El niño del maquis, entre las historias singulares de Radio Pirenaica

  • El libro "Las cartas de La Pirenaica", de Armand Balsebre y Rosario Fontova, contiene en sus páginas decenas de historias singulares que reflejan cómo era la España de la posguerra, entre ellas la del niño del maquis, ese hijo de guerrilleros que fue criado y educado por un sacerdote.

Madrid, 19 mar.- El libro "Las cartas de La Pirenaica", de Armand Balsebre y Rosario Fontova, contiene en sus páginas decenas de historias singulares que reflejan cómo era la España de la posguerra, entre ellas la del niño del maquis, ese hijo de guerrilleros que fue criado y educado por un sacerdote.

Balsebre y Fontova han analizado a fondo para su libro las casi 15.500 cartas que custodia el Archivo Histórico del Partido Comunista de España, enviadas por radioyentes a la emisora clandestina Radio España Independiente, más conocida como la Pirenaica, entre 1959 y 1977.

Tras esas cartas, hay a veces "historias tremebundas que reflejan las grandes rupturas familiares que se produjeron a raíz de la Guerra Civil y que en muchos casos no se pudieron recomponer", cuenta a Efe Fontova.

En ese retrato "trágico y amargo de la España de la posguerra" que ofrece "Las cartas de La Pirenaica" (Cátedra) ocupa un lugar destacado la historia de Víctor, el niño que fue entregado con solo unos días de vida a Francisco Bustos, cura párroco de La Guardia (Toledo), "que lo cuidó y se preocupó por su futuro con celo encomiable, arriesgándose a contactar con el PCE, la organización que en su opinión debía tutelarlo", señalan los autores.

Los padres del niño eran guerrilleros que, como decía el cura en la carta que envió a la emisora cuando Víctor cumplió 15 años, "no quisieron someterse al régimen fascista de Franco y, por esto, fueron terriblemente perseguidos".

El sacerdote le pedía ayuda al PCE, porque le flaqueaban las fuerzas. A lo largo de esos años intentaron varias veces arrebatarle al niño para meterlo en un asilo, y otras "propagaron el rumor de que era hijo suyo".

La emisora encargó informes sobre el caso, y los autores del libro averiguaron, 50 años después de aquello, que uno había sido elaborado por el poeta y novelista Antonio Ferres, asiduo colaborador de la Pirenaica. Firmaba con el seudónimo de Eugenio Pantoja.

Ferres, como recuerda él mismo en declaraciones a Efe, fue a ver al cura, que "era una gran persona. Ese cura no era comunista y hay que tener mucha fe para hacer lo que él hizo y para cuidar al niño como él lo cuidó".

Dolores Ibárruri, la Pasionaria, estaba "muy interesada" en el tema y fue ella la que dio la orden de que fueran a ver al sacerdote. Lo que en realidad buscaba el cura "era que el partido le diera una beca al niño para que pudiera continuar sus estudios", añade Ferres, autor de novelas como "Con las manos vacías", "La piqueta" o "Los vencidos".

Ferres tuvo que irse al exilio y no volvió a saber nada más de aquel niño ni del sacerdote. Pero sí guarda "un recuerdo muy vivo" de esa historia.

El origen de Víctor del Val (el apellido se lo puso el sacerdote) era "un gran enigma", pero, tirando del hilo, los autores lograron recomponer la historia.

La madre del niño se llamaba Paula Rodríguez y se "echó al monte" a los 27 años, en 1943, junto a sus hermanos Aurelio y María, tras ser denunciados por una tía de actuar como enlaces de una partida de guerrilleros.

Paula se emparejó con el guerrillero Víctor Roque Sánchez "Miguelete", con el que tuvo tres niños. Los dos primeros fueron adoptados por familias extremeñas, y el tercero es Víctor del Val, el niño del que se hizo cargo Francisco Bustos.

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