Solo una oreja para Castella en tarde de mansos y viento

  • El diestro francés Sebastián Castella cortó la única oreja del festejo de hoy de la feria de Castellón, marcado negativamente por la mansedumbre de los toros de la ganadería de Alcurrucén.

Paco Aguado

Castellón, 29 mar.- El diestro francés Sebastián Castella cortó la única oreja del festejo de hoy de la feria de Castellón, marcado negativamente por la mansedumbre de los toros de la ganadería de Alcurrucén.

FICHA DEL FESTEJO:

Seis toros de Alcurrucén, de desigual cuajo, pero en general de bastas hechuras y de juego manso sin excepción, aunque alguno con ciertas opciones de lucimiento.

Sebastián Castella: estocada baja trasera (ovación); estocada y descabello (oreja tras aviso).

Miguel Ángel Perera: estocada trasera (silencio); pinchazo y estocada desprendida (silencio).

Alejandro Talavante: dos pinchazos y estocada muy trasera (silencio); dos pinchazos y estocada (silencio).

Entre las cuadrillas, Javier Ambel saludó tras banderillear al cuarto.

La plaza se cubrió en las dos terceras partes de su aforo, en tarde fría y ventosa.

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UNA GRAN MANSADA

Mansos y desentendidos de la pelea desde que asomaban por la puerta de chiqueros, los toros de Alcurrucén condicionaron al cien por cien el deslucido y negativo resultado del cuarto festejo de la feria de Castellón.

La falta de finura de sus hechuras, lejos del verdadero tipo de su encaste Núñez, ya hacía sospechar que su juego no podía ser demasiado satisfactorio. Pero era a medida que iban avanzando los tercios de la lidia cuando no sólo se confirmaban los temores sino que dejaban una impresión aún más negativa.

Frenados, desentendidos y sueltos en los primeros capotazos, los de Alcurrucén marcaron su verdadera condición en la suerte de varas. Cuatro de ellos fueron picados en la puerta de caballos, adonde acudieron en huida y de donde salían despavoridos al sentir la puya, al igual que los sólo dos que se vieron con los picadores en la contraquerencia.

Dando oleadas descompuestas en banderillas, llegaban luego con cierta movilidad a la muleta, pero todo se quedaba en agua de borrajas en cuanto sus matadores les obligaban mínimamente a seguir el engaños, contando con la dificultad añadida del viento racheado que molestó durante toda la tarde.

Aun así, alguno de ellos ofrecieron alguna posibilidad de lucimiento. Pues si el primero se mostró noblote en una aséptica faena de Castella, el cuarto, comenzó a galopar en el último tercio.

Tras un estimulante pero embarullado inicio de faena con pases cambiados por la espalda, Castella se centró con un toro que comenzó a meter la cara con una patente calidad, siguiendo el engaño con recorrido e intensidad... hacia la querencia de tablas.

En esos parámetros, un par de series de naturales del francés tuvieron mucho nivel, el suficiente para provocar los olés más rotundos de la corrida, pero todo sucedió justo antes de que el de Alcurrucén se rajara definitivamente y le impidiera redondear el que fue el único trasteo premiado de la tarde.

Porque en el turno anterior ya había perdido otra oreja Alejandro Talavante por precipitarse con la espada tras otra faena estimable. Aunque este tercero fue, con diferencia, el que más manseó en los primeros tercios, la suavidad de planteamientos del extremeño ayudó en gran medida a que, al menos, el animal tomara la muleta con cierta nobleza.

Fue la de Talavante una obra limpia y medida, con el acierto de aguantar hasta el último momento de cada pase a que el toro tomara el engaño, encelándole con paciencia y temple para sacarle así varias series de buen trazo que después demeritó con los aceros. Ya con el negado sexto no tuvo opción de resarcirse el extremeño.

En cambio, a Perera sus dos mansos no le dieron ni la más mínima opción pese a la perseverancia que puso en ambos empeños. Si su primero se desentendía de la lidia sin celo alguno, el quinto intentó siempre quitarse el trapo de delante con un cierto peligro sordo ante el que el reconocido valor de Perera esta vez no lució.

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