Dos hombres se prenden fuego en el campamento de refugiados de Idomeni situado entre la frontera de Grecia y Macedonia. Ambos han recurrido desesperadamente a esta actuación como protesta por el cierre de la frontera y la situación de miseria que viven miles de refugiados y desplazados. Se estima que hay más 40.000 migrantes atrapados en Grecia, de los cuáles 13.000 estarían en Idomeni.
Por ahora se desconoce la nacionalidad de las dos personas que se han rociado con líquido inflamable para luego prenderse fuego. Pero la desesperación que les ha empujado a ello no entiende de fronteras; todos los refugiados y desplazados viven las mismas condiciones de desprotección, desinformación e impotencia. El pasado lunes, otro refugiado intentó hacer lo mismo frente a su tienda, pero fue disuadido por otros migrantes.
El cierre de fronteras entre Grecia y Macedonia desde el 7 de marzo, así como el acuerdo sellado entre la Unión Europea y Turquía el pasado viernes no parece que vaya a hacer menguar este tipo de angustiosas conductas. Los refugiados procesionan todos los días por los campamentos pidiendo unas condiciones más dignas en los campamentos. Pero lo que realmente quieren es proseguir su camino, no seguir al amparo de la lluvia y el frío de la duda y del barro.
La situación es dramática en Idomeni, pero no exclusiva. Sólo en allí habría más de 14.000 personas atrapadas y se estima que hay más de 40.000 migrantes en toda Grecia y sin poderse desplazar. Unas cifras que, como se constata en los medios todos los días, no hacen más que aumentar. Pero detrás de las cifras hay personas.
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