El Juli sale a hombros tras meter a toros y peñas en sus faenas en Pamplona

  • El diestro Julián López "El Juli", que cortó sendas orejas, salió hoy a hombros de la plaza de Pamplona, tras meter en la muleta a sus dos toros y también centrar de paso en sus faenas a las ruidosas peñas, durante el sexto festejo de los Sanfermines.

Paco Aguado

Pamplona, 10 jul.- El diestro Julián López "El Juli", que cortó sendas orejas, salió hoy a hombros de la plaza de Pamplona, tras meter en la muleta a sus dos toros y también centrar de paso en sus faenas a las ruidosas peñas, durante el sexto festejo de los Sanfermines.

FICHA DEL FESTEJO.- Toros de Domingo Hernández, segundo y tercero con el hierro de Garcigrande, con mucho volumen y de desiguales hechuras, y de serias y aparatosa cabezas. Corrida en general noble y manejable, pero falta de un punto de raza y empuje.

Juan Serrano "Finito de Córdoba": pinchazo, media y dos descabellos (pitos); y pinchazo, estocada honda y trasera, y trece descabellos (pitos tras aviso).

Julián López "El Juli": estocada trasera y tendida (oreja); y pinchazo y estocada trasera (oreja tras aviso).

Alejandro Talavante: estocada (oreja); y cuatro pinchazos y estocada honda (silencio).

En cuadrillas, buenos puyazos de "El Patillas" al primero.

La plaza tuvo el habitual lleno en los tendidos.

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PACIENCIA Y TEMPLE

La corrida estrella de la feria tuvo también final feliz. No hubo grandes faenas ni triunfos resonantes, pero sí un buen tono general de El Juli y de Alejandro Talavante, que supieron aplicar la técnica necesaria para sacar partido de la manejable pero poco vibrante corrida de Domingo Hernández.

A los toros salmantinos, de muy aparatosas cabezas, no les faltó nobleza pero sí la raza suficiente para mover sus voluminosos corpachones. Es decir, poco motor para tanta carrocería.

Así que a los toreros les tocó poner mucho de su parte para compensar esa falta de emoción y crear faenas con suficiente atractivo para unos tendidos pamploneses, y especialmente los de sol, que tienden siempre a montarse la fiesta por su cuenta.

Quien lo logró con mejores resultados numéricos fue El Juli, un viejo ídolo de esta plaza que conoce perfectamente sus resortes. Y lo consiguió a base de paciencia y de temple para meter en la muleta a un primer toro alto de agujas y de escaso recorrido.

La faena, más técnica que apasionada, no tuvo gran brillantez hasta que el madrileño consiguió meterse en la corta distancia, muy cerca de los pitones para darse un consciente arrimón que llamó la atención del tendido y le valió ya la primera oreja.

La segunda la obtuvo de un quinto toro más vareado que el resto y que amagó con irse "rajado" a tablas al inicio del trasteo. Pero Juli, a base de dejarle la muleta en el hocico, fue "sobándole" pase a pase hasta lograr desengañarle y ligarle así varias series de muletazos más intensas.

Fue una faena larga, sin concesiones ni guiños populistas pero que, por la mera actitud y convicción del matador, consiguió también tener centrada la mirada de las peñas, que, excepcionalmente, ni cantaron ni bailaron durante todo su desarrollo.

Otra oreja paseó Alejandro Talavante del tercero, toro al que le faltó ritmo en sus medidas embestidas, pero del que tiró con pulso en varios naturales de mucha hondura.

Estuvo fácil y cómodo el extremeño con el de Garcigrande, a pesar de todo. Y le dio tan poca importancia al animal que, en un exceso de confianza, el toro le prendió por el muslo para propinarle una fuerte voltereta, de la que se levantó sin mirarse para continuar la faena y matarle de una lenta y soberbia estocada, modelo perfecto de la suerte del volapié.

No le sucedió lo mismo con el sexto, un voluminoso y soso ejemplar al que Talavante pinchó tras una faena necesariamente liviana y de pulcra corrección.

Finito de Córdoba, un torero quizá descontextualizado en una plaza que no pisaba hace muchos años, se llevó dos sonoras pitadas de Pamplona.

La primera de ellas, por no tener contemplaciones con un primero que, muy castigado en varas, apenas tuvo medias arrancadas. Aunque, eso sí, los doblones por bajo con los que abrió y cerró la breve faena tuvieron aroma de torería añeja.

Con el cuarto, otro toro muy "pegado" en el caballo, los pitos estuvieron motivados por sus repetidos fallos con el descabello, una vez que con la muleta Finito había puesto más empeño, quietud y gusto que con el que abrió plaza.

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