Niemeyer logró con su obra en España que Asturias diera la vuelta al mundo

  • Alfredo García.

Alfredo García.

Oviedo, 6 dic.- Nadie sospechaba en 1989 cuando Oscar Niemeyer recogió en Oviedo el Premio Príncipe de las Artes hasta qué punto se iba a crear un vínculo entre el arquitecto brasileño, fallecido la noche pasada, y España, cuyo proyecto junto a la ría de Avilés ha permitido que el nombre de Asturias diera la vuelta al mundo.

Pese a su longevidad y a que su obra está presente en los cinco continentes, Niemeyer apenas sí ha pasado un solo día en suelo español.

Debido a su edad y a su reconocida aversión a volar, no llegó a recoger personalmente su Premio Príncipe de Asturias, pero su presencia, a través de sus declaraciones, su trabajo, su equipo de arquitectos y, sobre todo, su propia obra, se ha hecho cada vez más presente en Asturias.

Óscar Niemeyer es para los avilesinos uno de los personajes más familiares y respetados. A raíz de la puesta en funcionamiento del Centro Cultural que lleva su nombre han sido numerosas las muestras de afecto de los ciudadanos. Con motivo del día de su cumpleaños o en momentos difíciles de su vida como el reciente fallecimiento de su hija.

Parece lógico que fuera así. Desde la colocación de la primera piedra, el complejo cultural ha llevado a la ciudad de Avilés de su mano por todo el mundo, de una u otra forma.

El llamado "efecto Niemeyer" se tradujo casi de inmediato en un repunte del número de visitantes atraídos por la simple contemplación de la que es la única obra del famoso arquitecto en España y, según él mismo reconoció en varias ocasiones, "la mejor y más querida" que ha hecho fuera de su Brasil natal.

"Cuando me encomiendan un edificio público intento hacerlo bonito, diferente, que genere sorpresa, porque sé que los más pobres no van a disfrutar nada, pero ellos pueden detenerse para verlo y tener un momento de placer, de sorpresa", dijo Niemeyer.

Estas palabras resumen bien la filosofía de este arquitecto, de militancia comunista, que tomó con entusiasmo el proyecto avilesino por concernir a una ciudad que había sufrido una grave depresión tras la reconversión siderúrgica y necesitaba un icono, un motivo para acrecentar su autoestima.

Y así fue. El Centro Cultural de Avilés encandiló al público desde el mismo día en que se dio a conocer en el estado embrionario de una maqueta.

Su cúpula perfecta, blanca, la torre-mirador que se asoma a una ría todavía con un fuerte componente industrial. Todo el conjunto de edificios, las formas sinuosas que llevan la firma del Niemeyer más maduro, comparten el "skyline" avilesino con las chimeneas de la fábrica de acero que sesenta años atrás convertiría a la ciudad en lo que hoy es.

Pero la figura del arquitecto que más hizo por Avilés en toda su historia, arrastraría la llegada de personalidades con una fuerza mediática sin precedentes.

Muchos en Avilés no olvidarán nunca cuando se toparon con un Brad Pitt paseándose tranquilamente por las calles del casco viejo de la ciudad.

Una visita por sorpresa del astro del cine que hizo que el nombre de Avilés diera la vuelta al mundo como nunca antes lo había hecho.

Publicaciones de todo el planeta recogieron la noticia de un Brad Pitt apasionado por la arquitectura y entusiasmado con la obra que Niemeyer diseñó para Asturias.

Y como Pitt, muchos otros más. Woody Allen se llegó a convertir casi en un habitual de la ciudad, donde llegó a filmar alguna escena, organizó el estreno mundial de algunos de sus trabajos y hasta ofreció un concierto con su clarinete ante miles de personas congregadas en el Niemeyer.

Otros nombres, como especialmente el actor Kevin Space, se han sumado a esta nómina de notables, que incluye a Stephen Hawking, Paulo Coelho y a Jessica Lange.

Pero el Centro Cultural que su propio autor definió como "una plaza abierta a todo el mundo, un lugar para la educación, la cultura y la paz", no estuvo exento de polémicas que provocaron vaivenes en su programación.

El centro llegaría incluso a cerrar sus puertas en diciembre de 2011, días antes del 104 cumpleaños de Oscar Niemeyer, en medio de un enfrentamiento entre sus gestores y el anterior Gobierno de Asturias, presidido por Francisco Álvarez-Cascos.

Hoy el centro permanece abierto y el actual Ejecutivo regional anuncia una programación que le devuelva su proyección internacional. Sin embargo, sigue inmerso en las dudas sobre la anterior gestión, está pendiente de auditorías y sujeto a una comisión de investigación parlamentaria.

Fuera de todo ello, lo cierto es que el Centro Cultural Internacional Oscar Niemeyer ya es un icono donde la ciudad ve la primera piedra de la Isla de la Innovación, un ambicioso plan de transformación urbana, todavía en ciernes, pensado para el entorno de un equipamiento que mantendrá para siempre viva la figura de Oscar Niemeyer.

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