Rattle y la Filarmónica de Berlín tocan el cielo de la clásica en Madrid

  • Concha Barrigós.

Concha Barrigós.

Madrid, 30 jun.- Un programa "muy variadito", de Mozart a Shumann pasando por Berg y Mahler, ha permitido de nuevo esta noche al público de Madrid extasiarse con la Filarmónica de Berlín dirigida por Simon Rattle, que ha tocado el cielo de la clásica con su rigurosa preparación y su irresistible dinamismo.

Los bravos se han oído al final tan entusiasmados como al remate de cada una de las cuatro piezas del que es el concierto final del ciclo Ibermúsica, la promotora de Alfonso Aijón, amigo "desde hace 40 años" de Rattle (Liverpool, 1955), que llegaba al Auditorio al filo de las siete "muy acalorado", decía a Efe, y cargado, "como un turista más", con una bolsa de Ikea.

A y media, y transmutado su vaquero y camisa azul de manga corta por un elegante traje negro, ha salido al escenario a encandilar a sus músicos con su comunicativa pasión, que pone en fuga la rutina en cuanto empieza a mover la batuta.

"El programa de esta noche es el resumen del trabajo del año, una temporada muy esforzada", ha subrayado en declaraciones a Efe el único español en la Filarmónica, el viola murciano de 30 años Joaquín Riquelme.

Rattle aseguró el pasado martes en la rueda de prensa de presentación de su gira por España, que termina mañana en el Palau de la Música Catalana, en Barcelona, que no solo está "encantado" con Riquelme sino que si en España hubiera "otros 127" -el número de maestros en la Filarmónica- como el murciano le gustaría tenerlos a su lado.

"Bueno sí, creo que ha estado muy amable", ha dicho hoy modesto Riquelme, componente de una orquesta fundada en 1882 y que en la actualidad tiene músicos de 27 nacionalidades.

El programa de esta noche, para el que estaban agotadas las entradas poco después de salir a la venta, lo mismo que ocurre en el Palau, ha sido "tan variado" como la propia composición de la orquesta y con claros "aires" históricos vieneses.

"La sinfonía número 3 de Shumann la tocamos en la gira por Escandinavia; la obertura de 'La flauta mágica', de Mozart, la hicimos en Baden-Baden; la original 'Blumine' solo la habíamos tocado una vez, dirigidos por Zubin Mehta para celebrar sus 50 años de carrera y la pieza de Berg la elegimos como despedida de la orquesta a Guy Braunstein".

La primera ha sido "La flauta mágica", compuesta por Mozart en su último año de vida, cuando vivía en Viena y la Filarmónica ha desarrollado precisa y mágica el arranque de una partitura en la que el contrapunto es fundamental.

Luego ha sido el turno de "Blumine", el andante de la Sinfonía número 1 de Mahler, que el compositor incluyó en un principio como separación de los dos primeros movimientos y que, finalmente, en 1896, desechó porque lo consideraba "poco sinfónico".

Recuperado en 1959, se suele interpretar solo y en ocasiones como parte de la sinfonía y al público del Auditorio le ha encantado a juzgar por los "bravo".

La primera parte se ha cerrado con la pieza de Alban Maria Johannes Berg (1885-1935) "A la memoria de un ángel", un concierto de violín intenso y bello y extraordinariamente personal.

El austríaco lo compuso en 1935, inspirado en la muerte, a los 18 años, de Manon Gropius, hija de Alma Mahler y su segundo marido, el arquitecto Walter Gropius, y lo estrenó mundialmente en el Palau de la Música Catalana en 1936 su promotor, el violinista Louis Krasner.

La parte primera describe a la bella joven, fallecida de poliomelitis: en el primer movimiento es encantadora y gracil y termina como en un suspiro y en el segundo representa el sutil flirteo con un scherzo; el elegante vals vienés; el mundo terrenal y la desatada vivacidad del "Trío 1".

La segunda parte (movimientos 3 y 4) es mucho más oscura. Comienza con los sonidos del sufrimiento, la agonía y el tormento y rápidamente un inexorable ritmo de marcha fúnebre se apropia de la melodía y continúa hasta el final y el cuarto empieza con una cita a la coral de Bach, con la sección de viento imitando al órgano de una iglesia.

El israelí Guy Braunstein, que colabora activamente con la West-Eastern Divan Orchestra de Daniel Barenboim, ha disfrutado de su último concierto con la Filarmónica y ha recibido emocionado, tras un bis dedicado a Bach y con Rattle sentado en las gradas, un ramo de flores de sus compañeros.

La segunda parte ha estado dedicada a la Sinfonía "Renana", de Schumann, llamada inicialmente "Episodio de una vida a la ribera del Rin" porque se inspira en los paisajes que rodean al río y las leyendas alemanas.

En la obra, que tiene cinco movimientos, hay dos fuerzas: una conservadora y un exuberante ritmo e inventiva melódica que destacan en el segundo de ellos, porque es la más rigurosa forma de sonata para un movimiento sinfónico de todos los que hizo.

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