La joven australiana es la quinta mujer corneada en los encierros de Pamplona

Javier Rodrigo

Pamplona, 14 jul.- La joven australiana de 23 años corneada hoy en el tórax por uno de los miuras es la quinta mujer que sufre una herida por asta de toro en los encierros de Pamplona, en los que, durante gran parte de su historia, se ha vetado el acceso a las corredoras.

La participación de mujeres en el encierro de Pamplona, aunque va en aumento año tras año, sigue siendo escasa. De hecho, hasta 1974 su acceso al encierro estaba prohibido por un bando del 1 de julio de 1867.

En 1974 se levanta esa prohibición y se abre la puerta "legal" a la presencia de mujeres en la carrera ante los astados pero, en la práctica, las autoridades municipales seguían impidiendo su entrada al recorrido.

No obstante, con los años las mujeres han ido saltando ese vallado físico y social que les obstaculizaba la entrada al encierro, primero de manera casi testimonial y después cada vez con mayor frecuencia para acabar siendo una imagen ya habitual la presencia de corredoras en las calles al paso de los toros.

Así, era inevitable que las corredoras pasaran a engrosar las listas de heridos por asta en el encierro. Esta circunstancia se produjo por primera vez el 14 de julio de 1990, hace hoy 23 años, cuando un toro de Conde de la Corte corneó en el glúteo a la norteamericana Stephanie Kern.

Fue un año más tarde, el 8 de julio de 1991, cuando la noruega Anne Karlin Kvan, de 24 años, se convirtió en la segunda mujer corneada en un encierro de Pamplona al ser alcanzada en Telefónica por un toro de Salvador Guardiola.

Pasaron diez años sin que se repitiera un hecho similar hasta que, el 7 de julio de 2001, la joven estadounidense Jennifer Smith, de 29 años, recibió una cornada en el muslo derecho en el tramo de la calle Estafeta.

La tercera mujer corneada en el encierro fue la joven de 19 años Elinzeey Sain, de Kansas (Estados Unidos), que el 7 de julio de 2002 sufrió una herida por asta en la rodilla izquierda en el tramo de Telefónica.

Ha sido por tanto un largo trecho, mucho mayor que esos 850 metros del recorrido del encierro, el que han tenido que cubrir las mujeres para hacerse un hueco junto a los hombres delante de las astas de los toros por las calles de Pamplona.