Abbado, elegante, cristalino y generoso, inunda con su magia el Auditorio

  • Concha Barrigós.

Concha Barrigós.

Madrid, 24 mar.- Elegante como su silueta y cristalino como su mirada, la forma de dirigir de Claudio Abbado afronta las dificultades que encierran partituras como las de Beethoven y Mozart que hoy ha interpretado con la Orquesta Mozart en el Auditorio Nacional con la habilidad y generosidad reservada a los genios.

El 26 de junio cumple 80 años, incluida la "prórroga", como él dice, lograda tras superar un cáncer de estómago, y en esta su vida "extendida" hace de cada concierto una ocasión única, en la que el auditorio siente que Abbado no dirige, transciende, y por eso, como ha ocurrido esta noche, el público aplaude extasiado.

El milanés, invitado por Ibermúsica, ha repetido el repertorio de su primera actuación en España -el pasado día 22 en Zaragoza- después de tres años ausente de sus escenarios: la Ouverture Leonore número 3 de Beethoven, la Sinfonía concertante Hob I/105 de Haydn, y la Sinfonía número 33 de Mozart, una obra que no se suele programar.

La diferencia es que esta noche, Abbado, como ha anunciado su amigo Alfonso Aijón, dueño de Ibermúsica, ha querido que la pieza de Haydn la dirigiera el director valenciano Gustavo Gimeno (1976), su asistente durante este mes y director de la Orquesta de Amsterdam.

Su gesto ha sido aplaudido con tantos aplausos como modestia ha demostrado Gimeno al agradecer, apartado a un lado y no en el podio, el entusiasmo con su actuación y la de los cuatro solistas, Gregory Ahss (violín), Konstantin Pfiz (violonchelo), Guilhaume Santana (fagot) y Lucas Macías (oboe).

En esta obra concertante, Haydn concede a cada uno de los solistas, que deben poseer un absoluto dominio del instrumento, una parte muy generosa y ellos construyen la hermosa y alegre pieza en la que hay una gran variedad de colores.

La inesperada muestra de altruismo ha puesto el fin a la primera parte y ha sido en la segunda, dedicada a Mozart, en la que Abbado ha mostrado cómo es posible sostener el latido de una nota, estirar los acentos y los silencios para estructurar el tempo una composición en la que se escucha escuchar a los músicos, atentos al máximo a lo que hacen los demás.

La Orquesta Mozart, fundada en Bolonia (Italia) en 2004 por Carlo María Baldini y Fabio Roversi-Monaco con Abbado como director artístico, está formada por músicos de toda Europa, muchos de ellos jóvenes, con los que intentan difundir la música además de promover otras iniciativas.

La formación ha puesto en marcha proyectos en las cárceles o en los pediátricos de los hospitales, llevando conciertos de cámara a los más pequeños porque, según Abbado, la educación musical es, en realidad, "la educación del hombre".

Convencido de que la música "como lenguaje universal tiene un profundo valor estético y es necesaria para la vida cotidiana del hombre, porque se basa en la escucha recíproca", Abbado es también fundador y director musical de la Orquesta Juvenil de la Unión Europea (1978) y de la Orquesta Juvenil Gustav Mahler (1986).

Desde hace más de 30 años, Abbado lleva manifestando su compromiso con los jóvenes músicos, creando para ellos nuevas orquestas que aúnan excelencia artística y la proyección profesional.

En su tercera y última actuación en España, mañana en el Auditorio Nacional, dirigirá a la Mozart en la Ouverture Leonore y la Sinfonía número 4 en Si bemol Mayor, de Beethoven, y en el Concierto para oboe K314, de Mozart, otra "rareza" en la programación que tendrá como solista al oboísta onubense Lucas Macía (Valverde del Camino, 1978).

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