El Delibes cazador jalona la tercera ruta turística por Valladolid

  • Roberto Jiménez.

Roberto Jiménez.

Valladolid, 22 nov.- Tenía diez años el niño Miguel Delibes cuando, un buen día de 1930 en Valladolid, abatió de un cantazo a una golondrina que picoteaba el grano sepultado en unos cagajones de equino junto a la Academia de Caballería, una hazaña que le doctoró como cazador, aunque le reportó "crueles remordimientos".

"Eliminar al pobre animal de una pedrada constituyó para mí, un niño muy religioso, una pesadilla que se repitió noche tras noche durante largos meses", evoca Delibes en uno de sus últimos libros, "Mi vida al aire libre" (1989), punto de partida de la tercera ruta turística que la Diputación de Valladolid ha presentado hoy.

La 17 Feria Internacional del Turismo de Interior (Intur), que concluye este domingo en Valladolid, ha sido el marco elegido para la puesta de largo de este tercer eslabón de un proyecto cultural y turístico que la Diputación ha concebido para promocionar la provincia y difundir la obra del novelista fallecido en 2010.

De toda su narrativa -novelas, ensayos y libros de viajes-, "tal vez fuera el libro preferido de mi padre, porque es el que contiene un mayor sentido del humor, algo inaudito en un hombre triste y depresivo como fue", ha meditado Elisa, una de los siete descendientes del escritor y presidenta de la Fundación Miguel Delibes.

Numerosas y divertidas anécdotas de su vida privada jalonan esta nueva ruta literaria y turística que tiene sus hitos en catorce municipios, incluida la capital, Valladolid: Boecillo, Esguevillas de Esgueva, La Mudarra, Medina de Rioseco, Puente Duero, Quintanilla de Onésimo, Renedo de Esgueva, Sardón de Duero, Simancas, Viana de Cega, Villanubla, Villavaquerín y Zaratán.

A la herencia francesa, por línea paterna, debe esta afición al aire libre, la naturaleza y el medio ambiente que Delibes transmitió a su vez a su familia: "Yo asumí esta inclinación para llenar mis ocios, pero mis hijos hicieron de ella un medio de vida", ya que "cuatro biólogos y un arqueólogo salieron de una camada de siete hermanos", anota en el libro.

Ese modismo cinegético para referirse a su prole abunda también en "Mi vida al aire libre", libro que subtituló con el irónico y contradictorio lema de "Memorias deportivas de un hombre sedentario", y que abrió con sendas citas, una de ellas de Rousseau, que le retrató: "No puedo meditar sino andando; tan luego como detengo, no medito más; mi cabeza anda al compás de mis pies".

De aquellas primeras caminatas infantiles como morralero de su padre, emergió luego la figura de un cazador que pudo superar sus "dolorosos escrúpulos ante la muerte inútil", gracias a lo que él mismo denominó una "vanidad cinegética", la cual mitigó en parte sus sentimientos humanitarios.

Estas rutas literarias, que la Diputación señalizará en cada municipio aludido mediante un monolito con textos alusivos extraídos de sus libros, están basadas en "Las perdices del domingo", "Diario de un cazador", "El último coto", "Aventuras, venturas y desventuras de un cazador a rabo", "Con la escopeta al hombro" y "Mi vida al aire libre".

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