tipo de orígenes fraudulentos e ilegales, van a parar a los bolsillos de quienes trabajan en ellos como depredadores de la población y el Estado?".

Las cartas publicadas en Granma parecen formar parte de una revisión más amplia del socialismo cubano, reclamada por el presidente Raúl Castro en sus discursos, y han elevando la esperanza y la expectación entre los cubanos que se enfrentan a constantes carencias y a un sistema que oficialmente prohíbe casi todas las formas de comercio privado. Por supuesto, las propuestas se encuadran dentro de ciertos parámetros tácitos, y no incluyen llamadas al capitalismo de mercado libre ni ninguna crítica política directa a los líderes de Cuba. Más bien, el debate se presenta como una discusión sobre la mejor forma de salvar el socialismo cubano y su aclamada red de servicios sociales de una economía ineficiente, agobiada por su excesiva centralización y burocracia.

"Me preocupa el futuro de mi patria y no puedo dejar de afligirme viendo cómo aún quedan personas ciegas que creen que el viejo modelo económico que tenemos es perfecto", escribió J. González Fernández en una carta a Granma en la que dice que tiene 28 años y su opinión es "la de casi todos los jóvenes"."Creo que no se debe seguir viviendo en el pasado, hay que pensar en el presente y futuro de nuestro país", escribe, y añade que él cree que se necesitan ajustes en el socialismo para asegurar su supervivencia.Lo que no está claro es cuándo se podrían aplicar reformas económicas, ni lo extensas que podrían ser.

Con el alto nivel de frustración existente, muchos insisten en que los cambios no se pueden demorar. Incluso la Iglesia católica cubana ha tomado parte recientemente en el debate, publicando un artículo escrito por el sacerdote y economista P. Boris Moreno en el que se advierte de un "colapso socioeconómico" si no se aplican reformas.Además, si la "privatización" se deja entrever en Granma y otros periódicos oficiales, ¿significa esto que el Gobierno de Castro ya ha decidido algún paquete de medidas liberalizadoras?

"Creo que serán cambios que apoya todo el mundo, incluidos muchos militantes del Partido Comunista, pero no sé cuándo se producirán", afirma el economista disidente Óscar Espinosa Chepe, quien asegura estar siguiendo el debate "con gran interés" y añade que "Raúl Castro despertó muchísima expectación, y la gente se siente cada vez más frustrada, porque no ha hecho nada".

Desde que Raúl Castro asumió oficialmente la presidencia de Cuba en 2008 en sustitución de su hermano mayor, su gobierno ha adoptado una serie de modestas reformas en el sector agrícola de la isla, cediendo tierras estatales improductivas a granjeros particulares y cooperativas. Pero muchos servicios y pequeños negocios (desde talleres de relojería hasta restaurantes de comida rápida y panaderías) siguen en manos del Estado.

Pero no todo el mundo parece estar deseando el cambio, y otras cartas publicadas en Granma conminan a no ceder "ni un tantito así" ante el capitalismo. "No es hora de crear condiciones para que el capitalismo astuto y traicionero desde su surgimiento se introduzca de nuevo en nuestra patria", escribió J.L. Valdés Carrasco, exhortando a los lectores a trabajar más, producir más alimentos y "confiar de manera absoluta en la dirección de la revolución", para terminar haciendo un llamamiento a los jóvenes para que sean los protagonistas de "esta etapa decisiva de la revolución".

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