Los Goya, sinónimo de reconocimiento y glamour, y cada vez más, de trabajo

  • Si los premios Goya son, para la gente del cine, sinónimo de reconocimiento, ilusión, "glamour" y fama, este año ha cobrado relevancia otro de los sustantivos a los que se asocia y que se da por sobreentendido: trabajo.

Alicia G. Arribas

Madrid, 19 feb.- Si los premios Goya son, para la gente del cine, sinónimo de reconocimiento, ilusión, "glamour" y fama, este año ha cobrado relevancia otro de los sustantivos a los que se asocia y que se da por sobreentendido: trabajo.

Pero directores, actores, productores y técnicos no lo tienen tan claro para el año que viene; como comenta Luis Tosar, con tres Goyas en su haber y nominado esta noche como mejor actor protagonista por "Mientras duermes", aún no sabe si tendrá o no qué hacer en los próximos meses.

"Acabo de terminar una pequeña colaboración con Cesc Gay, y dedicarme, pues me estoy dedicando a la crisis, como todos", dice a pesar de todo sonriente, impecable en su traje negro de Gucci.

Al director de cine Juan Antonio Bayona la gala le ha pillado "más tranquilo que otros años" porque no estaba nominado; sí ha dicho que, en su opinión, ha habido algunas películas que "se han quedado fuera", como las de Montxo Armendáriz y Jaume Balagueró.

"Uno no puede quejarse de nada", reflexiona el realizador tras comentar que "gracias a Dios" ha podido sacar adelante "Lo imposible": "No sé si ahora hubiéramos podido", afirma.

Ha destacado, como signo de buena salud del cine español, que "una de las películas más nominadas de la noche sea novel -"Eva", de Kike Maíllo-, y que ya sea algo rutinario es un buen signo".

Tampoco estaba nominada en esta ocasión Belén Rueda, quien por su parte, ha considerado imprescindible la celebración de esta gala "para que el público español se dé cuenta de las pedazo de películas que tenemos y que el cine sigue vivo".

Benito Zambrano, expectante ante las nueve nominaciones de su película, cree que es muy difícil ganar al grupo con el que compite y piensa, sin acritud, que se quedará "sentado".

De momento, asegura que no consigue "concentrarse en nada", sólo en llevar "La voz dormida" a los festivales que le faltan.

"Estamos todos muy asustados por culpa de la crisis -afirma el director-, yo lo veo todo muy complicado, y eso a veces te paraliza incluso creativamente".

"Pero vamos a confiar en que todo se normalice que el nuevo Gobierno sea capaz de encauzar la cosa, y que la gente se anime, incluso si tenemos que hacer películas menos ambiciosas económicamente, porque de otro modo nos quedaremos como estatuas de sal".

Afortunadamente, hay voces más optimistas, como la del compositor Alberto Iglesias, nominado en los Óscar y que podría alzarse esta noche con el que sería su décimo Goya, quien considera que "aunque los números dicen que sí que hay crisis, estamos todos muy preparados para dar un salto y trabajar duro en cualquier momento".

"Creo que la industria española se ha fortalecido en los últimos tiempos, quizá ahora con la crisis mundial, sea un momento débil de proyectos, pero en cuanto la economía tienda a subir, nosotros lo haremos muy rápido", ha reflexionado.

Muy distinta la ilusión de los nominados por primera vez, como es el caso de Adrián Lastra, que compite por "Primos", nervioso en un "nivel doce, si contamos de cero a diez", favorito de su compañero de reparto Raúl Arévalo, más preocupado por las posibilidades de Lastra que las suyas propias.

Como curiosidad, a pesar de los 350 periodistas acreditados, sí ha sido notable la considerable presencia de medios que se difunden a través de internet, así como la duplicación de muchos de los "convencionales" registrando declaraciones y transmitiendo imágenes y tweets a través de teléfonos móviles.

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